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Seguramente su cara te resulte familiar pero el recuerdo sea vago y remoto. Han pasado casi dos décadas desde que Brendan Fraser fue el ícono de las películas de éxito adolescente de los noventa que lo llevaron a estar en la cima de Hollywood. Un auge que tuvo una estrepitosa y turbia recaída en la vida y trayectoria del actor.
Hace pocos días, en vísperas de la celebración del famoso Festival de Venecia, hemos podido ser testigos en redes de una ovación de seis minutos a un hombre que nada tiene que ver con el protagonista de 'George de la Jungla' y 'La Momia'. Sumido en las lágrimas y la timidez propia de alguien que estuvo fuera del foco de atención por más de diez años, se ve en las imágenes un hombre que supera los 100 kilos y que su rostro ha quedado desconocido para las nuevas generaciones, pero reflejan de forma vívida la vuelta de un nuevo Brendan Fraser.
Años de sufrimiento, marcados por la depresión, traumas, 300 kilos y un abuso sexual han hecho que el actor lentamente se hundiera en un pozo depresivo del que fue muy difícil salir, sobre todo en el mundo del espectáculo, un universo que si uno no se mantiene en la pantalla puede ser muy hostil y hasta "matador". Entonces ¿Qué le ocurrió al joven que conquistó Hollywood en su década de oro?
Profesional y comprometido con su trabajo, Fraser no quiso nunca que un doble interpretara sus escenas de acción. A primera vista esto podría parecer algo fácil de hacer por alguien con su preparación, pero lo cierto es que la acumulación de lesiones, costillas rotas, traumatismos y varios pasos por el quirófano debido a las escenas que tenía que interpretar fueron "el principio del fin". Incluso el propio actor llegó a confesar que durante los rodajes pedía utilizar vendas y hacerse un exoesqueleto, es decir utilizar dispositivos de asistencia para superar el dolor durante las horas de rodaje: "Cuando hice la tercera entrega de 'La Momia' me envolvían con hielo y vendas. Me hacía un exoesqueleto todos los días", admitió años atrás en una entrevista.
A raíz de ello, sus capacidades corporales comenzaron a "pasarle factura" e incapacitarlo de rodar. Al mismo tiempo que esto ocurría, su vida amorosa daba un vuelco 180º y en plena crisis profesional, su divorcio comenzó a repercutir en su día a día al haberse alargado durante dos años. Con su incapacidad de generar ingresos y con gastos médicos elevados debido a sus heridas, pagar 900 mil dólares sal año a su expareja para la manutención de sus hijos se hacía cada vez más "cuesta arriba" y así fue coleccionando problemas. Pero todo empeoró con la llegada de Philip Berck a su vida, la gota que rebalsó el vaso.
Poco se sabe, pero hace unos años trascendió que Fraser fue víctima de abuso sexual. Conoció a Philip Berck, el presidente de la Asociación de la Prensa de Hollywood, y fue allí donde las cosas realmente comenzaron a ponerse turbulentas a nivel profesional y personal. Tras años de silencio por vergüenza y humillación, el joven contó al mundo que el periodista un día se le acercó y abusó de él: "Me hizo sentirme enfermo. Me sentí como un niño pequeño. Como si tuviera una pelota en la garganta. Creía que iba a llorar", confesó el intérprete en una entrevista en aquellos años tras recordar la turbia relación que entabló con el hombre que abusó sexualmente de él.
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Tras el episodio y la suma de desgracias que estaba atravesando, el artista comenzó a aislarse del mundo y sobre de todo de Hollywood, una industria que si no estás en la órbita "te mueres". Y eso ocurrió, nunca más fue invitado a ninguna gala, ni premio, ni se lo vio en ningún photocall más. Hasta ahora.
Casi 10 años fuera de las canchas no fueron problema para este actor con un talento innato. Luego de haber sido el candidato elegido para protagonizar la película de Darren Aronofski, nadie que la haya visto duda que Fraser es un candidato firme a llevarse su primer Oscar ya que, como segura él "lo ha dado todo", alma y sobre todo cuerpo. Amante de rozar el peligro, el actor se ha puesto la salud en juego al engordar 300 kilos para este papel, ya que se tuvo que poner bajo la piel de un profesor de inglés que vive la obesidad motivada por una gran depresión, mientras que intenta retomar la conexión con su hija. Se ha involucrado tanto en su primer personaje luego de una década, que incluso ingresó a una asociación de recuperación de la obesidad para meterse en la mente de las personas que lo padecen.
Esta historia sin duda ha hecho que el rostro del actor vuelva a la gran pantalla por todo lo alto y pese a ser un rol muy deferente al que alguna vez lo vimos, lejos de ser el cuerpo perfecto y el sex symbol que era antes, sin duda es el más importante de su carrera, no solo ha nivel profesional por una posible estatuilla sino porque es el que lo ha sanado y ello se puede traducir en las lágrimas sobre su mejilla en pleno escenario en Italia. "Esta puede ser la primera y la última vez que haga esto para un personaje, por eso lo he dado todo", concluyó dejando en claro que su vuelta ha sido todo un renacimiento.