Indonesia incuba el exquisito "nido de pájaro" que China paga a precio de oro

AGENCIA EFE 05/05/2011 10:32

En esta ciudad de la isla de Borneo las únicas casas que más de un piso de altura son las que albergan las moradas de pájaros que empezaron a surgir hace unos seis años, cuando inversores chinos se dieron cuenta de que el clima y situación eran condiciones adecuadas para criar vencejos, la especie de ave que produce el tipo de nido que reclaman las firmas que los comercializan y los consumidores.

El vencejo, similar a la golondrina, elabora su nido con saliva y le otorga una textura única que convierte a esta sustancia en una exquisitez gastronómica por la que se llegan a pagar miles de euros en China y en las grandes comunidades de chinos que hay en todos los países de Asia.

En el centro de esta pequeña "ciudad de los pájaros" se suceden los edificio de cemento de aspecto antiestético, sin ventanas pero con diminutos agujeros por los que se cuelan centenares de aves que en estos moran.

Son muchos los vecinos que se quejan de los problemas que acarrea la gran abundancia de pájaros, cuyo número dicen que quintuplica en tamaño a la de residentes en Kumai, unos 20.000 según la municipalidad.

Al amanecer y al caer la noche, bandadas de miles de vencejos revolotean por encima de los edificios en los que están ubicados los nidos, con lo que el cielo oscurece y se torna de color pardo en medio de un ensordecedor gorjeo que se oye hasta a varios kilómetros de distancia de Kumai.

"El ruido que hacen los vencejos no deja dormir a los niños por la noche, ensucian todo el pueblo con sus excrementos y tememos que traigan enfermedades", se queja Bandiras, un profesor de la escuela local.

Las aves no son las únicas culpables de ese estruendo, ya que para atraer a los vencejos las personas que viven de este negocio emplean a diario altavoces que emiten grabaciones de trinos.

La inversión de los propietarios de estas "fábricas de nidos" es relativamente poca: la adquisición de un terreno, levantar un sencillo edificio sin apenas ventilación y comprar un aparato de música para atraer a las aves.

Los vencejos, poco amenazados por depredadores en Kumai, anidan en estos edificios y subsisten de los alimentos que encuentran, por lo que lo aquellas personas que viven de estos se limitan a recolectar los nidos que los pájaros construyen en el interior.

"Los de menor calidad se recogen cada tres semanas, pero para los más caros hay que esperar hasta tres meses porque su textura es más densa", explica Harry, un emprendedor local.

Harry precisa que los nidos "son muy delicados y deben limpiarse de toda impureza -plumas o excrementos- con mucho cuidado".

El kilogramo de "nido de pájaro" de mejor calidad se llegar a pagar hasta 3.000 dólares (unos 2.000 euros) en China, Hong Kong, Singapur y Taiwán, los más interesados ya que en Indonesia este manjar apenas se consume.

La gastronomía china emplea esta vianda disuelta en agua por su valor proteico y la textura gelatinosa que le otorga a la sopa, considerada única por los 'gourmets' que ya lo denominan el "caviar del Este".

Al principio, los propietarios de estas fábricas de nidos de Kumai procedían de China aunque cada vez más son los indonesios que participan del negocio atraídos por el dinero que deja.

La explosión de la producción de nido de pájaro en Indonesia comenzó hace apenas una década -ahora ya acapara el 70 por ciento del mercado mundial- sin embargo, su comercialización en el archipiélago asiático se remonta al siglo XVII.

La obtención del nido de pájaro por parte de los humanos seguía entonces métodos menos intensivos y más tradicionales, cuando los buscadores de esta delicia se adentraban en las húmedas y oscuras cuevas en las que anidaban los vencejos.

En el siglo XX, y por casualidad, un agricultor de Java descubrió al regresar a su casa tras un largo peregrinaje que centenares de vencejos habían convertido en su guarida para anidar la habitación en la que vivía y cuyas ventanas había cubierto antes de su marcha.

"Así que decidió imitar las condiciones de este cuarto en otras estancias y tuvo éxito, de forma que inventó una técnica para criar estas aves", relata Ani Mardiastuti, especialista de la Universidad de Agricultura de Bogor.

Paula Regueira Leal