Rocío Amaro 27 ABR 2025 - 07:00h.

SevillaEn Sevilla, quien posee una caseta en la Feria, posee un tesoro. Es uno de los bienes más cotizados del patrimonio tradicional de la ciudad. Contar con un lugar al que acudir en una de las fiestas de mayor calado en la capital hispalense es un lujo del que solo unos pocos pueden disfrutar.

En concreto los dueños de las 1.058 casetas que conforman el Real sevillano. Hay "dueños" de todo tipo: un grupo de amigos, una asociación o entidad, familias casi al completo, empresas, administraciones o partidos políticos. Siempre son los mismo, año tras año la misma caseta para el mismo propietario, salvo que se cometa algún error... y se cometen.

Es casi imposible pensar que alguien de forma voluntaria abandone o ceda su propiedad de toldos de rayas y farolillos. Esto provoca que las listas de espera de los sevillanos que quieren acceder a la posibilidad de "tener caseta", como se dice popularmente, se vuelvan infinitas.

Más de 20 años esperando

La familia de Mar no perdió la esperanza. Hace 24 años un fatal olvido (no pagaron las tasas) les hizo perder la caseta con la que contaban. Hoy, dos décadas después, el mismo error de otra persona les ha devuelto lo que se les esfumó: "Somos los hijos de quienes la solicitaron en su día, porque con el paso del tiempo muchos de ellos ya no están", dice la recién estrenada socia de una caseta.

La van a llamar igual que la que perdieron "Gran Alvero", y esperan disfrutar de un espacio de reencuentros: "Hay parte de la familia que vive fuera, por eso se va a convertir en un punto de unión", dice feliz y con ganas de vivir una Feria lo más parecido posible a la que vivió con 20 años menos.

Ella ha sido una de las siete familias afortunadas que este año han conseguido acceder a una caseta. Más de 20 años esperando en una lista para algo que pensaron que nunca llegaría. Pero la paciencia les ha devuelto la ilusión.

Errores administrativos

Por contra, siete familias, o entidades varias, han perdido la suya. Habitualmente esto pasa porque los actuales dueños olvidan pagar las tasas obligatorias en el periodo de tiempo estimado.

Es una historia que necesita de un perdedor para que alguien gane. El espacio es el que es, y mientras que eso no cambie las listas de espera seguirán creciendo y desesperando a más de uno.

Por el camino hay muchos solicitantes que se van, y son sus hijos o incluso nietos quienes se quedan con el deseo de cumplir ese sueño que no llegó a ser.

Quizás algún año el aforo del Real se amplíe, es el tema más recurrente año tras año: más casetas, más espacios, más lugares públicos... Pero por el momento, todo sigue igual y solo unos pocos podrán decir: "Te veo en mi caseta".

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