Una de las consecuencias de la muerte de Antonio fue pinchar todos los teléfonos de las personas que pudieran ser sospechosas en el caso. Maje, sabiendo que esto podría pasar, adquirió una nueva línea secreta por la que se ponía en contacto con Salva. Un celular que destapó la verdad y que puso en el centro del crimen a los detenidos.
Para generar una llamada desesperada, la policía informó al hermano de Antonio, Vicente, que ya tenían un sospechoso del crimen identificado. Al poco tiempo, Maje se enteró de esta información y llamó rápidamente a Salva: "He llamado a Esther, la jefa de policía que lleva el caso, y dice que la investigación ya está finalizada, que tienen al sospechoso con nombre y apellidos".
Maje llama corriendo a Salva con la preocupación de que se sepa quién es el asesino de su marido: "Mi madre se puso a llorar, yo imaginate, el corazón no me cabía...". Tras escuchar esto, Salva le responde fríamente: "Bueno, así cobras como me decías el seguro de Santa Lucía".
Al escuchar las palabras del asesino, Maje le responde medio enfadada: "Ya, pero Salva, me han dejado descolocada. ¿Entonces, la justica qué? Es una mierda". El autor del crimen tranquiliza a la viuda y le contesta: "Si estás temiendo por mí, no temas".
"Me tendrían que estar investigando a mí y no me están investigando", dice Salva. Maje, muy preocupada insiste: "¿Cómo lo sabes?". El asesino finaliza: "Porque cómo me van a investigar, ¿desde su casa? Además, yo soy una persona normal, ellos no pueden pinchar mi teléfono si no me detienen, no soy un terrorista".