Adolfo: "No soy inmaduro ni infantil, tengo 28 años y Disney sigue siendo muy importante en mi vida"

  • Cuando era pequeño, para que estuviera tranquilo en casa me ponían 'La Sirenita'

  • Yo pertenezco a generación del Renacimiento Disney, cuando se estrenó 'El Rey León' o 'Aladdín'

  • Las películas Disney son mucho más que unos dibujos animados que han ido evolucionando con el tiempo

La primera película que vi en el cine fue 'El Rey León'. La de dibujos, claro. Fui con mis padres, unos amigos de la familia y sus hijos al ya inexistente cine que por aquel entonces lo petaba en Maspalomas, el epicentro del turismo en Gran Canaria. Recuerdo, además, estar en última fila y permanecer alerta durante toda la película por si alguna hiena me sorprendía por detrás. ¡Hubo hasta un descanso en una película de 90 minutos!

Cuánto ha llovido desde entonces... Mi madre siempre cuenta que la única forma de que permaneciera tranquilo en casa durante tardes enteras era gracias a un VHS con capítulos de la serie de 'La Sirenita' y un paquete de papas. No sé qué opinará Supernanny al respecto, pero conmigo funcionaba.

Hoy en día escucho a compañeros del trabajo decir que sus hijos están locos por 'La patrulla canina' o 'Ladybug', cada generación tiene sus referentes. Yo crecí con las fantásticas historias de Simba, Ariel, el Genio o John Smith. Disney fue tan importante para nosotros que, de hecho, a mi generación se la conoce como 'Renacimiento de Disney', que comprende justo entre los años 1989 y 1999 cuando la compañía superó uno de sus grandes baches y estrenó cintas como 'El jorobado de Notre Dame', 'Aladdín' o 'Pocahontas'.

Recuerdo mi infancia coleccionando los muñecos, jugando con mi vecina a protagonizar las historias que tanto nos fascinaban, y que lloré cuando entré al parque de atracciones de París. A día de hoy no hay quién me toque la colección de películas que llevo juntando desde que tengo uso de razón.

A mis 28 años sigo siendo de los primeros en asistir a un estreno de Disney. Les pongo en situación: la sala de cine llena de padres con sus hijos y ahí también estoy yo, sentado al lado del pasillo y con la misma emoción de la primera vez. Las películas de Disney son mucho más que unos dibujos animados llenos de color que van evolucionando con el tiempo hasta parecer casi seres vivos, son historias con mensaje que calan hondo en el corazón de cualquiera y canciones cuidadas hasta el más mínimo detalle que pasas tarareando por el resto de la vida. Son eventos y, como tal, nadie se los quiere perder.

En el camino me he encontrado con muchas personas que reniegan de la casa de Mickey Mouse. No entienden que con el paso de los años siga sintiendo algo especial, incluso me han llegado a tachar de infantil y de inmaduro.

Ellos se quedan con lo básico: son películas de animación y los dibujos son para niños. Yo acepto eso (me encantan los dibujos) pero también con los mensajes de sus historias que antes no conseguía comprender y ahora, incluso, me sorprende que sean tan duros en casos como 'Del revés' o empoderantes como 'Frozen'. Repito: Disney es mucho más que animación, no es solo para niños.

Aunque nunca les perdonaré lo de Bing Bong y que aún no aprueben con matrícula de honor en diversidad, Disney ha marcado mi vida y lo gritaré siempre a los cuatro vientos.

Y a los que no les guste solo les digo una cosa: ¡Hakuna matata!