El 'cuaderno de bitácora' de Xavi, un 'gladiador' con ELA: "El tiempo que gano a la muerte, veo crecer a mis hijos"
Xavier ha publicado un libro sobre la historia de su vida: "Ruego por quedarme, tengo tanta gente que me quiere que soy afortunado"
La historia de Xavi Gámez, comisario de los Mossos diagnosticado de ELA: "Quien está enfermo es tu cuerpo, tú no"
BarcelonaLa esclerosis lateral amiotrófica (ELA) ha cambiado por completo la vida de Xavier Gámez, el comisario de los Mossos d'Esquadra que fue diagnosticado de esta enfermedad el martes 13 de noviembre de 2018. Desde entonces, lleva más de seis años luchando para seguir con una vida que explica en el libro Cuaderno de bitácora de un gladiador con ELA.
Xavier nació en Granada y con 17 años quiso seguir los pasos de su padre y se formó como Guardia Civil, donde llegó a teniente y fue destinado a Girona. De ahí pasó como inspector a los Mossos d'Esquadra y trabajó codo con codo con Josep Lluís Trapero en un momento convulso para Cataluña con el referéndum del 1 de Octubre de 2017, el procès y los atentados de Barcelona. "Me propuso irme con él a la prefectura de Sabadell. Acepté, aunque tan poco habría sabido cómo decirle que no", explica Xavier en una entrevista a Informativos Telecinco.
Así, el mosso ascendió hasta llegar a Comisario General jefe de la Comisaría General de Recursos Operativos, donde "realmente era muy feliz" hasta que el 13 de noviembre de 2018 cambió por completo su vida: "Doña ELA me tocó con su varita y me dijo que iba a pasar a formar parte de sus legiones. No me apetecía, pero a esta sí que no pude decirle que no. Desde entonces ando luchando contra ella. Cada día le digo que es un día más. De momento me va saliendo bien".
Primeros síntomas y diagnóstico
Xavier empezó a tener los primeros síntomas en enero de 2017, cuando notó que se le agarrotaba la mano en mitad de un examen en la universidad. "Tenía que dejar de escribir, no sabía qué pasaba. Tenía que masajearme con la otra mano para poder seguir escribiendo", recuerda el comisario de la policía catalana.
Ese fue el primer aviso. Después vino la pérdida de fuerza, cansancio o pérdida de masa muscular: "Me di cuenta de que algo grave le estaba pasando a mi cuerpo", añade Xavier, quien acudió al neurólogo en noviembre de 2018, fecha en la que le confirmaron que tenía ELA.
"Es como tirarte de un avión desde 7.000 metros de altura, ver que el paracaídas no se abre, el suelo se acerca y acabas impactando a 150 kilómetros por hora. El impacto de la noticia es brutal porque aunque realmente no sabía muy bien qué era la ELA, me vino a la memoria Stephen Hawking y sobre todo el marido de una amiga mía que había muerto de ELA y había dejado a dos hijos huérfanos de padre", destaca Xavier.
Le iba a faltar a mis hijos cuando más me necesitasen
En ese momento, se le vino el mundo encima al reflexionar sobre su familia: "Pensé en mis tres hijos. Sobre todo los más pequeños. No podía dejarlos tan pronto. Cuando te diagnostican te dicen que tienes una esperanza de vida de tres a cinco años, pero solo veía los tres. Eso es un suspiro. Fue un impacto muy fuerte pensar en todo lo que le iba a ir pasando a mi cuerpo y sobre todo que le iba a faltar a mis hijos cuando más me necesitasen".
Desde entonces, Xavier lleva luchando contra la ELA más de seis años: "Soy un campeón, estoy ganando a la muerte ese tiempo que he visto a mis hijos crecer", explica orgulloso sobre sus pupilos. Un tiempo repleto de altibajos por la enfermedad, en los que también ha vivido grandes momentos.
El amor, imprescindible para seguir con vida
"Me he enamorado, me he casado, y he compartido todo este tiempo con mi cariño, que nos conocimos antes de que supiese que estaba enfermo. Cuando empezamos nuestra relación ya estaba enfermo y ella, aun sabiéndolo, me dijo que no importaba que seamos tres en el matrimonio y que iba a seguir conmigo hasta el final", destaca el comisario de los mossos.
"Eso también ha ayudado mucho a que hoy esté aquí. ¿Qué es una vida sin amor? No vale la pena vivirla. Como tengo tanto amor en mi vida desde luego lo que no vale la pena es irse. Ruego por quedarme porque tengo tanta gente que me quiere que soy un afortunado", concluye sobre una historia de vida que ahora ha publicado en un libro que ha escrito con una pantalla con lector ocular, a través de los ojos.
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