El diagnóstico de Fisher Price sobre su paraplejia pilla a todos por sorpresa

  • 'Contubernio 49' se enfrenta al dilema de poner o no un ascensor para los pisos interiores

  • La personalidad del veterano de guerra de Agustín sale a flote

  • También aparece Don Simón

Amador estaba empeñado en conseguir que instalasen un ascensor para los pisos interiores de Contubernio 49. Pero como no lograba que ningún vecino de más 70 años le apoyase, obligando así por ley a la comunidad a hacerlo, aprovechó que Fisher Price reaparecía en su vida para lograrlo al ser un vecino en silla de ruedas. 

Hacía mucho que Agustín no dejaba salir al veterano de la guerra de Vietnam. Desde su silla, el herido de guerra seguía metiéndose con los vietnamitas y poco parecía importarle lo del ascensor. 

Antonio Recio incluso había promovido una manifestación contra la presidenta de la comunidad, que ante los medios tiró a Fisher Price al suelo esperando que éste, sabiendo del trastorno de Agustín, se levantase. La presión hizo que la presidenta cediese pero antes decidió jugar una última carta: llevar a Agustín al neurólogo para que certificasen que podía andar. Sin embargo, el resultado de las pruebas médicas de Fisher Price pilló a todos por sorpresa, incluido a Amador, que ya se temía lo peor. 

En una nueva junta, todo parecía que finalmente el ascensor no se instalaría debido a los 60.000 euros de derrama que costaba. Fisher Price, además, había desaparecido dando paso a Massimo, un italiano seductor. Pero alguien en 'Contubernio 49' ha tenido la última palabra.