¿Es más sano tomarte un vino o un refresco?
Qué es mejor si tenemos en cuenta criterios de salud: las bebidas con alcohol, como el vino, o las bebidas azucaradas o edulcoradas, como los refrescos
¿Es más sano tomarte un refresco de cola o una cerveza?
Cada vez hay una mayor concienciación sobre la salud y la influencia que la alimentación tiene sobre ella. Por eso cada vez nos preocupamos más por lo que comemos… y también por lo que bebemos. Podemos apreciarlo cuando salimos a tomar algo y no sabemos muy bien qué pedir. Por ejemplo, a veces nos encontramos con el dilema de elegir entre un vino o un refresco. Para decidirnos, convendría tener en cuenta algunas cuestiones como las que detallamos a continuación.
¿Beber vino es una buena opción?
Se han escrito ríos de tinta en torno a los efectos del vino sobre la salud. Durante mucho tiempo se ha dicho que tomar una copa de vino tinto al día es beneficioso para el corazón. De hecho, se sigue diciendo. A veces incluso podemos encontrar este tipo de afirmaciones en artículos periodísticos y hasta en consultas médicas. Por eso muchas personas siguen convencidas de que tomar vino es saludable.
Los supuestos efectos beneficiosos se atribuyen sobre todo a su contenido en antioxidantes y otros compuestos fitoquímicos, como el resveratrol, que abundan en las uvas tintas, especialmente en el hollejo. Los presuntos efectos beneficiosos del consumo moderado de vino tinto sobre la salud aún son objeto de estudio a día de hoy.
Ahora bien, no debemos olvidar un aspecto muy importante que se suele obviar cuando se hacen ese tipo de recomendaciones y cuando se habla de vino y salud. Se trata de una bebida alcohólica, que concretamente contiene alrededor de un 12% de etanol. Es decir, en una copa de vino (en torno a 150 mililitros), encontramos unos 18 mililitros de alcohol puro (etanol).
El principal problema asociado al consumo de alcohol es que, cuando lo ingerimos, nuestro organismo lo metaboliza, obteniendo otros compuestos como acetaldehído, que es un compuesto cancerígeno. Eso significa que no hay una dosis segura de consumo.
Ese compuesto es además el principal responsable de los efectos adversos que sentimos cuando tenemos resaca por haber bebido demasiado alcohol: malestar general, dolor muscular, dolor de cabeza, etc. En definitiva, desde el punto de vista de la salud, se recomienda evitar el consumo de alcohol, y eso incluye el vino.
¿Es mejor tomar refrescos convencionales?
Una vez descartado el vino podemos pensar que la mejor opción es consumir refrescos. Pero aquí también nos encontramos con algunas cuestiones peliagudas en lo que respecta a las implicaciones sobre la salud.
Si optamos por un refresco convencional veremos que contiene una cantidad considerable de azúcar. Para hacernos una idea, en un vaso de refresco de cola (250 mililitros) encontraremos unos 27 gramos de azúcar. Es decir, el equivalente a casi cuatro cucharaditas.
En este caso, el problema es que el consumo habitual o excesivo de azúcar puede favorecer el aumento de peso y el desarrollo de enfermedades metabólicas. Puede ocurrir sobre todo si consumimos ese azúcar a través de bebidas como los refrescos, dado que de este modo nuestro organismo metaboliza y absorbe muy rápidamente ese compuesto, de manera que nuestro páncreas tiene que hacer un esfuerzo para estabilizar el nivel de glucosa en nuestra sangre, lo que puede favorecer el desarrollo de resistencia a la insulina y de diabetes tipo 2.
¿Es mejor tomar refrescos sin azúcar?
Los refrescos convencionales cada vez se consumen menos debido precisamente a que hay un mayor conocimiento y concienciación sobre la cantidad de azúcar que contienen y los efectos adversos que eso puede suponer para la salud. Por eso muchas personas se han pasado a los refrescos sin azúcares añadidos, donde el sabor dulce se consigue gracias al uso de edulcorantes como aspartamo, acesulfamo potásico o ciclamato sódico.
Estos compuestos son seguros para la salud. Pero eso no significa que sean inocuos. Cada vez hay más estudios que apuntan a posibles efectos indeseables relacionados con diferentes aspectos. Por ejemplo, podrían alterar la composición de la microbiota intestinal o favorecer nuestra apetencia por el sabor dulce. En cualquier caso, son aspectos que deben ser confirmados.
¿Entonces qué pedimos?
Si nos basamos en criterios relacionados con la salud, lo ideal sería evitar el consumo de bebidas alcohólicas, como el vino. También se recomienda evitar el consumo de refrescos azucarados, y los edulcorados no parecen ser la solución. Así pues, la respuesta sería: ni vino, ni refrescos. Sería preferible optar por otras alternativas, como el agua, el agua con gas, las infusiones o el café, por poner algunos ejemplos.
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