Las “narcosalas” se convierten en un gran problema para Barcelona

Existen once salas repartidas por la ciudad condal, con supervisión de profesionales donde acuden diariamente cientos de toxicómanos
Barcelona cuenta con once “narcosalas” repartidas por la ciudad, supervisadas por profesionales, donde los drogodependientes acuden a consumir sus dosis. El fin de estas salas es el de que estos drogodependientes puedan acudir a un lugar donde consumir, supervisados por profesionales, para evitar que en las calles haya restos de jeringuillas. Dentro de estas salas se consume cocaína, heroína, morfina y otras sustancias.
Nuestro compañero Miquel Valls acudió a la ciudad condal, logrando hablar con varios drogodependientes. Uno de ellos le dice que ahora mismo tiene mono, a lo que el reportero le pregunta que significa eso, a lo que este le responde “que ahora mismo estoy malo… necesitaría 4 euros para poder quitarme el mono” algo que sorprende al reportero, el cual le pregunta que droga puede conseguir por 4 euros, a lo que este le responde “rebujao”, que consiste en una mezcla de cocaína y heroína.
Son cientos de personas las que cada día esperan en las puertas de estos locales, donde el tiempo medio que pasa cada persona no supera los 15 minutos. Pero el verdadero problema surge cuando estos centros cierran sus puertas, ya que los alrededores de los centros están llenos de jeringuillas. Nuestro reportero habla con Begoña, una de las voluntarias que se encarga de limpiar de jeringuillas los alrededores de los centros, la cual nos dice que las zonas donde se encuentran más jeringuillas son los parques, parkings y algún árbol de la zona.
Son tras las zonas de Barcelona donde la heroína ha vuelto a resurgir, el Rabat, la mina y San Roque. Los vecinos califican de horrible el vivir cerca de una "narcosala". “Es horrible, no puedes salir a la calle, hay una inseguridad terrible” nos cuenta una vecina, que afirma que muchos días tiene que avisar a los profesionales de la “narcosala” para que salgan a por los chicos que se están pinchando bajo su ventana. “Te los encuentras con las jeringuillas clavadas en los brazos, el cuello…donde pueden ellos se pinchan” afirma una vecina.

Los vecinos se posicionan contrarios a estos locales, ya que se han convertido en un gran problema de convivencia en las zonas donde se encuentran estos locales, cuestionándose si estos locales son útiles para controlar el consumo.
Nuestro reportero logra conseguir el testimonio de Alberto, un hombre de 55 años, el cual era zapatero, y que lleva siendo toxicómano desde los años 90. “Cocaína, heroína y rebujao...” nos dice Alberto a la pregunta de que se consume en esa zona. Alberto consume unos 24 miligramos de metadona diariamente para poder controlar su adicción. Tras comenzar a consumir a mitad de los años 90, Alberto nos afirma que solo bastaron 3 semanas para volverse adicto, perdiendo su trabajo, su familia y su salud. Desde entonces la vida de Alberto ha sido una espiral sin salida, “tienes muy cerca los sitios y te es fácil muy fácil conseguir drogas” comenta Alberto, el cual también nos dice que es muy difícil salir de esta adicción, y que tienes que poner mucho de tu parte para lograrlo.
