El GLP o AutoGas es una mezcla de butano y propano, dos gases que se pueden licuar fácilmente por compresión. El depósito de GLP de los coches suele colocarse en la cavidad en la que tradicionalmente se ha colocado la rueda de repuesto y su recarga se cuenta por litros. El repostaje es parecido al de la gasolina, aunque debido a la compresión que requiere, la boca de carga se conecta con el circuito del vehículo de manera hermética.
El GNC es similar en composición al utilizado en el hogar, aunque optimizado para su uso en la automoción. Es un gas liviano que no puede licuarse por compresión sin enfriarlo antes a -161ºC; por este motivo, en los coches, se almacena comprimido a una presión de unos 300 bares y se cuenta por kilogramos a la hora de repostarlo.
La principal ventaja de los vehículos propulsados a gas es el coste económico que supone su uso ya que tiene un precio que ronda los 70 céntimos.
Tanto los vehículos de GLP como los de GNC son bi-fuel, por lo que tienen tanto depósito de gasolina como de gas, y su mecánica está preparada para funcionar con ambos combustibles.
El GLP cuenta con una red de más de 650 puntos de suministro distribuidos a lo largo de todo el territorio nacional, lo que permite conducir por todo el país utilizando solo este tipo de combustible. En el caso del GNC las gasolineras para su repuesto son menos en número.