¿Las fresas que comes llevan pesticidas?
Se suele decir que las fresas contienen muchos pesticidas, hasta el punto de que es la fruta que más cantidad tiene de este tipo de sustancias
Por qué están volviendo las fresas (que no fresones) a la frutería: ¿saben como las de toda la vida?
Cada vez existe una mayor concienciación en torno a la salud y la alimentación. Por lo general tenemos muy claro que una dieta saludable debe incluir vegetales, como verduras y frutas, entre las que se encuentran algunas tan sabrosas como las fresas. Sin embargo, circulan muchos rumores que advierten sobre la presencia de pesticidas en estos alimentos. De hecho, se suele decir que la fresa es la fruta que más cantidad contiene de estas sustancias.
Así que al final muchas personas se encuentran hechas un lío, planteándose qué se puede comer y preguntándose qué se puede hacer para evitar esos supuestos riesgos o eliminar la supuesta presencia de esas sustancias en las fresas.
El origen de los rumores
Los rumores sobre las fresas y su contenido en pesticidas proceden sobre todo de una lista llamada “The dirty dozen” (“los doce sucios”), donde se hace una clasificación de las frutas que presentan mayor contaminación por pesticidas, según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). Dicha lista es publicada cada año por Environmental Working Group (EWG), una organización estadounidense que trata de advertir sobre los riesgos de esas sustancias en los alimentos, a la vez que promueve el consumo de alimentos con sello “ecológico”.
Ahora bien, tanto la organización como la lista han recibido numerosas críticas por diferentes motivos. Por ejemplo, en principio la organización no tiene fines de lucro, pero ha sido cuestionada por beneficiarse económicamente con sus mensajes y sus acciones, y también por su vínculo indirecto con la industria de los alimentos de producción ecológica. Es decir, sus detractores indican que la organización se dedica a meter miedo hacia las frutas de producción convencional para favorecer el comercio de producción ecológica.
En lo que respecta a la lista, se critican los criterios que la organización tiene en cuenta para elaborarla. Es cierto que se basa en datos de la USDA, pero omite algunas cuestiones importantes. Por ejemplo, considera la detección de pesticidas en las frutas o el número de pesticidas detectados, pero no tiene en cuenta la cantidad en la que se encuentran, el tipo de sustancia, su toxicidad ni sus efectos potenciales sobre la salud.
Así pues, es cierto que las fresas se encuentran entre las frutas donde se suele detectar presencia de estas sustancias, pero eso no significa necesariamente que sea peligroso ni que todas las fresas estén contaminadas.
Es decir, la mera presencia de un pesticida no implica que el alimento sea inseguro. También hay que considerar la cantidad en la que se encuentra. Así, para asegurar la inocuidad de los alimentos, la legislación europea establece límites máximos de residuos para estas sustancias, de manera que si un alimento supera esas cifras, no se puede comercializar.
Para comprobar que esos límites se cumplen, se realizan controles y análisis de los alimentos. Para hacernos una idea, en el último informe sobre residuos de pesticidas en alimentos publicado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), los datos correspondientes a las fresas muestran incumplimiento en una de las treinta muestras analizadas. Es decir, las veintinueve muestras restantes sí cumplía los límites para esas sustancias, de modo que se consideran seguras.
¿Qué podemos hacer?
La detección de pesticidas en las fresas se explica en parte porque se trata de una fruta que crece cerca del suelo y que tiene una piel fina y delicada, de modo que no se aplican procesos de lavado y cepillado una vez cosechadas, como sí se hace con otras frutas como los cítricos.
En casa sería suficiente con lavarlas bien bajo el grifo. También podemos frotarlas suavemente con un cepillo, si están muy sucias. Y si queremos desinfectarlas para eliminar la posible presencia de microorganismos patógenos (recomendable en frutas y verduras en caso de población de riesgo como mujeres embarazadas, personas inmunodeprimidas), podemos meterlas en agua con unas gotas de lejía apta para uso alimentario. En este caso deberemos seguir las instrucciones indicadas por el fabricante (proporciones de agua y lejía, tiempo de remojo) y, por último, aclararlas muy bien con abundante agua.