¿Cómo funcionan los protectores solares?

  • Los rayos UVB son los responsables del efecto bronceador del Sol, pero también de quemaduras y daños en el ADN

  • Los ratos UVA pueden causar daño indirecto al ADN, envejecimiento y arrugas en la piel

  • Los protectores solares absorben estas radiaciones y disipan su energía en forma de calor

El cáncer de piel es el tipo de cáncer más común en todo el mundo. A nivel mundial, cada año son diagnosticados más de 13 millones de casos de cáncer de piel. La mayoría de los diferentes tipos de cáncer de piel son causados por una exposición excesiva a los rayos ultravioleta (UV). En España cerca de 80.000 nuevos casos de cáncer de piel son diagnosticados anualmente. En el año 2020, los carcinomas de piel en España tuvieron una tasa de incidencia de 47 casos por 100.000 habitantes, lo que indica una tendencia al aumento de la incidencia en los últimos años. El cáncer de piel suele manifestarse con mayor frecuencia en las zonas del cuerpo expuestas al sol porque la acción de la radiación ultravioleta (UV) procedente de la luz solar puede provocar un crecimiento anormal y descontrolado de las células cutáneas.

Los factores que afectan a la exposición a radiación ultravioleta son diversos e incluyen la potencia de los rayos (hora del día, altitud, distancia del ecuador, temporada del año, etc.), la cantidad de exposición a los rayos UV, tiempo en el que la piel está expuesta o de si el cuerpo está protegido con ropa o con un protector solar.

Los protectores solares, disponibles como producto desde alrededor de 1928, están diseñados para protegernos de la radiación ultravioleta del Sol. Este tipo de radiación puede ser dividida en tres categorías (UVC, UVB y UBA). La radiación ultravioleta C (UVC), que se sitúa en un intervalo de longitudes de onda de 290 a 100 nanómetros, a priori no supone un problema, ya que es absorbida por el ozono atmosférico antes de que pueda alcanzar la superficie de la Tierra. Sin embargo, las otras dos categorías, UVA y UVB, son muy peligrosas porque pueden alcanzar y dañar mucho la piel.

Los rayos UVB (longitud de onda aproximada de entre 290-320 nanómetros) son responsables de alrededor del 5% de la radiación ultravioleta que llega a la Tierra y hacen que la piel produzca más melanina, por lo que son responsables del efecto bronceador del Sol. Por desgracia, también puede causar quemaduras solares y daño directo al ADN, lo que puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de piel. La mayoría de los primeros filtros solares fueron formulados para proteger la piel contra los rayos UVB.

Los rayos UVA (longitud de onda aproximada de entre 320-400 nanómetros) son responsables de la mayor proporción de la radiación ultravioleta del Sol que llega a la superficie de la Tierra, aproximadamente el 95%. Los rayos UVA pueden penetrar hasta el tejido conectivo y mucho más profundo que los rayos UVB, lo que provoca arrugas y envejecimiento prematuro de la piel. Los rayos UVA también pueden causar daño indirecto al ADN y contribuir a un mayor riesgo de cáncer de piel.

En los protectores solares actuales, se utiliza una combinación de productos químicos inorgánicos con productos químicos orgánicos para garantizar la protección contra la gama completa de longitudes de onda UVA y UVB. Dos de los compuestos inorgánicos más utilizados son el dióxido de titanio y el óxido de zinc que actúan como una barrera reflectante física para la luz ultravioleta, pudiendo absorber la radiación ultravioleta y disiparla de forma inofensiva. Son bastante inocuos dado que no se absorben. Los primeros protectores solares que contenían solo estos productos químicos dejaban una capa blanca visible en la piel. Los compuestos químicos orgánicos utilizados son capaces de absorber fotones de luz ultravioleta y disipar esta energía de manera inofensiva en forma de calor. Por esta razón, tras aplicar protector solar y exponernos al Sol podemos tener la sensación de que la piel desprende calor. A menudo se usa una mezcla de estos químicos orgánicos para provocar la absorción de diferentes longitudes de onda.

Algunos de los compuestos orgánicos muy utilizados en los protectores solares como son la oxibenzona, el octinoxato, el octisalato y la avobenzona se descomponen lentamente a medida que absorben la luz ultravioleta y esa es la razón por la que hay que volver a aplicar el protector solar cada cierto tiempo. En los protectores solares los bloqueadores de UVA más empleados son la avobenzona, el metil antranilato y el ecamsule y los bloqueadores UVB habituales son el homosalato y el octil metoxicinamato, aunque también pueden ser utilizados bloqueadores UVA+UVB como la oxybenzona y la sulisobenzona. En la Unión Europea está permitido el empleo de 28 sustancias químicas diferentes en los protectores solares.

Las siglas SPF visibles en los protectores solares, hacen referencia al “factor de protección solar” que es un valor numérico determinante de cómo un filtro solar protege nuestra piel de los efectos dañinos de la radiación ultravioleta y no del tiempo que podemos estar expuestos al Sol. Los bloqueares con un SPF de 15 filtran aproximadamente el 93% de los rayos UVB, mientras que los bloqueadores con un SPF de 30 filtran alrededor del 97%. Asimismo, los bloqueadores con un SPF de 50 filtran alrededor del 98% y los bloqueadores con un SPF de 100 aproximadamente el 99%. Los protectores que añaden “water-resistant” implican que el 50% del factor de protección del producto se mantiene tras dos baños de unos 20 minutos. Recientemente, ha sido introducido otro símbolo representado como λc 370nm y que indica el valor de lambda crítica. Este símbolo indica que el protector solar ofrece una efectiva protección de “amplio espectro”. Un valor de lambda crítica mayor o igual a 370 nm indica una protección de amplio espectro UVB-UVA.

No debemos olvidar que en los días nublados también llega mucha radiación ultravioleta a la Tierra por lo que si vamos a pasar todo el día al aire libre es conveniente proteger nuestra piel con protectores solares o ropa adecuada.