La vida sin Kika, víctima de la violencia de género: "Mi hija no debería estar en esta urna"

A las once de la noche sonó la puerta de su casa y no era su hija. Era la Policía pidiéndoles que fueran al cuartel de la Guardia Civil de Armilla, en Granada. "Si le hubiera pasado algo nos habrían dicho que fuéramos al hospital", pensaron Mar y su marido. "La niña estará bien", se consolaban... Pero Kika llevaba tres horas muerta, la había matado su expareja de un disparo de escopeta en el campo de tiro de Las Gabias.

"Su hija ha fallecido", le dijeron. Y en aquel cuartel se desató la tormenta. Mar enseguida pensó en el chico con el que su hija había estado saliendo. "¿Qué le has hecho?", gritaba al aire hasta que alguien la interrumpió: "Señora, los dos han fallecido". José Miguel se había suicidado poco después de acabar con la vida de Kika.

El relato de aquella noche está grabado en la memoria de Mar y lo revive cada día. "Nos dijeron que nos fuéramos a casa". Allí tuvieron que decirle a su hija pequeña Tessa que su hermana había fallecido. "Se lo dijo mi marido porque yo fui incapaz siquiera de entrar", explica Mar. Con un diazepam la pequeña fue la única que consiguió dormir esa noche.

Sentado en la puerta de casa, Mar recuerda al padre de Kika hablando solo con el peluche de su hija en una mano y en la otra una foto de ella. "Ven ya, por qué estás tardando tanto", decía, "como no vengas ya te voy a castigar". Tanto gritaba que los vecinos que aún no sabían lo sucedido llamaron a la policía.

Han pasado cuatro años desde aquella noche y en la casa de Mar la herida escuece porque sigue abierta. "Todavía espero que entre por la puerta", dice su madre, que aún mantiene el móvil de su hija activo para poder ver las fotos y vídeos que ella se hacía. Y cada noche al acostarse escucha su voz en los audios para poder dormirse.

El recuerdo de Kika

Kika tenía 21 años, estudiaba Filología Hispánica en la Universidad de Granada. Aquel 10 de mayo estaba estudiando en casa cuando decidió salir. "No toquéis nada que subo ahora", le dijo a sus padres y dejó sobre la mesa abiertos los apuntes de los exámenes. Les aseguró que iba a ver a una amiga para que le arreglara las uñas. No era verdad.

Abajo le esperaba su ex pareja, José Miguel Fernández, de 24 años. "Le convencería para que fuera", supone Mar, porque en ese momento ya no estaban juntos. Aún así accedió y le acompañó al campo de tiro de Las Gabias donde él solía practicar con su escopeta ya que tenía licencia de armas.

"Si llego a saberlo...", se lamenta una y otra vez su madre. Pero no lo sabía; Kika no lo denunció, aunque sí comentó alguna vez a sus amigas los problemas que tenía con su ex pareja. Ahora iba a poner distancia con un viaje a Suiza que le habían comprado sus padres para después de los exámenes.

"Kika tenía que estar viviendo su vida", dice Mar, "mi hija no debería estar en esta urna". Junto a una foto de familia, las cenizas de Kika siguen en el salón de su casa. "Ella siempre está presente", dice Mar. Nadie de su entorno deja que se olvide. Tampoco los amigos de Kika.

Cuatro años después, al teléfono de Mar siguen llegándole mensajes de ánimo de los compañeros de su hija. "El día de su cumpleaños siempre me escriben", cuenta a NIUS. Muchos han querido rendirle diferentes homenajes con retratos, tatuajes y hasta una de sus amigas llevó su nombre en la liga de su vestido el día de su boda. "Lo llevaba escrito junto al de su abuela", nos cuenta Mar.

Su hermana Tessa decidió estudiar Derecho a raíz del asesinato de Kika. Ahora está en tercero de un doble grado con Ciencias Políticas. "Quiero ser abogada para poder prevenir y ayudar a salvar vidas, que no tienen que ser arrancadas, y para que se haga justicia, que no se está haciendo ahora", dice Tessa en una carta que escribió a sus compañeros de carrera.

Cada vez que Mar oye la noticia de un nuevo crimen de violencia machista tiene que apagar la televisión. Ahora con el Día contra la Violencia de Género le vuelve a pasar. Todo le devuelve a aquella noche de 2018 de la que no consigue escapar... "Yo traje a este mundo a una niña de cuatro kilos y medio", dice su madre, y ahora que no está, la vida ya no es vida para Mar.

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