Sobre un tatami gigante, nuestros pequeños gimnastas han desplegado sus acrobacias y nos han demostrado tener una plena confianza entre ellos, lo que hace que no exista ni el miedo ni un salto demasiado alto. “¡Pase de oro, pase de oro!”, gritaba el público y aunque casi todos los miembros del jurado lo compartían, Risto Mejide no ha estado de acuerdo: “No puedo daros un pase de oro porque no ha sido perfecto”.