El pozo de Kola: el agujero perforado por el hombre más profundo del planeta

  • La leyenda cuenta que el pozo llega a las puertas del Infierno y en él se oyen los gritos de los condenados

  • Sus 12.262 metros de profundidad se perforaron durante 22 años, entre 1970 y 1992

  • El origen del pozo está en la carrera entre Rusia y EEUU por llegar a la discontinuidad de Mohorovicic

El pozo superprofundo de Kola, en la región rusa de Múrmansk, pasa por ser el agujero perforado por el hombre más profundo del planeta, con una longitud de 12.262 metros. Su origen está en la carrera en los años 70 entre EEUU y Rusia para llegar a la discontinuidad de Mohorovicic, el límite entre la corteza y el manto terrestre. La perforación se prolongó durante 22 años, entre 1970 y 1992, y se llegó una profundidad donde la temperatura alcanza los 200 grados centígrados, las mismísimas puertas del infierno. Las autoridades de la zona se plantean ahora ceder su propiedad al Estado y quizás abrirlo para visitas turísticas, según la agencia Interfax.

El pozo está ubicado en el escudo Báltico, una antigua placa tectónica de unos 3.000 millones de años. En cuatro años, los investigadores taladraron 7.263 metros. A esa profundidad, la primera perforadora, similar a las industriales, ya no era eficaz, por lo fue necesario sustituirla por una nueva que pudiera continuar la perforación a una velocidad de 60 metros por mes. El reemplazo de maquinaria duró un año entero.

En 1983 se había logrado alcanzar una profundidad de 12.066 metros, pero al año siguiente la perforadora se rompió y una sección del aparato se quedó en el túnel principal, de manera que los científicos tuvieron que empezar labores de nuevo en el túnel de reserva. Ocho años más tarde consiguieron llegar a la profundidad actual. A ello siguieron dos averías más que impidieron continuar la perforación. En 2008, la instalación fue oficialmente cerrada.

A 12 kilómetros de profundidad, las condiciones de trabajo se volvieron todavía más difíciles, relató en 2007 el entonces director de la instalación, David Gubermán. "Nos enfrentamos a lo que los perforadores llaman 'curvatura natural'. Cuando las rocas duras se intercalan frecuentemente con rocas blandas, el pozo deja de avanzar verticalmente y 'gira' hacia las rocas suaves", señaló el científico, en una entrevista, en 2007.

La puerta del infierno

La leyenda más famosa relacionada con el pozo de Kola cuenta que al alcanzar los 12.000 metros los investigadores escucharon, a través de micrófonos, los gritos de los pecadores atormentados en el infierno. De hecho, la historia se originó en un diario finlandés, que la publicó el 1 de abril de 1989, pero al poco tiempo ya la divulgaban medios de todo el mundo, dando al pozo superprofundo una inesperada popularidad.

"Para mí, estas publicaciones fueron una completa sorpresa. Trabajábamos tranquilamente y de repente una ráfaga de llamadas telefónicas cayó sobre nuestra oficina. Finalmente, le pregunté directamente a una persona que llamó: '¿Por qué todos se interesan repentinamente por nosotros?' 'Bueno', respondió, 'en todos los periódicos dicen: 'Llegaron al infierno y despertaron a los demonios", recuerda Gubermán.

No obstante, las condiciones en el fondo del pozo sí podrían considerarse infernales, ya que, dada la proximidad del núcleo terrestre, a esa profundidad la temperatura es de 200 grados centígrados.

El valor científico del pozo

Durante la perforación, los investigadores extrajeron del pozo superprofundo de Kola 4.400 metros de muestras de rocas que les permitieron analizar la estructura de la corteza continental. "Se suponía que a una profundidad de unos 7.000 metros se descubriría la llamada discontinuidad de Conrad entre granitos y basaltos. Al final, entramos en los granitos, es decir, las arqueas, a una profundidad de 6.840 metros, y ya no los abandonamos. No había basaltos ni siquiera a 12.000 metros. De manera que el pozo mostró que la estructura de capas de la corteza terrestre no es un dogma", explicó Gubermán.

El antiguo director del pozo reveló otro descubrimiento geológico inesperado, y es que las rocas extraídas a 3-4 kilómetros de profundidad resultaron casi idénticas a las de la Luna. Al mismo tiempo, el pozo supuso un avance importante también para la biología, ya que, al detectar en las muestras 14 especies de microorganismos petrificados, los investigadores constataron que la vida en nuestro planeta se originó al menos 1.500 millones de años antes de lo que se creía.