Tiene sólo tres días de vida y ya es víctima de una crueldad sin límites. Algunos adultos de su especie lo patean, lo picotean, se ceban con él, a pesar de la defensa desesperada de su madre. Las cámaras de seguridad del zoo de Santillana lo graban todo y su cuidador acude en su auxilio.
Herido de muerte lo lleva a la enfermería. Con mucho cariño lo cura, lo alimenta y poco a poco Globito recupera sus fuerzas. "Ha sido un milagro", asegura José Luis Pardo de Santayana, director del zoo de Santillana del Mar.
Hasta convertirse, un mes después, en este precioso flamenco africano, muy cómplice con su padre adoptivo. Pronto podrá vivir con otros compañeros de su especie en este entorno casi único en nuestro continente. Sólo en Santillana del Mar y en el zoo alemán de Leipzig se reproducen en cautividad.