"No la hicieron ni con amor": la calle opina sobre la peor comida que les han cocinado
Desde un arroz chicloso hasta una paella de bote: salimos a preguntar a las calles cuál fue la peor comida que les han cocinado
Además, el test gastronómico definitivo de ‘La Favorita 1922’ pone a prueba las calles de Madrid
Salir a comer fuera puede ser un lujo o un riesgo, pero hay algo aún más temible que una carta mal diseñada: que te cocine alguien que no tiene ni idea. Todos tenemos alguna historia culinaria que preferiríamos olvidar. ¿A quién no le ha cocinado una pareja con mucho amor y poco gusto? ¿O un amigo con demasiada sal y poca paciencia? Para comprobarlo, salimos a la calle con una pregunta: ¿Cuál fue el peor plato que te han cocinado en la vida?
“Era un arroz que estaba caldoso, pero estaba quemado… una cosa casi imposible de hacer”, cuenta un joven que todavía parece afectado por el trauma gastronómico que le provocó su amigo. No es para menos: lograr un arroz caldoso y quemado al mismo tiempo suena como romper las leyes de la física culinaria.
En esa línea, otra joven nos relata una amarga experiencia con la cocina de su abuela: “Mi yayita me hizo una vez unos canelones que eso no era ni canelones, ni bechamel, ni nada”. Aun así, hace el esfuerzo de describir el desastre con más precisión: “Muy mal, malísimo”. Ni el amor de abuela pudo salvar ese intento de comida casera.
Pero no todo es culpa ajena. También hay quien asume su parte de responsabilidad, como un hombre que nos dice con sinceridad: “Yo tuve suerte, siempre ha habido gente que ha sabido cocinar en casa”. Aunque añade con humildad: “Seguro los peores platos hayan sido los que he hecho yo”. A veces el villano en nuestra propia cocina somos nosotros mismos.
Cuando hablamos de comida hecha sin cariño, la cosa se pone seria. “Una ensaladilla infame, no la hicieron ni con amor siquiera”, suelta una mujer, con una mezcla de decepción y rabia contenida. Y es que si ya te van a dar algo que no sabe a nada, al menos que venga con un poco de cariño, ¿no?
Y por último, el testimonio que hizo temblar a cualquier valenciano de corazón: “Una paella de bote”, cuenta un hombre con resignación. Esa frase, corta pero demoledora, resume lo que muchos consideran un verdadero sacrilegio culinario. Porque si algo no debería venir en conserva, es una paella. Entre anécdotas tristes y risas compartidas, lo que está claro es que todos hemos sobrevivido a al menos un atentado gastronómico. A veces cocinado con amor y poca habilidad; otras, ni siquiera con eso. Pero, como dicen por ahí, de los errores también se aprende… y a veces, se termina pidiendo una pizza.