Dar a luz en la oscuridad, la maternidad a ciegas de Raquel: "Me tenían que describir las ecografías"

Mara solo tiene dos meses de vida, es tranquila y de momento no complica demasiado la vida de sus padres. "No lo voy a decir muy alto", bromea su madre, "pero hasta ahora nos lo pone fácil". Este es el viaje que ha hecho a ciegas Raquel Gómez, sevillana, de 36 años e invidente de nacimiento, hacia la maternidad.

"Empezamos a buscar como cualquier pareja", dice Raquel. Y cuando sospecharon que podían haberlo conseguido fueron a la farmacia para comprar un test de embarazo. "No existe ninguno adaptado o con altavoz que yo sepa", lamenta la joven, así que tuvo que ser Mario quien, tras comprobar los resultados, le comunicó que había dado positivo.

Su pareja, con deficiencia visual, intentó acompañarla a todas las ecografías que pudo. Otras veces Raquel iba con su cuñada. "Me tenían que describir las ecografías", cuenta a NIUS, "me decían si estaba chupándose el dedo o tiene la mano en la cara"... y Raquel se lo iba imaginando. "Con 12 semanas me dijeron que estaba como un rosco", se ríe Raquel, y en su cabeza lo veía recogido sobre sí mismo "como un circulito".

Los latidos del corazón

Sin poder verlo, escucharlo era su mayor contacto con su nueva realidad, así que en todas las consultas pedía que le pusieran el sonido del corazón de Mara. "Su latido era lo único que yo tenía", dice Raquel, "aparte de eso ya está". Y durante meses su hija era solo eso: el ritmo acelerado y fuerte de un corazón.

Pronto Mara empezaría hacerse notar de otras formas. Con patadas y giros dentro de la barriga, con dolores y molestias a la hora de dormir... Pero Raquel seguía sin saber cómo era su hija... hasta el día en el que un amigo les regaló una ecografía 5D. "Con ella luego encargó que hicieran una figura del bebé", nos cuenta. Aquello cambió todo el embarazo para Raquel. 

Estaba viendo por primera vez a su hija. Emocionada, empezó a tocar con una mano la figura. "Le toque la carita, los rasgos de los ojos...", cuenta a NIUS. Con la otra mano se tocaba la barriga y fue allí donde Mara se hizo aún más real para Raquel. "Impresionante", dice la joven, "estaba en estado de shock".

El parto

Pasaron las semanas y el embarazo iba bien hasta que un día antes del parto, una pequeña fisura en la bolsa obligó a Raquel a quedarse ingresada en el Hospital Virgen del Rocío (Sevilla). "Solo pedimos una habitación individual", explica Raquel, "para manejarte mejor por la habitación y no tocar las cosas a otra persona". 

Como no rompió aguas, al día siguiente le indujeron el parto. Eran las 11 de la mañana y a las siete de la tarde Mara ya estaba en sus brazos. "Fue súper bonito", recuerda Raquel, "porque te la ponen encima y fue reptando hasta el pecho". Al llegar le esperaba la mano de su madre, que, con la palma, fue palpando su cara. "Me emocioné cuando le pude tocar la cara a mi hija", dice la joven, "era igual en la figurita".

Entre la emoción y las lágrimas del momento, Raquel quiso tocar otras dos cosas que tampoco había podido ver durante el embarazo. Y así las matronas cogieron su mano y se la acercaron para que palpara la placenta y el cordón umbilical mientras le explicaban cómo eran. "Eso me impactó muchísimo", confiesa a NIUS. 

Ya era real... "Podía verla con mis manos", recuerda ahora su madre... Mara estaba allí y todo lo que Raquel solo había podido imaginar durante esos nueve meses había nacido con ella. 

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