La Cerdanya, solo para locales: vecinos de la comarca, contra la construcción de segundas residencias: "Los precios nos expulsan"

Vecinos de la Cerdanya piden frenar la construcción de segundas residencias. La denuncia resulta polémica en una comarca donde el 50% de su PIB procede del turismo, principalmente de la temporada de esquí y residencias de veraneo para familias de poder adquisitivo medio - alto. Varias entidades denuncian que este fenómeno ha disparado el precio de la vivienda y los residentes no pueden asumir un alquiler ni una hipoteca.

"Una vivienda de obra nueva no baja de los 300.000 euros. Puede que para alguien de Barcelona sea lo normal pero los salarios del Alto Pirineo son los más bajos de toda Cataluña. El nivel de vida es elevadísimo para nuestros sueldos", explica a NIUS Marcel Sangení, portavoz del Col·lectiu per l'Habitatge a la Cerdanya que reclama la implicación de las administraciones para revertir la situación.

Proponen limitar las nuevas promociones de lujo: "No tiene mucho sentido cuando no existen viviendas para los vecinos", explica aunque insiste en que no están en contra del turismo: "Somos conscientes de su peso en nuestra economía. No planteamos que dejen de venir, el turismo está, pero queremos una planificación territorial para que el resto podamos echar raíces i vivir en la comarca", reclaman.

Organización reciente para un problema de hace años

Forman parte del colectivo una quincena de entidades vecinales, sociales y ecologistas. Reconocen que apenas tienen trayectoria pero que ahora han empezado a organizarse para reclamar una solución: "Las instituciones saben que tenemos un melón abierto pero no hay voluntad política de solucionarlo", explica.

"Yo soy de Bellver y el núcleo urbano se ha ampliado una tercera parte para vivienda residencial", cuenta Sangení. "Pero algunos vecinos deben emigrar a comarcas como el Berguedà o Alt Urgell porque los precios los expulsan. No queremos irnos", reclama.

La alcaldesa de Bellver de Cerdanya, Laia Sierra, reconoce la problemática pero considera que las administraciones tienen poco margen de maniobra: "No podemos limitar la construcción de segundas residencias a un propietario de una parcela urbana que lleva años pagando su contribución", explica y pide comprensión para ambas partes: "Tanto para los que viven aquí como para los propietarios de segundas residencias", cuenta. Sierra afirma que el consistorio cederá dos parcelas a la construcción de viviendas de protección oficial pero que el proyecto "tardará un tiempo".

Tercera oleada constructora en la comarca

La Cerdanya está viviendo la tercera oleada de construcción de casas de veraneo. Todo empezó con la apertura del Túnel del Cadí en la década de los 80. La segunda oleada llegó en 2005 durante la fiebre del ladrillo y la actual se disparó tras la pandemia cuando muchos urbanitas vieron posible trabajar fuera de la ciudad. La comarca lidera la tasa de intensidad constructiva de toda Cataluña donde la media de viviendas nuevas en 2021 era de 1,9 por cada 1.000 habitantes, mientras que en la Cerdanya es de 11,6.

Laura Muñoz lleva una década viviendo en la comarca. "He vivido en pueblos apartados, con el coste de gasolina y de calefacción que supone pero podíamos costearlo. Ahora no encontramos nada", explica. Laura pagaba 400 euros en un apartamento en Alp hasta 2020 cuando venció el contrato y el casero le subió el alquiler a 700. Tras meses de búsqueda, encontraron otro piso por 400 euros pero ahora la casera lo ha reclamado para un hijo: "Confío en que sea por este motivo. Nos quiso subir el alquiler a 650 euros y nos negamos. Si viene su hijo, en octubre lo tendremos que dejar", explica.

Ante la dificultad de encontrar vivienda a precio asequible, Laura estudia alternativas: "Tengo trabajo y no tengo hijos pero no puedo pagar estos precios. A mis 36 años veo que tendré que compartir casa con otros inquilinos para vivir aquí", Lamenta.

Planificación más allá del turismo

Pau Sellés, vecino de Bellver, cuenta que la problemática viene de lejos: "Tuve que irme al Berguedà porque pagaba la mitad de alquiler que aquí", cuenta. Ahora ha vuelto con su mujer, con la que espera un hijo. Compraron el piso que sus padres habían puesto a la venta después de separarse: "Pude comprarlo por debajo del precio del mercado", reconoce. "Es un dúplex que podríamos poner en alquiler por 750 euros cuando los sueldos de la comarca rondan los 1.000 euros", reconoce.

Sellés es historiador de formación pero trabaja con un camión de hormigón: "Sé que con mi trabajo contribuye a la fiebre urbanística pero al fin y al cabo, trabajo por dinero. Hay pocas alternativas para los que regresamos", reconoce y explica que el panorama es "desolador" para universitarios que quieren volver a la comarca: "La Generalitat debe intervenir. Necesitamos una estrategia para un territorio tan rico como la Cerdanya al margen del turismo" reclama. A Sellés también le preocupa el coste medioambiental: "Bellver ha decretado restricciones de agua. No tiene sentido que sigan construyendo más pisos, cuando los recursos son limitados", denuncia.

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