La dieta de un genio: así eran los desayunos, las comidas y las cenas de Einstein

El físico y matemático Albert Einstein, padre de la teoría de la relatividad tenía un coeficiente de inteligencia de 160, considerado de superdotado
La dieta de Albert Einstein se conoce gracias a los testimonios de familiares, vecinos y amigos. telecinco.es
  • El científico confesó en una carta que a veces se olvidaba de almorzar

  • Aunque defendió la dieta vegetariana, fue omnívoro durante casi toda su vida

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Albert Einstein fue uno de los científicos más importantes del siglo XX y a quien le debemos la teoría de la relatividad, entre otros muchos descubrimientos. ¿Cómo era la dieta que le permitía mantener su cerebro en forma? Algunas cartas y otros textos que escribió, así como los testimonios de personas de su entorno, permiten dar respuesta a esta pregunta con detalle.

Muchas personas creen que Einstein fue vegetariano durante gran parte de su vida y barajan la posibilidad de que esto ayudara a mejorar sus capacidades intelectuales. “Siempre he comido carne con ciertos remordimientos”, declaró. “Nada beneficiará tanto la salud humana y aumentará las posibilidades de supervivencia de la vida en la Tierra como la evolución hacia una dieta vegetariana”, indica una de sus citas célebres. Sin embargo, el físico era omnívoro y adoptó este tipo de dieta en sus últimos años de su vida. “Vivo sin grasas, sin carne, sin pescado, pero me siento bastante bien así”, decía en una carta que envió al también físico Hans Meuhsan en 1954, un año antes de su fallecimiento.

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Los desayunos de Einstein

Se suele decir que el desayuno es la comida más importante del día y es fundamental para poner el cuerpo (y el cerebro) en marcha. Albert Einstein no ayunaba, según contó su ama de llaves Herta Waldow en una serie de entrevistas que recoge el libro ‘Einstein at home’. Ella explicó que el científico desayunaba siempre huevos fritos, “al menos dos”, y que le encantaban la miel y los champiñones, un alimento que llegaba a tomar tres veces al día.

‘Einstein: Su vida y su universo’, biografía escrita por Walter Isaacson, señala que Elsa Einstein, la segunda esposa del genio, “disfrutaba mucho buscando la comida que le resultaba reconfortante”. Aunque era difícil obtener ciertos productos en la época, “ella era lo suficientemente ingeniosa y rica como para apoderarse de los huevos, la mantequilla y el pan que a él le gustaban”.

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Sus comidas

El científico confesó en una carta enviada a su hijo Hans Albert Einstein en 1915 que en ocasiones se saltaba la comida: “A menudo estoy tan absorto en mi trabajo que me olvido de almorzar”. El citado libro de Isaacson relata la historia de Adelaide Delong, una niña que vivía en el vecindario de Einstein y que se presentó en su hogar para pedirle ayuda con sus deberes. Ella le ofreció chocolate a cambio y él le dio una galleta.

Adelaide empezó a visitar la casa de Einstein de manera habitual, incluso con amigos. “¿Sabías que ella intentaba sobornarme con dulces?”, compartió él. La joven expuso que en una ocasión el físico la invitó a comer, pero no cocinó nada: “Movió un montón de papeles de la mesa, abrió cuatro latas de alubias con un abrelatas y las calentó una por una, metió una cuchara en cada una y ese fue nuestro almuerzo”.

Sus cenas

Albert Einstein se reunía con otros científicos para hablar sobre física y otros temas similares en unas cenas que no eran especialmente elaboradas. Según destaca Walter Isaacson, tomaban salchichas, queso gruyer, fruta y té. Por otro lado, cuenta que a lo largo de su vida sufrió problemas estomacales y un médico le recomendó una dieta de cuatro semanas a base de arroz, macarrones y pan zwieback, un pan crujiente y parecido al pan tostado Melba.

El genio no solía prestar mucha atención a lo que comía. Prueba de ello es el día en el que los matemáticos Maurice Solovine y Conrad Habicht le regalaron caviar por su cumpleaños y él se lo comió sin darse cuenta de lo que estaba tomando. Cuando sus amigos lo interrumpieron para hablar sobre el tema, él soltó: “¡Así que ese era el famoso caviar! Bueno, si ofreces comida gourmet a paletos como yo, sabes que no la apreciarán”.