¿Engorda más el vino tinto o el blanco?

Esta pregunta se la hacen algunas personas, aunque no es lo primero que debería importarnos si consumimos estas bebidas
Sí que puede haber diferencias entre ellas, pero plantearnos la alimentación en esos términos es un error
El alcohol aporta calorías vacías, con un valor nutricional bajo o nulo
Hay personas preocupadas por su peso que intentan conocer y controlar todo lo que comen y beben para no engordar o incluso para adelgazar. Por eso algunas se preguntan qué tipo de vino engorda más, si el tinto o el blanco. Como veremos a continuación, es un error plantearse de este modo la alimentación. Pero antes, trataremos de dar respuesta a esa pregunta. Para ello primero hay que entender qué características tiene cada vino.
¿Cómo se elabora el vino tinto?
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Como casi todo el mundo sabe, el vino tinto se elabora a partir de uvas tintas. Sin entrar en muchos detalles, el proceso consta de los siguientes pasos.
Una vez vendimiadas las uvas, se llevan a la bodega, donde lo primero que se hace es un proceso de despalillado. Es decir, se separa la fruta del raspón, que es la ramita que une todas las uvas y que forma el racimo. Posteriormente esas uvas se estrujan para obtener el mosto, que después se introduce en depósitos de acero inoxidable. En estos depósitos el mosto está en contacto con las pepitas y los hollejos (las pieles) de las uvas, de manera que así se extrae el color tinto característico, además de otros compuestos, como taninos, que aportan cierta aspereza, y compuestos aromáticos, que otorgan al vino tinto sus particulares características.
Posteriormente se lleva a cabo el proceso de fermentación, en el que las levaduras presentes en las uvas de forma natural, transforman los azúcares en alcohol etílico y otros compuestos que aportan aroma y sabor.
Por último, en algunos casos el vino se introduce en barricas de roble para que adquiera mejor aroma y sabor.
¿Cómo se elabora el vino blanco?
El proceso de elaboración del vino blanco tiene algunos aspectos en común con el tinto. Una vez realizada la vendimia, las uvas se despalillan y se estrujan para obtener el mosto. La principal diferencia es que en este caso el estrujado es más suave, para no extraer compuestos a partir de las partes sólidas (hollejos, raspones, pepitas) y, sobre todo, que en la mayoría de los casos esas partes sólidas se retiran y no se dejan macerando en el mosto. Así el vino resultará más fresco y ligero.
Por lo demás, el proceso se parece mucho, aunque en este caso la fermentación se lleva a cabo a una temperatura más baja y suele ser más corta. Por último, se puede optar por almacenar el vino en barricas de roble para que adquiera unas características diferentes.
¿Qué composición tienen?
Aunque los dos tipos de vino se elaboran a partir de uvas, su composición es diferente debido, sobre todo, a que su proceso de elaboración también lo es. Hay que contar además con las diferencias debidas a las peculiaridades de cada tipo de uva y su contenido en azúcares, que depende de aspectos como la variedad y el grado de maduración. Por ejemplo, hay vinos dulces que se elaboran con uva sobremadurada, así que contienen una cantidad notable de azúcares.

Como podemos imaginar, el vino tinto tiene un mayor contenido de los compuestos que están presentes en las pepitas y los hollejos, como los taninos, las antocianinas y otros compuestos fenólicos, que son responsables de la aspereza, el cuerpo, el color, el aroma, etc.
También influyen de forma determinante la forma en que se lleva a cabo la fermentación. En los vinos blancos es más corta y se lleva a cabo a temperatura más baja, así que suelen contener más cantidad de azúcares residuales, que no se han transformado en alcohol.
De todos modos, el contenido en azúcares depende sobre todo del tipo de vino que se trate: seco, semiseco o dulce. El primero apenas contiene azúcares residuales, mientras que en este último la cantidad es significativa.
¿Cuántas calorías aportan?
Es difícil dar una respuesta concreta porque el aporte calórico de un vino depende sobre todo del grado alcohólico (un gramo de alcohol aporta 7 kcal.) y del contenido en azúcares (un gramo de azúcar aporta 4 kcal.).
Por ejemplo, un vino blanco seco aportaría unas 100 kcal. por copa, mientras que un vino tinto seco aportaría un poco más, en torno a 130 kcal y un vino blanco dulce podría aportar casi el doble, unas 200 kcal.
Lo que de verdad importa
Plantearnos el consumo de vino de este modo es un tremendo error. Para empezar, el alcohol aporta calorías vacías, es decir, aporta una cantidad significativa de calorías, pero tiene un valor nutricional bajo o nulo (no aporta nutrientes de interés, como proteínas, grasas saludables, etc.). Pero lo más importante de todo es que el vino contiene alcohol y por eso su consumo es perjudicial, sea del tipo que sea.
También es un tremendo error plantearnos la alimentación con una visión centrada en el peso, sobre todo porque nos lleva a obsesiones que conducen a trastornos de la conducta alimentaria.
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