Primeros heridos por la peligrosa carabela portuguesa en España: qué hacer si te pica una

  • Segregan un veneno que paraliza a la presa y causa un tremendo dolor

  • Lo primero que hay que hacer es retirarla y lavar la herida con agua del mar

Parece una medusa pero no es una medusa. Tampoco su picadura es como la de una medusa. El jueves una chica se bañaba en la playa de Puntas de Calnegre, en Lorca (Murcia), cuando una carabela portuguesa se le enredó en el hombro y le paralizó el cuerpo. El dolor insoportable que provocan sus tentáculos y su apariencia característica fueron suficientes para que su amiga identificase al animal, que le retiró con ayuda de una aleta. Naomi se recupera en el hospital, pero las cicatrices podrían ser para toda la vida.

El año pasado la carabela portuguesa ya se dio un paseo por las aguas del Mediterráneo y hace pocas semanas un bañista avisó de la presencia de tres de ellos cerca de La Manga. Se trata de un sifonóforo, de la familia Physaliidae, también conocido como 'falsa medusa', y de toda la vida se le había visto en el Atlántico. En los meses de enero y febrero, las corrientes lo empujan hacia el Mediterráneo a través del Estrecho de Gibraltar. Puntualmente, estos animales visitan las Islas Canarias durante el invierno, pero verlas en las costas de Murcia y la Comunidad Valenciana en primavera y verano es algo novedoso.

¿Cómo han llegado a las playas del Mediterráneo?

Las carabelas son frecuentes en aguas tropicales y subtropicales del Pacífico y el Índico y en zonas del Atlántico. A diferencia de sus amigas de parecido razonable, las medusas, éstas no nadan a través de contracciones con ayuda del agua, sino que se dejan llevar por las corrientes y mareas. Suelen flotar, pero cuando hay temporal se desinflan y se hunden. El oleaje las ha traído hasta nuestras playas del litoral mediterráneo desde el Atlántico y son cada vez más frecuentes en vísperas del verano.

¿Por qué son tan peligrosas?

De su cuerpo gelatinoso cuelgan unos tentáculos larguísimos, de más de 10 metros, con los que capturan a sus presas. En este caso su presa fue Naomi, que todavía se recupera de las heridas. Según ha descrito a medios locales, la picadura hizo que sintiera un dolor incomparable a cualquier otra cosa: "me quemaba la piel", contaba en el periódico 'La Opinión'.

El verdadero peligro se esconde en las células urticantes que penden de su vejiga en múltiples filamentos, que segregan un veneno que paraliza a la presa. Algunos medios afirman que podría llegar a provocar la muerte, pero esto ha sido desmentido por algunos especialistas. Por lo pronto, sus tentáculos abrasan la piel, provocan unos bultos rojísimos en la piel y las cicatrices tardan meses en desaparecer, aunque en ocasiones no desaparecen.

Naomi tuvo suerte: su amiga, acostumbrada a nadar en el mar, supo identificar rápidamente la carabela portuguesa. Ambas acudieron a un puesto militar para pedir ayuda y la trasladaron al centro Atención Primeria de Ramonete. Actualmente se encuentra en el Hospital Virgen de la Arrixaca recuperándose, desde donde ha compartido la siguiente publicación:

¿Qué hacer si te pica?

Lo primero, retirarla con ayuda de algún objeto, como la aleta que utilizó la amiga de Naomi. A continuación, mientras otra persona pide ayuda, se recomienda lavar la picadura con agua del mar (nunca agua dulce porque intensifica el dolor), vinagre o alcohol, sin frotar. Si quedan restos de azul en la piel o el bañador es importante retirarlos: son restos de los tentáculos. Lo antes posible, se aconseja bañarse en agua caliente, a unos 45ºC con sal o bicarbonato sódico. Esto aliviará los síntomas. Lo mejor hasta que las cicatrices mejoren es no exponer al sol las partes del cuerpo afectadas.

Los síntomas son bastante claros: dolor fuerte en la piel, urticaria muy fuerte, en algunos casos vómitos, fiebre y náuseas y, en personas alérgicas, posible sensación de ahogo. En niños y ancianos la picadura es muy grave.

Curiosidad: el depredador de la carabela portuguesa son las tortugas boba y de carey, con una piel muy gruesa que las protege de los temidos tentáculos del animal.