Volver al campo tras estudiar en la universidad: "Investigo para que le leche sea de mejor calidad"
La vidas profesionales de Nerea, Lucía y Laura puede que nunca estuviesen destinadas al campo, pero todas han sabido adaptar sus profesiones para dedicarse al sector primario
Los jóvenes que se quedan y emprenden en el campo: "Producimos lácteos de gran calidad"
En el campo hay vida, hay futuro y hay innovación. Ese es uno de los mensajes que lanza la iniciativa divulgativa ‘Voces jóvenes del campo’, que nace de la mano de la Organización Interprofesional Láctea (InLac) para destacar y dar voz a aquellos jóvenes que han decidió romper los esquemas y dedicarse al campo en la empresa familiar o emprendiendo por sus propios medios. Nuevas generaciones, en muchos casos con estudios que, a priori, no tienen nada que ver con la ganadería, pero que han sabido integrar en su trabajo.
Precisamente ese es el caso de Laura, Nerea y Lucía. Las dos primeras se dedican a la ganadería como tal, mientras que la tercera trabaja en el área de I+D de una empresa láctea para implementar la mejor tecnología para que la leche y el resto de los lácteos que llegan a nuestros hogares sean de la mejor calidad.
Una veterinaria en el campo
Para Laura en el campo está su vida: su pareja, sus dos hijos (y un tercero en camino), y sus cabras. Ella estudió veterinaria, así que sabía que su futuro profesional estaba ligado a los animales, aunque quizá lo que no se plantaba al principio era que fuese en el campo, como cabrera, donde tiene la oportunidad de implementar sus conocimientos veterinarios en cada momento.
Su negocio es también un proyecto de vida en el que el cuidado de sus cabras es esencial para poder obtener la mejor leche con la que luego elaboran sus propios productos en la quesería. “No cambiaría mi profesión por nada del mundo, en todas mis vidas decidiría hacer lo que hago”, dice.
La creatividad de la ganadería
Más complicado de encajar es el caso de Nerea, que antes de dedicarse en cuerpo y alma a sus ovejas, estudió Bellas Artes. “Nunca me imaginé terminar cuidando de ovejas”, cuenta. Y, aunque parece que la artista y la ganadera poco tienen que ver entre sí, la realidad es que ella misma reconoce que para cuidar y lidiar con todo su rebaño cada día “hay que ser muy creativa”.
Ella misma admite que se trata de una profesión en la que “quedan muchas cosas por inventar” y que, además, le sorprende que “a la gente le sorprenda que me dedique a la ganadería cuando tanto mi abuela como mis vecinas también lo eran”.
Mejorar cada producto
La vida de Lucía, pese a dedicarse directamente al campo y al sector primario, es muy distinta que el de las dos ganaderas, ya que en su caso no trabaja directamente con los animales, sino con el producto. Ella trabaja en el departamento de I+D de una empresa donde busca “aportar un valor añadido a los productos del sector lácteo”.
“Intentamos mejorar los productos tanto desde su punto de vista nutricional como el packaging o la sostenibilidad dentro de la industria o de las ganaderías”, expone. Su papel es fundamental para que el producto final sea de calidad en un tipo de alimento, como lo son los lácteos, que todos incluimos en nuestra dieta y aporta unos valores nutricionales muy importantes al organismo.