"Jódete, Jó-de-te"

ISMAEL BEIRO 30/07/2008 12:43

No sé qué hubiese ocurrido si durante mi estancia en la casa no hubiera tenido novia, aunque todos, al menos un minuto al día, éramos conscientes de que alguien nos observaba, esto no hubiera impedido una relación mas cercana y quien sabe lo que podía haber pasado, y que paso, entre ella y yo, porque aún la recuerdo a los pies de mi cama, en el suelo y diciéndome "¿si te doy un beso?". Yo la respondí, con una sonrisa desafiante, "no eres capaz". Y, reitero, ella era muy rebelde y a mí me gustaba estar cerca de ella, y que más da, si son cosas de la edad (tributo a Modestia Aparte).

Los días iban pasando y llegó la moda de las pelotas de tenis, pelotas que como si de las mismísimas botellas a las que Sting se refiere en su hit mundial 'Message in a bottle', llegaban llenas de mensajes. "Jorge resiste", "Jorge, Mª José sale en Interviú" "Vanesa eres la próxima" "Iván, campeón". Lo cierto es que no entendíamos nada. ¡Madre mía! ¡Qué estaba pasando! ¿Por qué llovían decenas de pelotas con mensajes? No tardaron en colocarnos una red anti-todo para evitar que tuviéramos contacto con el exterior pero ya teníamos nuestras propias conclusiones o al menos las mas importante, ¡¡Qué nos veían!!Y yo, como ingenuo que era, aunque ahora menos pero sigo pecando de lo mismo, siempre pensaba ¿pero quién puede estar viendo este programa? Debo de reconocer que cuando entre en la casa de 'Gran Hermano' era el que menos información tenía. Mis compañeros sabían del 'Gran Hermano' holandés, del alemán, quien había y cuanto habían ganado. No entendía nada. Venía de terminar con las prácticas relacionadas con mi carrera, la marina mercante, el estar encerrado en un barco con gente que desconocida, marinos de otros puertos, me valió para adaptarme muy pronto al barco de 'Gran Hermano'.

Tras la segunda expulsión

Los primeros días después de la salida de Silvia e Israel fueron de los más catatónicos. Primero pensábamos que por Silvia, al abandonar la casa, tenía que entrar alguien. Luego fue Jorge quien vería cómo día a día se frustraba su papel de Romeo en la que sería la película de su vida, el clásico de Shakespeare o quizás debería de referirme a una cinta más actual y aludir para la ocasión a Richard Gere y Julia Roberts. Lo cierto es que nos dejó, y con él una de las piezas claves de la casa, pero descansamos.

Con él se fueron sus constantes preguntas. ¿Creéis que me quiere? ¿Me estará esperando? Nos sentíamos contentos de saber que, por fin, se reencontraría con su amada. Hubiese dado lo que fuera por ver a través de un agujerito el encuentro de ambos.

Y la mala suerte viene a buscar a Nacho. Una desagradable enfermedad iba acabando con la vida de su padre y la dirección del programa creyó conveniente comunicárselo, era lo más sensato y hasta le preguntaron en el confesionario si se quería marchar. Y Nacho, lógicamente así lo hizo. Ya por entonces Vanesa y él habían dado los primeros pasitos. En tan poco más de un mes, tres abandonos y tres parejas. Fueron varias las veces que durante el encierro se me saltaron las lágrimas, por las expulsiones, por los abandonos, todos por amor, pero fue el amor de Nacho hacia su padre, el cómo hablaba de él a boca llena y como se le iluminaba la cara cuando nos contaba la eminencia de padre que tenía. Esos recuerdos de la maldita enfermedad, capricho del destino, fueron de lo que MÁS sentí.

Y llegaron las sorpresas con nombre propio, Mónica, Koldo (que nombre era ese) e Iñigo con el cual coincidí en un casting en Sevilla y ya me pareció un sujeto a estudiar.

En las primeras noches, con los nuevos habitantes recuerdo que Mónica dudaba de mi tendencia sexual, venia muy influenciada por el sistema y lo que podía haber visto en los diferentes programas de la cadena como entendería la salida. Lo que no se me olvidará, una noche todos sentados por el cuarto de baño y ella, aún creyendo un idilio entre Iván, es cuando se dirigió a todos y dijo "¿Yo? Pues yo nunca me acostaría la primera noche con alguien que acabo de conocer". Días después, abandonaba la casa con una extraña sensación de culpabilidad, confusa, y a las puertas de una gran depresión. La recuerdo con mucho cariño. Era una chica muy valiente en busca de nuevos horizontes. A día de hoy espero que sea muy feliz. Se lo merece.

La historia del porro

Koldo era de los tipos más sinceros que he conocido. Te hablaba sin tapujos de cualquier tema por tabú que fuese. Sexo, drogas y hasta rock&roll. Una de esta noches, en la oscuridad, se enciende un cigarro y un comentario delata la faena:

- "Huele a porros", dijo Mónica

- "Pues yo no huelo a nada", exclamé, a la vez que le tiraba un pellizco a Monica, y ella continuaba.

- "Que sí, que sí". Iván se sumó a mi intento de cubrir a Koldo pero, de repente, alguien gritó "¡Koldo, a la sala de confesiones!". La voz de 'Gran Hermano' habló, todos entendíamos que el tirón de orejas que le esperaba a nuestro claro compañero sería de órdago.Y así fue, con la cara desencajada, lívido.

-"Bua, chaval, la que me ha caído". Hasta el día siguiente que le inflamos a preguntas.

De Iñigo poco puedo decir que no se sepa. Que intentábamos todo el día sacarle información con la consiguiente advertencia y amenaza en la sala de confesiones de abandonar la casa, y algo nos contaba y se enfadaba cuando algo se le escapaba a nuestras preguntas trampa y nosotros reíamos a sus inocentes respuestas, y es que era como un niño encerrado en el cuerpo de un adulto. Sólo a el se le podía ocurrir traer tres polos del mismo color, verde, de los cuales uno conservo como regalo y los calzoncillos iguales. Incluso un día medio en broma medio en serio me hizo ponerme de rodillas antes una cámara suplicando una explicación, creo que nunca conoceré a un individuo tan pintoresco. Aunque quien lo sufrió de verdad fue y le hizo tener solo ojos para ella. Su acercamiento hacía nosotros y su cariño hacia ella fue fruto de la mediatización del programa, seguido semanas antes por él y los consejos de sus amigos y familiares. Ania

Vanesa, tercera expulsada

Por aquel entonces pasábamos horas en el jardín. Recuerdo que una noche estábamos Marina, Ania, Vanesa, Iván y yo, y Marina se dirigió a mí, preguntándome "¿tú cual de nosotras tres crees que va a ser la siguiente?" Eso me hizo suponer que el asturiano y yo nos libraríamos aquella vez. Bromeé con las gallinas y llegaron las risas, luego los recuerdos y para currar los llantos. Después de nominar y respirar, respirar al decir el nombre de los nominados, que éramos todos, así lo habíamos pactado, llegó la Gala de Expulsión y la persona que abandonaría la casa fue Vanesa.

Lo sentí, muchísimo, como hubiese sentido el de cualquiera de nosotros con ella me porté como un caballero, nos respetábamos mucho y nos temíamos mucho cariño y si de algo podíamos estar contentos era de que se reencontraría con Nacho. Por otro lado le vendría muy bien el apoyo de Vanesa por los desagradables acontecimientos personales. Volvió nuestro minuto de egoísmo, de reflexión y de cálculos en el tiempo. Al menos dos semanas más permaneceríamos dentro de la casa.

Esa frase, rebelde y adolescente, carente de toda maldad, pero envuelta en el coraje juvenil que Vanesa siempre demostró, la pagó cara, la audiencia la expulsó, con un porcentaje del 46.24% . Siempre la recordaré como una chica que no se le caían los anillos, dispuesta a todo por agradar y a colaborar en todo momento. Te mando un beso desde aquí. En la actualidad Jorge trabaja de Relaciones Publicas en Ponferrada. Vanesa y Nacho siguen juntos, ella regenta una tienda de ropa en Salamanca y él ejerce de médico. Son la pareja más duradera de todo el Universo gran Hermano.