¿Qué ocurre en nuestro cerebro para que nos guste una canción en pocos segundos?
La psicóloga y profesora Anna Sibel desvela algunas de las claves más importantes sobre la reacción cognitiva ante estímulos musicales
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Una situación que para muchas personas puede ser cotidiana: escuchamos una canción por primera vez y, a los pocos segundos de que esta empiece a reproducirse, ya sabes que te va a gustar. Pero con la particularidad de que a penas hemos empezado a indagar en ella. ¿Por qué sucede esto?
Lejos de que esto pueda parecer una situación fortuita o arbitraria, hay muchas reacciones que se producen a nivel interno. En este sentido, la psicóloga forense Anna Sibel, lo resume de la siguiente manera: “la música no sólo es arte. También es neurociencia en acción y que esto ocurra es resultado de un complejo proceso neuroquímico”.
Además de las propias reacciones, también hay elementos extrínsecos a la persona que también forman parte de esta reacción.
La música que nos gusta es una recompensa
Sibel empieza explicando que “nuestro cerebro es una máquina de buscar patrones. Cuando localiza aquellos con los que se siente a gusto, se libera dopamina a modo de recompensa”. Esto se traslada al terreno musical en dos fases, de acuerdo con la experta: “Aquí tenemos dos picos de liberación de dopamina. El primero es cuando se anticipa que algo bueno va a venir y el segundo es cuando ese momento esperado acaba sucediendo”.
En la música, los patrones se basan en “progresismos de acordes que ya conocemos, ritmos que nos suenan, melodías que nos recuerdan a otras canciones, etc. Pero también, asociamos la música a momentos felices o al timbre de voz que se parece al de algún ser querido”, prosigue la experta.
Añade estos últimos elementos a la casuística de por qué no sólo las canciones por individual se involucran: también en cómo nos decantamos por unos géneros musicales en particular.
La teoría de la Complejidad Óptima
Otro de los factores que la experta pone encima de la mesa es el fenómeno conocido como “teoría de la complejidad óptima” que nuestro cerebro ejecuta cuando se trata de escuchar música.
Esto se relaciona con los patrones que nuestro cerebro busca, y en este sentido, Sibel expone que “cuando escuchamos música, inmediatamente buscamos estructuras familiares. Sin embargo, no queremos ni demasiada novedad ni demasiada familiaridad. Las canciones que más nos gustan son aquellas que logran el equilibrio perfecto entre lo predecible y lo sorprendente”, añade.
Estos elementos también forman parte de la ‘magia’
Los factores culturales y sociales también tienen mucho peso, destaca Sibel. “Históricamente hemos asociado los sonidos agudos con emociones positivas, mientras que los sonidos graves, con emociones negativas”, expone. A esto también se le suma el componente del círculo social. Aquí la experta explica que una canción será más propensa que nos guste si quién nos la recomienda es alguien a quién queremos, respetamos o admiramos.
A este conjunto de elementos también se le ha de sumar el hecho de cómo se producen las canciones. “Los compositores y productores musicales conocen intuitivamente estos mecanismos cerebrales y los utilizan en su favor. Saben que necesitan enganchar en los primeros segundos, y por eso muchas canciones comerciales empiezan con un gancho melódico memorable”, concluye.