No todas las hamburguesas vegetales son iguales: en qué te tienes que fijar

Solemos pensar casi automáticamente que todas las hamburguesas de este tipo son saludables por el mero hecho de estar elaboradas a base de vegetales
Pero en realidad no todas son interesantes, sobre todo considerando que el precio de algunas es relativamente alto
En los últimos años los productos elaborados a base de vegetales han irrumpido con fuerza. Ya no los encontramos solo en restaurantes vegetarianos o tiendas especializadas, sino que están presentes en todo tipo de establecimientos: restaurantes, supermercados, etc.
Esto se explica porque cada vez hay más personas que siguen una dieta vegetariana o vegana, donde se excluyen alimentos de origen animal como la carne. Generalmente esto se hace motivos éticos o de salud; por ejemplo, para evitar la explotación animal, por motivos medioambientales o de salud.
Muchas de esas personas quieren seguir manteniendo hábitos que ya tenían y continuar comiendo ciertas preparaciones que eran habituales en su dieta. Esto ha llevado a muchas empresas a lanzar productos elaborados a base de vegetales que vienen a ser análogos a otros que tradicionalmente se han elaborado con carne, como salchichas, albóndigas o hamburguesas.
No es fácil elegir
Elegir la mejor opción o la que mejor se adapta a nuestros gustos y necesidades no siempre es fácil. Son productos relativamente nuevos, así que todavía los conocemos poco. Además, la variedad es amplia y su composición suele ser compleja porque normalmente se elaboran a partir de una cantidad considerable de ingredientes, así que no resulta fácil leer e interpretar las etiquetas. Y eso en caso de que lo hagamos porque muchas veces pensamos casi de forma automática que este tipo de productos son saludables por el mero hecho de estar elaborados a partir de vegetales. Sin embargo, no tiene por qué ser así, ni mucho menos.
Cuidado con los reclamos del envase
Como ocurre con cualquier otro alimento, para conocer las características de estos productos es fundamental tener presentes algunas cuestiones importantes. La primera, es que no conviene dejarse llevar por los reclamos que se destacan en el envase. Muchas marcas incluyen mensajes como “100% natural”, “100% vegetal”, “rico en proteínas”, “ecológico”, “sin gluten”, “sin azúcares”, “sostenible”, etc.
Algunos son mensajes vacíos que no significan nada, sobre todo porque no están definidos en la legislación (por ejemplo, “100% natural”), mientras que otros no resultan útiles o suficientes para valorar las características del producto en lo que respecta a la calidad comercial o nutricional (por ejemplo, “sin gluten” o “sin azúcares”).
Lo más importante: la lista de ingredientes
Lo segundo y más importante para conocer las características de estos productos es consultar el etiquetado. Concretamente hay tres elementos fundamentales.
El primero es la denominación de venta, que se muestra normalmente junto a la lista de ingredientes. Así podremos tener una idea aproximada de lo que nos vamos a encontrar, ya que en estos casos la denominación de venta es una descripción somera del producto; por ejemplo, “producto vegetal a base de proteína de guisante”, “preparado vegano a base de proteínas de soja”, etc.
El segundo elemento y más importante es la lista de ingredientes. Como sabemos, en ella se enumeran los elementos que forman parte del producto. Además, estos deben mostrarse en orden, según su importancia, de modo que los primeros son los más abundantes. También conviene saber que, si alguno se destaca de algún modo en el envase, debe mostrarse en qué cantidad se encuentra.
Esto es fundamental porque podemos encontrar productos que destacan, por ejemplo, la presencia de soja, pero que en realidad contienen una cantidad escasa de esta legumbre (p.ej. un 10%) y donde el ingrediente mayoritario es en realidad otro de menor importancia (p.ej. cebolla o almidón).
Así pues, conviene que haya una presencia importante de vegetales de calidad (por ejemplo, legumbres o verduras) y que otros ingredientes de escaso valor se encuentren en baja cantidad o ni siquiera estén (por ejemplo, almidones, agua, etc.).
También es importante consultar el tipo de grasa que contienen: conviene priorizar los aceites interesantes, como el de oliva virgen o virgen extra y evitar en la medida de lo posible otros que no lo son, como el de coco o el de palma.
¿Qué pasa con los nutrientes?
El tercer elemento importante que debemos consultar es la información nutricional. En este caso se supone que se trata de una preparación que debería ser rica en proteínas, dado que trata de imitar en cierto modo a una hamburguesa convencional. Por eso conviene consultar en qué proporción se encuentra ese nutriente, intentando que esté en una cantidad significativa (p.ej. 10-15%).
En cuanto a la cantidad de grasas, mejor que no sea demasiado elevada. Hay productos donde podemos encontrar casi un 20% de grasas (sería mejor una cantidad moderada; p.ej. en torno a un 5%).
Eso sí, es fundamental complementar esta información con la lista de ingredientes para asegurar que la fuente de proteínas y de grasas sea de calidad (p.ej. legumbres, verduras, aceite de oliva, etc.).
Por último, debemos vigilar la cantidad de sal, intentando que sea lo más baja posible. Se considera que más de un 1,25% de sal es demasiado (hay productos que contienen en torno a un 1,5% de sal o más).
Son productos diferentes
Más allá de todo esto, hay que tener claro que no se pueden hacer comparaciones entre estos productos y las hamburguesas de carne porque son cosas diferentes. Y del mismo modo, también es difícil hacer comparaciones entre las distintas hamburguesas vegetales, dado que su composición puede ser muy diferente; por ejemplo, las hay a base de legumbres, de verduras, de cereales… Y, sobre todo, unas tienen proporciones altas de ingredientes interesantes, así que son productos aceptables, mientras que otras no tienen apenas interés desde el punto de vista nutricional o comercial, dado que están compuestas por ingredientes de poco valor.
