La bodega de Rioja Alavesa que toma su nombre del prefijo de Washington y pone a sus vinos nombres en gaélico
Después de 11 años, acaban de lanzar su primer vino blanco, Ostara, y ya están preparando su primer vino de Viñedo Singular: "Es maravilloso y verá la luz en otoño del año que viene"
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La historia de Bodega 202 resulta de lo más singular, ya que fue haciendo el Camino de Santiago cuando sus fundadores, los norteamericanos Francis y Kathleen Rooney, se enamoraron de las tierras riojanas que hoy frecuentan su hijo Michael, director de la bodega, y el madrileño Luis Güemes, que ejerce de vigneron. Pero no es de ahí de donde toma su nombre, sino del prefijo de la ciudad de Washington, que es donde nacieron -y donde pasan la mayor parte del tiempo- los Rooney. Y el caso es que en los últimos años, nos vienen sorprendiendo con referencias como Aistear 2016, un tinto 100% tempranillo de rabiosa frescura y jugosidad, o ese reciente Ostara 2022, su flamante primer blanco.
De este último hablamos con Güemes, que es quien está al pie del cañón en la bodega desde hace 11 años. Él fue el encargado de localizar, tras un año y medio de intensa búsqueda, esas 20 hectáreas en Rioja Alavesa donde se pudiera hacer realidad el sueño de Francis y Kathleen. Hoy podemos decir que ese sueño está más que cumplido, ya no solo por la calidad de los vinos que están facturando en Bodega 202, sino por todo lo que está por llegar. ¿No nos crees? Sigue leyendo hasta el final y descubre lo que nos tienen preparado para el otoño de 2026.
Han pasado más de 10 años del inicio de esta aventura. ¿Cómo llegaron Francis y Kathleen hasta ti?
El proceso fue muy divertido y muy emocionante. Lo que pasó fue que ellos, haciendo el Camino de Santiago, se enamoraron perdidamente de la zona. Y entonces empiezan a soñar con crear un proyecto desde cero. Pero, claro, ellos viven entre Washington y Naples (Florida). Y precisamente en esta ciudad organizaban un festival, donde tuvieron la oportunidad de conocer a Peter Sisseck. Y el caso es que le comentaron que soñaban con montar un proyecto en Rioja, a lo que el enólogo respondió: ‘Os recomiendo que busquéis las viñas en las zonas más altas, más frescas y lo más viejas posible’. Poco tiempo después se pusieron en contacto conmigo, tuvimos una entrevista y a partir de ahí empezó un periodo de consultoría. Lo que querían Francis y Kathleen era, primero, buscar viñas, y luego tener unas instalaciones donde pudiéramos empezar a elaborar. Y en ese punto fue cuando me embarqué en el proyecto. En aquel momento estaba trabajando para otra bodega de Rioja como export manager y la verdad es que a mí, como lo que me gusta es la viña y la bodega, me fui corriendo del mundo comercial, del lado oscuro de la fuerza (risas).
Y desde entonces estás volcado al 100% con Bodega 202.
Sí, y al principio estaba yo solo (risas). Pero, gracias a Dios, tenía amigos en Rioja que me recomendaron viñas en las zonas más frescas de Rioja Alavesa, porque somos conscientes de que el cambio climático está avanzando a una velocidad que ni siquiera podíamos imaginar hace unos años. En total, me tiré un año y medio buscando viñas, una tarea nada fácil, a pesar de la crisis de venta que está sufriendo la denominación. Pero es que las viñas buenas que hay ya tienen contratos de larga duración con bodegas centenarias, pero al final conseguimos comprar 20 hectáreas de viñas, que están localizadas en las zonas más frescas, en los extremos occidental y oriental de la denominación. Más o menos, la mitad de las viñas se localizan en Salinillas de Buradón, que es un pueblo poco conocido por los riojanos, una zona maravillosa. Ahí somos los últimos en cosechar todos los años, tienen que esperar a que los pesados de 202 terminen de pesar (risas), cuando ya todo el mundo ha terminado. Pero como a la tempranillo le gusta madurar despacio para dar todo lo que tiene, todo el potencial de calidad que tiene ahí guardado, no nos queda otra. En fin, es una zona a la que yo le tengo un cariño brutal porque proporciona una calidad de uva fantástica.
Desde que arrancaste con este proyecto hasta que ha visto la luz Ostara, vuestra primera referencia de blanco, ha pasado mucho tiempo.
Efectivamente, nos hemos tirado 11 años haciendo exclusivamente tintos. Ten en cuenta que el estilo de vinos que hacemos requieren unas crías largas, tanto en barrica como, especialmente, en botella, porque ya sabes que los taninos de alta montaña son al principio un poco rudos y maleducados. Necesitan mucho tiempo de cría en barricas, a ser posible nuevas, para domesticar esa potencia tánica que tienen las viñas de alta montaña, y luego mucho redondeo en botella, sobre todo ahora que, con las tendencias, parece que cada vez están menos de moda los vinos con estructura. Por todo esto, hasta que salió nuestra primera añada al mercado, que fue la de 2015, pasaron cinco años. Y en el 2020 empezamos a comercializarla.
¿Y cómo acogisteis esos 94 puntos en el Rioja Special Report de Tim Atkin? No está mal para ser vuestro primer blanco.
La verdad es que fue increíble un reconocimiento así. Esto para nosotros es la gasolina que nos sirve para aumentar todavía más la motivación, que en mi caso viene de serie, la verdad (risas). Porque soy un verdadero apasionado del mundo del vino. Antes de aterrizar aquí, estuve de director técnico en Tagonius, de 2006 al 2012, que fueron aquellos años dorados de esta bodega, considerada en aquel momento, junto a El Regajal, las dos mejores bodegas de Madrid.
Volviendo a Ostara, ¿de dónde toma su nombre?
Todos los nombres de los vinos están en gaélico porque los propietarios, Francis y Kathleen, tienen ancestros irlandeses, y querían hacer un homenaje a través de los nombres de los vinos a sus antepasados irlandeses. Y te puedes imaginar que no es nada sencillo buscar un nombre para un vino en gaélico, ya que cualquier cosita tiene como 14 consonantes. A nivel comercial, como que no lo veo (risas), pero sí, Ostara es el equinoccio de primavera, como una especie de renacimiento. Tiene que ver con ese momento en el que empiezan a brotar las plantas, tiene un significado místico y mágico, relacionado con culturas paganas. Y lo más sorprendente de todo es que hace poco nos enteramos de que Ostara significa lo mismo en euskera, así que probablemente tengan las mismas raíces.
Trabajas mano a mano con Michael Rooney, el hijo de Francis y Kathleen. Aunque entiendo que ellos pasarán por allí de vez en cuando.
Sí, de hecho estuvimos de hecho la semana pasada juntos. Pero sus padres suelen venir como tres o cuatro veces al año, ya que allí están súper liados de trabajo. Así que vienen cuando pueden, pero yo despacho con Michael dos o tres veces a la semana, por lo menos. Él es el director y está súper pendiente de la bodega, diría que también está muy motivado y muy contento con el proyecto.
¿Y en qué estáis ahora mismo? Tras el lanzamiento de Ostara, ¿alguna novedad más entre manos?
Pues sí, tenemos una especie de arma secreta guardada que estamos esperando a que llegue el momento óptimo de consumo para prepararlo todo. Se trata de nuestro primer Viñedo Singular. Sabes que en Rioja autorizaron en 2017 una nueva categoría que está incluso por encima, a nivel de calidad, del Gran Preserva, que es el Viñedo Singular. Y tenemos esa viña plantada en 1945 en El Villar que ya ha reunido las condiciones que pidió el Consejo para hacer estos viñedos de viñedo singular. Y la verdad es que es muy curioso porque ese año se heló prácticamente más de la mitad de la denominación. Me acuerdo perfectamente que fue el día 28 de abril, San Prudencio, donde también se heló el viñedo de Francia, Italia, fue algo terrorífico... Pues bien, esa parcela no sufrió daños y nos dio una calidad de uva excepcional, súper concentrada. Y, bueno, ese será nuestro próximo lanzamiento. Lo vemos como nuestra llave para conseguir el reconocimiento a nivel internacional, que creo que nos puede ayudar mucho. Es un vino maravilloso, hecho al 100% en esta parcela que te comento. Pero tendrás que esperar al otoño del año que viene para comprobarlo (risas).