Rafael desafía al coronavirus en Roma 500 años después de su muerte

  • Una exposición en la Galería de los Uffizzi y en las Escuderías del Quirinal celebra en Roma el 500º aniversario de la muerte de Rafael

  • El Prado, el Thyssen, el Louvre o el British Museum han prestado obras para esta muestra, que permanecerá abierta hasta el 2 de junio

Una ambulancia esperaba a las puertas de las Escuderías del Quirinal para llevarse a una persona que había sufrido un ataque. “¿Coronavirus, coronavirus?”, se murmuraba en la cola, como si toda emergencia sanitaria tuviera que ver con la palabra maldita. El caos de los últimos días en Italia llegaba al paroxismo en ese mismo momento, mientras los medios ya anticipaban que el Gobierno cerraría las escuelas de todo el país para contener la epidemia de coronavirus.

En las salas del museo, donde todo había quedado también bloqueado, se encontraban una persona que había tenido una crisis cardiaca y decenas de periodistas que asistían al pase de prensa de la gran exposición con la que Roma quiere celebrar el 500 aniversario de la muerte de Rafael.

Se han vendido ya 60.000 entradas, es el evento cultural del año en Italia, pero ahora mismo todo queda en suspenso mientras el país se encuentra atenazado por el virus. Los turistas han desaparecido, los monumentos más concurridos están vacíos y el Gobierno ha prohibido todas las manifestaciones públicas que no permitan mantener dos metros de distancia con la persona que tenemos al lado.

¿Es posible celebrar así una exposición que debía congregar a cientos de personas a la vez en un museo y que serviría de orgullo nacional para Italia? Según el director de la Galería de los Uffizi, Eike Schmidt, sí, “aunque sea mediante un sistema escalonado en la entrada para los visitantes”.

Los Uffizi y las Escuderías del Quirinal, las que fueron las caballerizas de la actual sede de la Presidencia de la República, llevan meses volcados en organizar este evento. Han contado con donaciones del Prado, el Thyssen, el Louvre, el British Museum o la National Gallery de Londres. El jefe de Estado, Sergio Mattarella, había acudido el día anterior para cortar la cinta de la inauguración. La exposición abre este jueves sus puertas, hasta el próximo 2 de junio, pero pocos -salvo Eike Schmidt- pueden garantizar que siga adelante como si nada hubiera pasado.

500 años de Rafael

Pero aquí a lo que veníamos era a hablar de Rafael, quien murió tal día como un 6 de abril de hace exactamente 500 años. Era un Viernes Santo y al hombre le dio una fiebre repentina que se lo llevó. Ya ven, que no conseguimos salir de la espiral epidémica. También fue casualidad que muriera el mismo día que cumplía los 37. Duró poco, pero le dio tiempo a disfrutar de la vida, del arte y de sus amantes.

En la muestra lo vemos todo en retrospectiva, desde sus últimos días hasta los primeros. Pero vamos a empezar -ahora sí- por el principio, para poner un poco de orden. Rafael Sanzio nació en Urbino, en el centro de la península itálica en 1483, y allí comenzó a formarse en la escuela de Perugino. Seguro que han visto alguna vez el autorretrato del Rafael joven, que se expone en estas salas y que nos presenta a un veinteañero del Renacimiento con ganas de comerse el mundo.

El futuro pasaba por Florencia, a unos cuantos kilómetros de su ciudad natal. Allí mandaban los Medici, unos de los grandes mecenas de su tiempo, y destacaban ya Leonardo, Miguel Ángel y Donatello. Rafael no escondió nunca que llegó a Florencia “a aprender” de los mejores. Y no sólo conoció a sus contemporáneos, sino también a los clásicos, que le llevaron a trazar unas líneas tan finas como el mármol de las esculturas griegas y romanas. De esta época hay varias vírgenes con el niño Jesús que lo colocaron a las puertas del cielo.

Su llegada a Roma

Es decir, de los papas, los verdaderos hombres de poder de lo que era entonces Italia. Gracias a Giorgio Vasari, el gran historiador de arte, entró en la corte de Julio II, quien le encargó la decoración de sus habitaciones privadas, lo que hoy se conoce como las ‘Estancias de Rafael’, en los Museos Vaticanos, donde destaca el cuadro de la ‘Escuela de Atenas’. Sería demasiado tenerlo en esta exposición, pero a cambio encontramos un retrato de Julio II con la mirada ausente y una larga barba blanca, que se había dejado en protesta por las ofensivas francesas.

El papa murió poco después y su trono lo ocupó León X. Eran los tiempos en los que se estaba construyendo la actual basílica del San Pedro y Rafael era ya un artista consagrado, por lo que primero le encargaron supervisar las obras de la iglesia y después decorar con una serie de tapices la parte baja de la Capilla Sixtina. Miguel Ángel, su gran rival, ya había pintado la bóveda. Él se llevaría la fama, pero tras cinco siglos de ausencia, el trabajo de Rafael ya se ha desquitado dos veces en un solo mes: primero volviendo durante una semana a su lugar original y ahora con esta exposición.

El trazo del artista se hizo más fino y más prolífico durante estos últimos años. A esta época pertenecen la ‘Madonna de la Rosa’, prestada por el Museo del Prado, o el ‘San Juan Bautista’, procedente de los Uffizi. Pero si hay dos obras que conjugan lo sacro y lo profano son ‘La Velada’ y ‘La Fornanira’, que se confrontan frente a frente. Una desde el recato y la otra desde la sensualidad representan el ideal de belleza rafaelesco. Cuentan que el autor pintó a la ‘fornarina’ (la panadera) entre descanso y descanso de largas jornadas de sexo.

Y así quedó escrito que el joven artista murió. Por sus excesos. Aunque en el Vaticano no quisieron escuchar esta versión, porque la Curia lo veló durante días. Lo enterraron en el Panteón de Roma, la tumba para los más grandes, en el que un féretro recuerda que a su muerte “la naturaleza temió morir con él”. Le falta un epitafio a la altura, pero la exposición por el quinto aniversario de aquel día llega también en un momento complicado.