La producción de vino, amenazada por el cambio climático

  • España encabezó en 2018 la lista de países que más vino exportan a nivel mundial

Las temperaturas aumentan en promedio y a las lluvias les cuesta llegar. Nuestros campos son el mejor reflejo a nivel local de los estragos de un mundo cada vez más caldeado. Los agricultores del futuro cosecharán antes que hoy en día de la misma manera que la vendimia en la actualidad se adelanta con respecto al pasado. Pero los productores no serán los únicos que noten el 'estrés' de la uva, también los consumidores tendrán que conformarse con un vino que ya no sabrá igual.

El comercio del vino, amenazado

En 2018, el comercio mundial de vino movió 31.000 millones de euros como resultado de los 78 millones de toneladas de uva que se produjeron, informa la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV). La importancia de este producto exquisito va más allá de un olor agradable o un sabor delicioso, pero sin estos ingredientes el vino no sería lo mismo, y los más exigentes dejarían de comprarlo.

Recientemente hemos conocido a través de un informe de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) que las olas de calor intensas y duraderas del promedio se repiten demasiado habitualmente en el último siglo. El 2017 fue el año con más olas de calor, 2015 el que tuvo el episodio más duradero, y 2012 fue el año en que más provincias se vieron afectadas. Todo ello, en los últimos 7 años. Eso por no hablar del verano de 2019, en que julio se situó como el mes más caluroso de la historia en la Tierra.

¿Qué tiene esto que ver con el vino? El aumento de las temperaturas en Italia (mayor productor del mundo e 2018), Francia, España, Austria y un largo etcétera está dando lugar a una vendimia que llega demasiado pronto. El momento de recoger la fruta es crucial en el sabor y olor, incluso en el color, del vino. Si se hace muy pronto, no estará en su punto, pero si se deja demasiado aumentará el azúcar y, por tanto, el alcohol. Además el estrés hídrico modificará la acidez de la uva, que descenderá como resultado de la falta de agua.

El vino del futuro probablemente, además de cosecharse antes, se producirá en regiones cada vez más al norte, que pasarán a ser las idóneas para el cultivo de la vid.

Menos viñedos para el cultivo

El último informe de la OIV presenta un balance negativo de los viñedos en 2018 respecto a 2014 para algunos países, entre ellos España, donde el terreno destinado al cultivo de la vid cayó un 1%. En Turquía, Portugal, Uzbekistán, o Ucrania el descenso (en hectáreas) superaba el 10%. El peor dato del informe es el de Irán, donde estas tierras se han desplomado un 29%. Por el contrario, ha aumentado en bastante en China, que queda así en segundo puesto –por detrás de España– en extensión dedicada al cultivo de uva para el consumo.

El resultado a escala global es un descenso de tierra destinada a la vid de 108.000 hectáreas entre 2014 y 2018.

*Imagen: Producción de vino en 2018 / OIV (Organización Internacional de la Viña y el Vino)

Impacto en España

Nuestro país es el tercero –por detrás de Alemania y Francia– que más uvas para vino produjo en 2018, con 6,9 millones de toneladas, y el primero en la lista de los que más exportan a nivel mundial. Sin duda, las medidas que beneficien la producción de uva no estarán de más con las nuevas condiciones medioambientales que traerá el clima del futuro.