Jesús Rojas 30 ABR 2025 - 08:00h.

Hace unos meses abría un nuevo local de Benditos Sueños (Lope de Rueda, 44) en uno de los barrios más gastronómicos de la capital. Tras cuatro años repartiendo felicidad a raudales entre los vecinos de Plaza de España, Rodrigo Espinosa y sus socios decidieron dar el siguiente paso. Y no parece que se vayan a quedar de brazos cruzados por el momento: “Nos gustaría tener cinco en Madrid, y luego abrir más en otras zonas del país”, nos comenta nuestro anfitrión.

Es un viejo conocido de la hostelería madrileña, que ha pasado por restaurantes y hoteles de todo tipo en estos años. Desde el mítico Entre Suspiro y Suspiro (“un referente de alta cocina mexicana”) hasta Órale Compadre, pasando por cadenas como Sol Meliá o Hard Rock. Experiencias de las que guarda muy buen recuerdo: “Tengo que agradecer a mis exjefes y a las empresas en las que he trabajado porque fue allí donde cogí la experiencia”.

Nacido en Ciudad de México, Espinosa tenía muchas ganas de tener su propio negocio, así que se puso manos a la obra en busca de socios e inversores en una época que no era precisamente la más boyante: “Fue justo después de la pandemia, había muchísimos locales cerrados. Y yo pensé: ‘Época de crisis, época de oportunidades también’. Y no tardé nada en encontrar el local de la calle San Bernardino”. Allí fue donde decidió emprender una aventura que hoy pasa por su mejor momento y de la que nos cuenta todos los detalles a continuación.

¿Por qué decidiste darle tanto protagonismo a los chilaquiles?

Llevo muchos años en Madrid y siempre he observado que la carta de los restaurantes mexicanos de aquí abarca demasiado. Desde el principio quise especializarme en un platillo mexicano en concreto, pero no teníamos claro cuál elegir porque el abanico era muy amplio. En aquel momento los tacos ya estaban muy de moda, lo descartamos porque habría demasiados competidores. También pensamos en moles, que en México hay de distintos sabores, pero en realidad es un plato difícil. O lo amas o lo odias. Y en una lluvia de ideas salieron los chilaquiles, que nos pareció algo muy acertado porque admite varias salsas y diferentes proteínas.

¿Y qué os estáis encontrando? Porque a gran parte del público español todavía le cuesta diferenciar unos nachos de unos chilaquiles.

Es cierto que no diferencian todavía muy bien algunos conceptos, ese ejemplo es perfecto. Conceptos como nachos están muy extendidos, pero es un producto más tejano-mexicano (tex-mex). Pero a nosotros nos gusta desmarcarnos un poco de todo eso, en nuestros locales no vas a ver el típico papel picado ni el sombrero de mariachi. Hemos preferido apostar por una decoración más moderna, de hecho nuestro eslogan dice: ‘Fuck nachos, chilaquiles is the real shit’ (risas). Es un poco macarra, pero va en consonancia con la música que ponemos, que va desde el rock a la salsa, pasando por boleros, cumbia… Suena tanto música mexicana como internacional, que es la que más me gusta a mí.

¿Qué me puedes contar del producto con el que trabajáis? ¿Hay algo que sea puramente mexicano y tengáis que traerlo de allí?

Cuando vine a España en el año 99-2000, era súper difícil encontrar productos mexicanos, pero ahora mismo puedes encontrar lo que quieras, desde tomate verde, huitlacoche, flor de calabaza, chiles, salsas, aderezos, tequila, mezcal… Y el resto de naturales o frescos los compramos aquí, por supuesto, creo que vuestra materia prima tiene muchísimo más sabor y es de muy buena calidad, tanto el cerdo, el pollo, la ternera… Es más, hay un producto mexicano que se llama arrachera, un corte de carne que está marinada en salmuera, que aquí lo comercializa la marca Arrachera. Ellos compran la carne aquí, la procesan aquí y te la venden como si fuera un producto mexicano, pero que es 100% español.

¿Y cuáles son los chilaquiles que tienen mejor acogida de los que figuran en vuestra carta?

Yo suelo recomendar los más típicos, porque son los que yo recuerdo de cuando era niño porque eran los que había en mi casa. Son los de salsa verde con huevo frito. Y luego tenemos una variedad de salsas, tanto verde como roja, que las puedes tomar poco picante o muy picante. La diferencia está básicamente en el tomatillo que empleamos. Picará bastante si usamos el tomate verde maduro, y bastante menos si está hecha con el tomate rojo, que es un poquito más dulce. Y también tenemos una salsa cremosa con chile guajillo, una salsa de frijol, una de chipotle con queso crema... Incluso hemos hecho mole para quien nos los ha pedido.

¿Y más allá de los chilaquiles? ¿Con qué otros platos podremos tener benditos sueños?

Ahora ya son varios, tenemos desde el típico entrante para picar, como el guacamole o los frijoles refritos hasta quesadillas de tortilla de maíz. En este caso, se trata de una tortilla un poquito más grande, que en México se llama machete por su tamaño. Y también preparamos enchiladas, frijoladas, gorditas de chicharrón prensado, tacos de cochinita, de pastor, de carnitas… Los hacemos también de nopales, de champiñones o de verdura, para los que no comen carne, dependiendo de la temporada. Además del típico taco placero, que lleva ternera, chorizo y corteza de cerdo crujiente.

Yo creo que con alguna bebida típica ya lo tenemos, ¿algo que tengamos que pedir sí o sí?

Al principio, en el restaurante de la calle San Bernardino solamente ofrecíamos mezcal, margaritas y enchiladas. Pero, poco a poco, el cliente me fue pidiendo una copa para después de comer, así que no me quedó otra que meter copas en la carta. A los mexicanos, por ejemplo, les gusta mucho beber ron blanco. Aunque aquí son muchos los que siempre se decantan por cervezas como Coronita, Pacífico o Negra Modelo, que van fenomenal con nuestra propuesta.

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