El mago del vino o el hombre que todos buscan para conseguir la excelencia: “A veces eres más psicólogo que enólogo”

La proyección del documental ‘El mago del vino’, centrado en la figura del enólogo Raúl Pérez, ha sido uno de los platos fuertes de la 13ª edición de FENAVIN
Desde su lanzamiento, la obra dirigida por David Moncasi no ha hecho más que cosechar éxitos en citas como la SEMINCI o el Festival de Málaga, entre otras
'El mago del vino': la historia de cómo el mejor enólogo del mundo creó en el Bierzo el vino perfecto
De entre todas las actividades y ponencias de la última edición de FENAVIN, cita ineludible anual del vino, ha habido una que despertaba especial interés por la curiosidad que despierta el personaje. Nos referimos al enólogo y viticultor Raúl Pérez, que en esta ocasión llegaba a Ciudad Real para hablar de ese documental, titulado ‘El mago del vino', que viene de arrasar con premios en citas como la SEMINCI o el Festival de Málaga, entre muchas otras.
Cabe recordar que estamos ante uno de los bodegueros españoles más influyentes, que ha sido elegido dos veces el mejor enólogo del mundo y que ahora vuelve a estar en boca de todos tras haber conseguido –con La Muria 2021– los codiciados 100 puntos de la prestigiosa guía de Robert Parker, el gurú mundial del vino. Es una espina que tenía clavada, de ahí que este hito se haya convertido en el tema principal sobre el que gira la serie documental de cuatro episodios dirigida por David Moncasi.
Así que no podíamos dejar pasar la oportunidad de conversar con este genio, a quien Manuel Villanueva, coordinador de la charla que siguió a la proyección, tiene en muy buena estima: “Tengo el privilegio de conocerle desde hace muchísimos años, y creo que Raúl hace vinos con alma, únicos, y lo mejor de todo es que es capaz de hacerlo en todos los suelos del mundo. En El Bierzo, Portugal, Sudáfrica, Gredos, Alicante… En cualquier suelo donde encuentre un viñedo privilegiado y un cielo que lo cobije”.
De hecho, fue a este periodista a quien se le ocurrió un buen día escribir un reportaje en una revista especializada en gastronomía que tituló ‘El mago del vino’. De este apodo, del gran vino que ha conseguido crear a más de mil metros en El Bierzo y de muchas otras cosas hablamos con el nacido en Valtuille de Abajo -actualmente cuenta con menos de 100 habitantes- que ha logrado 200 etiquetas en la lista de The Wine Advocate de Parker.

¿Cómo te sientes ante tanta exposición mediática? ¿Te veías protagonizando un documental?
En la vida (risas). A esta feria llevo viniendo desde el principio. Primero como visitante, luego como ponente de catas y ahora me ha toca esta faceta que es nueva para mí. Mañana me voy a Noruega, luego a Estados Unidos… A estos eventos viene mucha gente a verte, lo cual es muy interesante y muy gratificante.
Muchos se refieren a ti como el mago o el alquimista. ¿Qué es eso que le aportas a los vinos que los hace tan especiales?
No te creas que hago mucho caso a todo eso que dice la gente. Es como cuando decían que El Cid seguía ganando guerras cuando ya estaba muerto (risas). Yo creo que lo que les aporto es esa forma de ser mía tan positiva, soy de los que siempre ven el vaso medio lleno y no medio vacío. Creo que muchas veces las carencias que tienen muchas empresas que se dedican al vino tienen que ver con la inseguridad, con el hecho de que el propietario y el técnico no sean la misma persona… Es entonces cuando aparecen los miedos. Por eso a veces pienso que soy más psicólogo que enólogo. La enología ya está inventada, lo que va a marcar la diferencia es que seas muy crítico contigo mismo, tener muy claro lo que quieres y tener confianza en lo que haces. Eso es fundamental. Yo, en realidad, no hago nada que no hagan los demás.

Algo tendrás cuando tantas bodegas quieren que le pongas tu sello a sus vinos.
Cada uno tenemos una base y unos pilares, que son los que son en cada caso. A partir de ahí, nos toca a cada uno desarrollar una técnica de trabajo en base a esa tierra, a ese suelo y a esas variedades de uva. Todo se tiene que adecuar a lo que tú quieres obtener, pero teniendo en cuenta que no siempre podemos ser tan globales. Me refiero a que a veces mezclamos técnicas de trabajo con tierras o variedades que no son las más adecuadas, lo que suele traducirse en desajustes. A mí siempre me ha gustado mucho interpretar el espacio para poder conseguir la máxima expresión de ese conjunto formado por la variedad, el suelo y la forma de trabajarlo. Si uno de esos factores falla, siempre va a penalizar al resto. Por eso creo que es tan importante el equilibrio, me imagino que puede ser eso lo que hace diferentes mis vinos. Pero en realidad no he inventado nada todavía (risas).
Pero es un hecho que llevas 30 años haciendo vino. ¿Es verdad que ya no te esperabas que llegaran los 100 puntos Parker?
Esto es como casarse con 60 años o tener hijos con 50 (risas). Tengo la sensación de que me llega tarde. Ten en cuenta que son 30 años de trabajo que en realidad tendría que multiplicar por dos, porque todos los años he hecho las vinificaciones en el hemisferio norte y en el sur. Son 60 vendimias, en lugar de 30. Y que conste que no sé si me los merezco o no, pero he tardado muchísimo en conseguirlo. También hubo quien pensó que tardé muy poco en conseguir los 99 plus, que fue hace 25 años. Así que, visto así, he necesitado 25 años para conseguir ese medio punto más (risas).

¿Se llegó a convertir en una obsesión?
No considero que sea obsesivo, aunque obviamente es algo importante. Pero sobre todo a nivel interno, porque estos premios no van a cambiar tu forma de hacer vino. Aunque es obvio que te da cierta tranquilidad. Es como cuando te dan la tercera estrella Michelin y decides cerrar el restaurante para ponerte a hacer hamburguesas y hacer negocio. Pero nosotros eso no lo podemos hacer porque nuestro mundo es mucho más complejo (risas). Pero sí, es un objetivo que todos tenemos en la cabeza aunque no lo expresemos, algo que te produce placer y una paz interna.
Y pensar que La Muria 2021 no era el vino que ibas a presentar originalmente…
Es que llevaba muy poco tiempo con ese proyecto, tan solo tenía cuatro añadas. No conocía, y de hecho sigo sin conocer, lo suficiente la zona, que creo que es muy oscilante. Así que fue algo muy inesperado. Pero la zona de Viariz tiene algo que atrae, que te transmite algo especial. Es como cuando pasas por algunas zonas de Castilla o ves por primera vez las dehesas de Extremadura. Además, las características del viñedo de La Muria van muy de la mano con el discurso que tenemos hoy en día en la enología con respecto al cambio climático.
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