El círculo mortal del K-Pop: fans tóxicos, operaciones desde niños y soledad sin cura

  • Ídolos de barro, sometidos a una presión descomunal desde críos

  • Cuatro líderes del K-Pop se han quitado la vida en poco tiempo

  • Corea del Sur exporta ahora ocio, un negocio, y la presión es descomunal

Es la cara B de la fama. Ídolos de barro, sometidos a una presión descomunal desde críos, incapaces de soportarla cuando llega la adolescencia. Las vidas rotas de Disney son de sobra conocidas, también los ídolos que necesitan cambiar por completo de imagen, de estilo, para volver a ser ellos mismos. El fenómeno parecía propio de Occidente, pero Corea del Sur, uno de los países con una de las tasas de suicidios más alta del mundo ha entrado en esta macabra espiral de la mano de los ídolos del K-Pop. Cuatro de ellos han perdido la vida en poco tiempo víctimas de depresiones, bullying e insatisfacción personal.

'Buenas noches' escribía Goo Hara en Instagram horas antes de su muerte. La exestrella del grupo Kara, atravesaba un mal momento personal. En mayo, su manager le salvó la vida cuando la encontró inconsciente en su domicilio. La habitación estaba llena de humo. Había intentado matarse. La joven había denunciado antes de querer acabar con su vida malos tratos de su exnovio y un ciberacoso feroz. Las redes se pueden convertir a veces en una soga. Su amiga Sulli, otro ídolo de la canción, moría antes, también entre indicios de suicidio. Sulli fue considerada como una chica demasiado “rebelde” para la sociedad coreana. Era feminista, estaba a favor del aborto y se negaba a ponerse sujetador. En un vídeo mostró accidentalmente sus senos y recibió muchas vejaciones de sus seguidores desde 2014.

La industria musical de Corea del Sur trata a sus jóvenes estrellas como a los futuros estudiantes. Con una presión difícil de aguantar. Hace tres años Kim Jonghyun, vocalista del grupo Shinee, dejaba otra nota de despedida: "Estoy roto por dentro. La depresión que lentamente me ha ido carcomiendo ya me ha devorado". Seo Min- woo, murió de un ataque al corazón a los 33 años según la versión oficial pero todo indica que fue otro caso de suicidio.

Eszter Wirth, profesora de Economía internacional de la Universidad Pontificia Comillas intenta en conversación con Informativos Telecinco dar algunas claves del contexto cultural, político, económico y emocional de un fenómeno que tiene al mundo de la música y a los fans en Corea del Sur y el resto del mundo devastados.

Hay que tener en cuenta que Corea del Sur fue una dictadura hasta 1987 y el resto del mundo no tenía una buena imagen del país pese a haberse desarrollado económicamente a base de la promoción de exportaciones de bienes manufacturados. El primer paso hacia la apertura mundial de Corea del Sur fue la organización exitosa de los Juegos Olímpicos de 1988, el ingreso en la OECD en 1996 y la organización del Mundial de Fútbol en 2002 junto a Japón. El primer asalto a cambiar la imagen del país fue el deporte. Competir con China en productos de bienes manufacturados era imposible tras la entrada de este país en la OMC. Y entonces, los dirigentes del país pensaron en el entretenimiento como opción principal. Ese fue su objetivo para exportar costase lo que costase.

"Series coreanas (K-dramas, de las más famosas son Winter Sonata y Escalera hacia el Cielo, cómics coreanos (manhwa) y el K-pop. Esas fueron las líneas de actuación", explica Wirth. "Esta expansión de la

cultura coreana se conoce como “hallyu” u ola coreana. Tuvo dos fases: la primera fase en los años 90 con la expansión hacia otros países del Sudeste Asiático (Japón, Vietnam, Taiwan, pero sobre todo hacia China) y una segunda fase de expansión hacia Europa, América e incluso Oriente Medio".

Y es en esta segunda etapa cuando jugó un papel crucial Youtube, que hizo posible el fenómeno del

Gangnam Style del rapero PSY. PSY, los miembros de BTS, Blackpink, EXO, Girls’ Generation o Stray Kids se convertían así en los mejores embajadores del país asiático junto a las empresas coreanas mundialmente conocidas como Hyundai-Kia, Samsung, LG, Skin79...

La contribución del K-pop a la economía surcoreana no se basa meramente en los derechos de discos y conciertos, sino también en el turismo, el idioma coreano y la venta de merchandising. Los fans viajan al país para acudir a conciertos, conocer los lugares de rodaje de vídeos musicales y los establecimientos favoritos de sus ídolos. La demanda de los cursos de coreano se ha disparado gracias al deseo de los fans de entender la letra de las canciones y el gobierno surcoreano ha establecido 130 institutos

en 50 países para este fin. Teniendo en cuenta que el coreano no se encuentra entre los diez idiomas más hablados a nivel global, se trata de un dato sobresaliente.

"BTS, el grupo coreano más famoso a día de hoy, es embajador del Hyundai (concretamente del modelo Palisade). Hyundai recibió unos 600 miles de millones de wones (540 millones de dólares estadounidenses) gracias a la colaboración con el grupo. Además, Mattel obtuvo un contrato millonario al ser elegida como fabricante de los muñecos de cada uno de los miembros de BTS", explica Wirth.

Un elemento que distingue al K-Pop de otros fenómenos es que siempre miró al mundo occidental. El rap, hip- hop y rhythm and blues estadounidenses están integrados y se realizan versiones

de la misma canción en idiomas (inglés, japonés, chino mandarín) diferentes con el fin de que sean más accesibles para los oyentes extranjeros.

Muchos tienen que pasar por varias sesiones de cirugía plástica para conseguir una belleza perfecta

Pero el lado oscuro del K-Pop empieza a verse. "Son en general chicos y chicas muy jóvenes con un aspecto aniñado o andrógino y muy delgados. Tienen que seguir unas dietas muy estrictas para mantenerse en forma. La ingesta de calorías muchas veces es insuficiente para cubrir la energía que necesitan durante sus actuaciones o bailes. Muchos tienen que pasar por varias sesiones de cirugía plástica para conseguir una belleza perfecta (son muy comunes los retoques de párpados, nariz y las bichectomías faciales)", explica la experta. A eso hay que sumar que las discográficas invierten fuertes sumas en la formación de ídolos potenciales, reclutados cuando aún son adolescentes.

El entrenamiento diario de estas estrellas ya ha sido denunciado. Pueden llegar a 12 horas consistentes en clases de solfeo, baile, idiomas y actuación (muchos también trabajan como actores en K-dramas). Las mismas discográficas firman contratos a muy largo plazo con los cantantes (unos 10 años, aunque ahora se han reducido a siete), que éstos no pueden romper sin pagar una multa millonaria para compensar el dinero invertido en su formación.

Y un dato que desvela Eszter Wirth que puede que no sea tan conocido. En algunos casos, "los ídolos no pueden tener una vida privada propia: los contratos les prohíben tener pareja y expresar sus opiniones políticas. La razón se halla en los fans asiáticos que desean ver en ellos unos modelos perfectos y solteros para que puedan seguir soñando con conquistarles. La relación íntima se forma a través de otras redes sociales y reality shows que permiten tener un acceso a la vida íntima de los artistas. Mientras que los famosos occidentales exigen su derecho a tener una vida privada, los coreanos dejan entrar a sus

seguidores en sus hogares, estudios y coches. La falta de privacidad y la competencia desmesurada ha contribuido a la depresión de estos artistas y a la multiplicación del suicidio entre ellos". De locos.

Lo fans tóxicos, la falta de vida privada, la separación de sus familia, la falta de afecto y el rigor sobre su físico son un cóctel mortal. Según la Organización Mundial de la Salud Corea es el cuarto país en el ránking de suicidios por cada 100.000 habitantes, detrás de Lituania, Rusia y Guyana (las tasas de suicidio son las más altas en los países del Este de Europa). Se producen casi 27 suicidios por cada 100.000 personas en 2019. El perfil de los que deciden acabar con sus vidas es de un hombre, bien mayor o

bien estudiante. Los mayores se suicidan porque no quieren ser una carga económica para sus familias y los estudiantes por las enormes exigencias académicas impuestas por sus familias o por el acoso escolar.

De hecho, los métodos más comunes para cometer suicidio son la inhalación de monóxido de carbono y saltar de un puente (en Seúl hay un puente, el Puente Mapo, apodado como el “Puente de la Muerte”). La sociedad occidental ve en estos actos una incapacidad de enfrentarse a las dificultades planteadas por la vida, sobre todo si son los jóvenes quienes se quitan la vida. Pero para la sociedad coreana constituye un acto de salvar la dignidad o el honor de la familia, algo muy parecido a lo que sucede en Japón, donde el suicidio fue considerado como una manera honorable de morir para los guerreros samurái.