La historia de superación de María, medalla de oro en culturismo con 46 años: "Me decían que no podía, y ahora soy campeona"

Con 46 años, dos hijos y a punto de convertirse en abuela, María de los Ángeles Cazorla ha logrado la medalla de oro en la Copa de Andalucía de Culturismo Femenino
Entre pesas, dietas estrictas y ensayos de coreografía, la gaditana combina su vida familiar y laboral con el culturismo
CádizMaría de los Ángeles Cazorla, gaditana, más concretamente del Puerto de Santa María, acaba de demostrar a los suyos que los sueños no tienen edad. A sus 46 años, con dos hijos y a punto de ser abuela, la deportista acaba de conseguir la medalla de oro en la Copa de Andalucía de Culturismo Femenino, en la categoría bikini master, una competición organizada por la Federación Andaluza de Fisicoculturismo y Fitness y celebrada en Rota el pasado mes de octubre.
Su historia es la de una mujer que decidió romper con los estereotipos y apostar por un deporte tradicionalmente asociado a la juventud e incluso a los hombres. "Siempre me han preguntado por qué me inicié en el campeonato de culturismo y fue precisamente porque estaba cansada de escuchar a mujeres decir que ya no se podía" explica María. "Con 30 años ya me decían que era tarde, que mi momento ya había pasado, y yo me negaba a creer eso". Así que un espíritu competitivo y las ganas de callar bocas fueron la chispa que la llevó a subirse a un escenario que, hasta entonces, parecía reservado para otras generaciones.
Comenzó entonces un camino que no fue fácil, ni inmediato, aunque sí que fue decidido. Hace algo más de un año, María buscó a su preparador, a su coreógrafa y a sus costureras para los bikinis que se usan en las competiciones, todos ellos hechos a mano. "Empecé a prepararme y acabé con la sorpresa de tener el oro entre mis manos" cuenta emocionada. "Esto solo en el primer año, así que ahora quiero ir a más". Porque a ella este éxito no le ha hecho conformarse, ahora su objetivo es seguir avanzando y prepararse para la siguiente categoría.
Rutina exigente y una vida equilibrada
No hay más que verla para saber que detrás de esa musculosa fachada hay un trabajo y una rutina muy exigente. Se levanta cada día a las seis de la mañana y media hora después ya está en el gimnasio, donde entrena hasta las nueve. Los días que tiene coreógrafa, ensaya durante tres horas más, algo que ocurre dos veces al mes.
Eso no es todo. Ahora hay que sumar una dieta estricta que requiere paciencia y control: "Hoy me he comido 80 gramos de pasta más 170 gramos de pechuga de pavo con su ajito y perejil. Le falta sal, pero bueno", lamenta. Un día a la semana, normalmente los domingos, puede tomarlo de descanso, en todos los sentidos, pero nunca usando son días los previos a la competición.
Es una dedicación más que evidente al culturismo, pero María mantiene una vida familiar tan activa como ella misma y tan equilibrada como su alimentación. Tiene una hija de 19 años con la que convie y un hijo de 29 que está a punto de hacerla abuela. "Mi nieta se va a llamar María como yo porque dice mi nuera que soy inspiración", relata.
Además, combina su entrenamiento y su disciplinada vida con su trabajo como ama de casa, y con el cuidado de sus animales en el campo, porque para todo hay espacio y tiempo si se organiza como es debido, o al menos es lo que le pasa a esta campeona del culturismo.
Fuerza, resistencia y pasión por el culturismo
A sus 46 años y con dos hijos criados, se siente fuerte y capaz para todo lo que le venga: "Con mis piernas levanto 290 kilos y eso yo peso 50 kilos" dice divertida. "Soy como una hormiga, que levanta cinco o seis veces su peso", Y es que con sus 158 centímetros de altura, lo apuesta todo a que no se le mueve ni un milímetro de carne en su cuerpo: "estoy dura como una roca", y a la vista queda.
Por todo ello no es casualidad que tenga tatuados dos tiburones blancos en el brazo, un símbolo de fuerza y resistencia que se hizo al decidir competir: "ellos, como yo, no pueden nada para atrás, por eso me representan", cuenta.
Una historia que María no vive sola, sino junto a su familia, a la que considera un apoyo fundamental: "mi hijo se sorprende al verme transformada sobre el escenario", dice de quien ha seguido sus pasos. Como también ha empezado a seguirlos, aunque de forma más literal, su madre, que hasta entonces no la había visto en acción, y a quien le preocupaba el tamaño de los bikinis. "Ccuando me vio se le olvidó el bikini y dice que me veía que parecía que volaba, que siguiera así", recuerda.
Sueños que no tienen edad
Con su historia, María demuestra que la edad no es un obstáculo para perseguir sueños, incluso en disciplinas tan exigentes como el culturismo. "Esto no es un deporte solo para gigantones", recalca. "Mi sueño era competir y subirme a una tarima, pero ese sueño se ha multiplicado por un millón". Porque no es solo su primer oro, sino que es además el inicio de una trayectoria cubierta de disciplina, constancia y pasión.
Nunca es tarde para empezar algo nuevo y alcanzar metas que parecían reservadas para otros. Porque la perseverancia y la disciplina pueden convertir los sueños en realidad.
