Manu Madrigal, el profesor universitario que la crisis convirtió en tatuador con 50 años

  • En 2008, este diseñador gráfico perdió a la mayoría de sus clientes en la crisis de la burbuja inmobiliaria

  • Ahora combina la docencia con el tatuaje y se ha convertido en un referente tatuando sobre cicatrices

  • Las zonas más peligrosas donde hacerse un tatuaje

En Argentina hay una mujer con una cicatriz buscando desesperadamente un billete de avión para venir a España. Quiere que le tatúe Manu Madrigal, a quien se le acaba de quedar un hueco libre la semana que viene. Este sevillano de 60 años se ha convertido en uno de los referentes del tatuaje de reparación, dentro y fuera de nuestras fronteras. 

Con sus diseños esconde bajo la tinta todo tipo de cicatrices, desde una cesárea hasta las quemaduras de un incendio, tatuando donde muchos otros profesionales no se atreven a hacerlo. Lo curioso es que Manu hace diez años no había hecho un solo tatuaje en su vida. 

"La vida da muchas vueltas", resume Manu, profesor universitario y diseñador gráfico de formación. Una de esas vueltas llegó con la crisis de 2008. Además de dar clase, Manu trabajaba como diseñador publicitario y muchos de sus clientes eran inmobiliarias y grandes empresas que quebraron.

La burbuja inmobiliaria acababa de estallarle en la cara con 49 años y dos hijos... Y fue precisamente uno de ellos quien le dio la solución. "Mi hijo Guillermo acababa de terminar la disciplina de escultura en Bellas Artes", recuerda ahora Manu, "y comentó que le interesaba el tema de los tatuajes".

Dicho y hecho. Sin ni siquiera decírselo a su hijo, Manu apuntó a los dos en un curso de formación para aprender a tatuar. No le era ajeno. Como diseñador controlaba perfectamente el dibujo, "pero me faltaba habilidad con el instrumento y el soporte", reconoce Manu. 

Poco a poco fue dominando la técnica y cuando se vio preparado, empezó a practicar con la aguja. "El primer tatuaje se lo hice a un amigo de Guillermo en mi propia casa", nos confiesa. Luego a su hijo, después a su hija y el cuarto tatuaje ya lo hizo en un local que había montado, Twotattoo.

Tatuaje reparador

"Aquello me fue enganchado", nos confiesa, y así llegó al tatuaje reparador. "Vi un curso de reconstrucción de mastectomías en Madrid y me apunté", dice Manu. La vida entonces volvió a girar para él, pero esta vez no demasiado. Empezó a familiarizarse con todo tipo de cicatrices y se especializó en trabajar con ellas.

Para cada tatuaje debe estudiar la forma, la textura y el tamaño de la cicatriz. Se trata de adaptar la idea que tiene el cliente para cubrir esa zona. "A ellos les cambia la vida el tatuaje, pero ellos me la cambian a mi", dice Manu que confiesa que es de lágrima fácil y que más de un tatuaje ha terminado abrazado al cliente.

"Tengo amistades hechas por el tatuaje reparador", nos cuenta. Amistades que perduran en el tiempo y de hecho a muchos de ellos vuelve a verlos, y no siempre para tatuarlos. "Este verano he ido a ver a un vasco al que tatué y también fui a Alicante a ver a unos franceses que fueron clientes", confiesa Manu.

Una familia de tatuadores

Su hijo es su compañero de trabajo. Guillermo se ha especializado en blackwork, un estilo de tatuaje que solo trabaja con tinta negra, sin sombras ni grises, y donde el protagonista es el contraste. "Justo ahora está en México que ha ido para tatuar", presume su padre.

Poco a poco la pasión por la tinta se ha ido extendiendo en esta familia. Su hija Marta estudió Ciencias del Deporte. "Tenía unas notazas", vuelve a presumir Manu. Vivía en Francia, lejos de la familia y de sus tatuajes, pero una inesperada lesión en la rodilla la llevó de vuelta a Sevilla para recuperarse.

"Estaba en silla de ruedas", recuerda su padre, cuando le dijo que se apuntara a uno de los cursos de tatuaje reconstructivo que empezaba a dar Manu ya como experto. "Para que echara el rato", y así, combatiendo el aburrimiento ella también acabó cambiando de profesión.

Se especializó en trabajar en pieles con escoliosis y ahora en Toulouse, donde vive, se ha convertido en toda una referencia del tatuaje reconstructivo. "La conocen por todo el sur de Francia", dice Manu. Marta ya lleva cinco años trabajando, ha recibido varios premios y tiene clientes que vienen a verla hasta desde Estados Unidos.

"¿A ti te abrazan los clientes?"

"A día de hoy el tatuaje se ha convertido en el 90% de mi vida profesional", dice Manu. El otro 10% sigue siendo la docencia porque aún da clases de publicidad y es profesor de un máster de diseño gráfico y web. Sin embargo, ahora todos sus diseños se hacen sobre la pie y cuando echa la vista atrás no se arrepiente ni de los tropezones. 

Un día se reencontró con un antiguo compañero de su época de diseño publicitario. Al decirle que ahora se dedicaba a hacer tatuajes se sorprendió y le preguntó si estaba mejor que antes. Manu le contestó... "¿A ti te abrazan los clientes? A mi, ahora todos los días". 

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