Dos de la mañana en la discoteca de Guadalix. Suso y Ricky, que llevan toda la noche juntos, bailando, gritando y comportándose como trogloditas deciden enterrar el hacha y convertirse en los mejores amigos de ‘parranda’. El primero en hablar es Suso, que lleva toda la noche huyendo de Raquel: "Ricky y yo nos estamos conociendo. Al principio teníamos dudas, pero Ricky es un hombre sincero, te dice las cosas a la cara. Pese a sus músculos, dentro es puro amor", dice al micrófono.
Después de quitarse la camiseta y fardar de músculos en el espejo, Suso reconoce que tiene celos y veía en Ricky una amenaza en su relación con Raquel. “Los dos somos perros de caza. Yo soy un rayao, me hago la olla. Me hice la olla una vez contigo, en la cena romántica con Raquel, pero dos no. En esa cena me obsesioné y no escuche más. Sólo oía 'Ricky, a por Ricky', pero tú no me habías dado ningún motivo. Me equivoqué. Ahora creo en tus palabras. Confío 100%. Me olvido de todo”.
Ricky choca con su compañero y dice que no va a permitir que ninguna mujer afecte a su amistad, pero en ningún momento llega a decir que no le guste Raquel. "Yo lo valoro. La vi una tía madurita, bien, guay", dice.
Una hora más tarde, Suso vuelve a demostrar que siente celos, pero esta vez la toma con Raquel. Mientras ella le propone un edredóning, él sale con evasivas. "No me apetece..Yo llevo toda la fiesta con Ricky a mi bola". Ambos terminan discutiendo por los celos, ella le echa en cara su actitud con Sofía y él recrimina un flirteó de la extremeña con Ricky: "Ibas a hacer un streptease con él. A mí esas bromas no me gustan. Son niñatadas", dice Suso, que pone punto final a la discusión para seguir de fiesta.