Pablo Tovar, tricampeón de España en esquí adaptado: "Cuando uno le ve las orejas al lobo, la vida cobra un sentido diferente"

En 2008, cuando estudiaba en la universidad, un accidente desafortunado en una moto cambió la vida de Pablo Tovar para siempre
El hito histórico que ha logrado un equipo mixto con personas con discapacidad: recorren juntos más de 500 kilómetros por el desierto de Marruecos
En 28 de junio 2008, cuando estudiaba en la universidad, un accidente cambió la vida de Pablo Tovar para siempre. Él lo cuenta así: "Hola, me llamo Pablo. En 2008 sufrí un desafortunado accidente de tráfico que me dejó postrado en una silla de ruedas. Desde entonces, mi vida no volvió a ser la que era. ¡Un momento! "Sufrí", "desafortunado", "postrado"... Qué dramático todo, ¿no? ¿Y si te lo cuento de otra forma? En junio de 2008, cuando tenía veintiún años y estudiaba Administración y Dirección de Empresas, un accidente de tráfico me provocó una paraplejia. Después de eso, uso mi silla de ruedas para moverme por el mundo".
La historia de este tricampeón de España en esquí adaptado debía ser contado, por eso, acaba de publicar su primer libro 'Reinventar el camino. Claves para transformar la adversidad en oportunidad' (Plataforma Editorial), una historia con la que seguramente ayudará a muchas personas, con o sin discapacidad a entender la vida de otra forma, tal y como lo hace desde su perfil de Instagram y desde otras plataformas. Porque lejos de quedarse "postrado" en una silla de ruedas, Pablo ha conseguido ser también subcampeón de España en surf adaptado, además de realizar conferencias y ser elegido como Linkedin Top Voice. Como dice, "no son las circunstancias que nos ocurren lo que marcan el rumbo de nuestras vidas, sino la interpretación que hacemos de ellas". 'Reinventar el camino', es un libro vital, optimista y directo, donde no solo explica su vivencia, sino que lo hace desde un enfoque psicológico, ya que tras su accidente se licenció en Psicología.
Pregunta: ¿Te ha costado plasmar el accidente en el libro? ¿Cómo ha sido todo el proceso de recordar?
Respuesta: Al dar las conferencias en empresas, es verdad que de inicio sí me costaba, también es verdad que hay momentos en los que estoy más sensible, y me cuesta más recordar, aunque quizá la palabra no sea que me cueste sino que me emociona porque me lleva a esos momentos duros y a esa tristeza, pero por lo general, como lo tengo ya trabajado, cuando me conecta, me conecta con una sensación no tanto de algo doloroso, sino como algo que forma parte de mi historia de vida, y que gracias a todo ese proceso, pues al final soy quien soy hoy.
P: ¿Tuviste estrés postraumático después del accidente?
R: No sé si etiquetarlo de esa manera, pero sí que la carretera de inicio me daba reparo, volver al coche y volver a la circulación, pero no me duró mucho. Las primeras veces que me subí al coche me notaba un poco incómodo, pero lo que sí fue más el impacto que tuvo el accidente en mi vida y cómo ese cambio radical de vida me hizo tener que dejar de hacer ciertas cosas.
P: ¿Necesitaste ayuda psicológica?
R: Sí, también lo digo en el libro, que tuve muchas figuras a mi alrededor que hicieron de psicólogos, entre ellas mi padre, el equipo médico que fue estupendo y con la jefa de rehabilitación, que en aquel momento fue María Barrera del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, a la que siempre estaré agradecido porque fue una persona súper importante en mi recuperación. Todo eso me ayudó muchísimo, y además, daban un servicio psicológico en la propia unidad de lesiones medulares, que de inicio yo no usé, pero una vez dado de alta, sí. Eso me ayudó a terminar un poco de encajar lo que me estaba pasando y que necesitaba integrar.
P: ¿Por qué fases transitaste hasta llegar a estar cada vez mejor?
R: Yo no hice ningún clic, en mi caso fue todo más un proceso de subidas y bajadas, ha habido momentos muy duros y momentos de mucha satisfacción por lo que iba consiguiendo, pero no fue un momento exacto de recuperación. En ese proceso de duelo, que pasa a cualquier persona ante una pérdida, en el que tenemos momentos en los que no nos creemos lo que nos está pasando. Yo de inicio pensaba que todo era un sueño, que no podía ser verdad, que yo no había tenido un accidente de moto que me dejara en una silla de ruedas. De hecho, cuando soñaba en el hospital, soñaba de pie, y para mí la pesadilla era cuando me despertaba, no cuando me dormía.
En todas esas fases en las que no podía asimilar lo que me había pasado, también pasé por el enfado con el mundo, te preguntas “por qué a mí” y “qué he hecho yo para merecer esto”; luego pasas a la fase de estar triste, a darte cuenta de que quieras o no, tu vida ha cambiado, y lo que antes hacías de una forma ya no lo vas a poder hacer y tienes que adaptarte a esa nueva situación. Gracias a poder expresar esa tristeza, te empiezas a desahogar y empiezas a soltar todas esas cosas que tienes dentro que antes soltabas en forma de ira, y te permiten adaptarte poquito a poquito e ir viendo las cosas que vas pudiendo hacer en la silla de ruedas. Es decir, dejar de pelearte con la silla de ruedas y empezar a aceptar la silla de ruedas en tu vida. Por suerte, con la lesión que tengo, y con la movilidad de los miembros superiores, llevo una vida prácticamente independiente. En casa no tengo nada adaptado, no necesito gran cosa para hacer mi día a día.
P: En el libro recomiendas llorar, a veces es complicado porque muchas personas tienden a guardar las emociones.
R: Igual 24 horas al día llorando te viene grande, pero dedicarte un tiempo del día a soltar y a llorar es sano. Al final el llanto tiene una función fisiológica y esa función fisiológica, si no nos dejamos estar en ese momento y llorar y desahogarte, no se cumple. Seguramente te habrás dado cuenta que cuando lloras, normalmente, al acabar te sientes más relajado, o más desahogado. No es que se haya solucionado nada, pero tu estado emocional está más tranquilo. Llorar me ayudó a pasar ese mes y medio de hospital, y después me ayudó también mucho en mi proceso de rehabilitación.
P: En tu caso, eras muy joven con muchas ganas de vivir, una persona activa, que, de repente, de un día para otro se encuentra en una situación completamente distinta. Imagino que la sensación de peligro no la sentiste antes en ningún momento o pensar que te estabas arriesgando demasiado con la moto…
R: Sí, es verdad que en una moto, normalmente cuando vas en carretera, puedes tener algún susto, pero la edad -en aquel momento tenía 21 años- no te hace ver los riesgos. Ahora quizá los veo de otra forma. El accidente fue en una curva muy cerrada, de baja velocidad, en realidad no fue algo de ir corriendo y a una velocidad muy alta; obviamente si hubiera ido todavía a menos velocidad pues seguramente hubiera podido controlar la moto. En esa curva se me fue y tuve que frenar, y para poder controlar la moto tuve que enderezarla, y fue cuando llegó el coche de frente y me choqué contra él. Con 21 añitos no vemos los mismos riesgos que vemos ahora mismo, y tiene una justificación fisiológica porque el córtex prefrontal, que es el que gobierna y controla, no está aún desarrollado del todo. Se va desarrollando con los años.
P: Me imagino que durante todos estos años habrás acompañado a muchos jóvenes que han tenido situaciones similares o para prevención.
R: Sí, las conferencias las empecé en el propio hospital de rehabilitación porque la doctora María Barrera, me preguntó si quería hablar para un colegio que venía un día al hospital de visita. Tenía que contarles mi experiencia y ahí empezó todo, esa fue la semilla. Esa labor de prevención la haces cuando explicas tu historia de vida en una moto a gente que aún está en el colegio, pues les hace ver que ciertas cosas que pueden pasar en la moto o en el coche.
P: Te formas como psicólogo después del accidente, ¿verdad?
R: Yo estaba haciendo Administración y Dirección de Empresas cuando tengo el accidente, la acabé y estuve un tiempo dedicado a ello; monté una empresa de venta de mobiliario de oficina online, que fue lo que me permitió también irme a esquiar a Sierra Nevada más tiempo, y después decidí empezar a estudiar Psicología. Primero como afición, y después le cogí el gusto y al acabar la carrera, aunque mi idea de inicio era dedicarme a la psicología deportiva, finalmente hice trauma y ahora me dedico a la psicología sanitaria.
P: ¿Cómo aparece el esquí en tu vida y cómo lo profesionalizas después? Porque estamos hablando de un deporte extremo, no es cualquier deporte.
R: Empecé a esquiar desde pequeñito con mi padre, él me llevaba cuando podía a Sierra Nevada, después ya iba con los amigos; cambié el esquí por el snowboard. Siempre me ha gustado mucho la conexión con la naturaleza, con la montaña, me daba muy buenas sensaciones. Después del accidente, pensé que era una cosa más que se acababa, pero empecé a ver que sí que podía esquiar sentado. Te reconozco que de inicio, sí que salía pensando que eso ya no era esquiar, que ya no me servía, que ya no tenía las mismas sensaciones de antes, todo negativo… Pero, a la misma vez , había estado en la Sierra, había vuelto a tener contacto con la nieve, y conforme fue pasando el tiempo y fui dejando reposar todo, me animé otra vez y ya no me caí tanto. Conocí a otra gente que hacía cursos como yo. Son cursos que organizan fundaciones y quizá van 10 personas que están en la misma situación que tú, así que puedes compartir la frustración de estar cayéndote todo el rato… Le empecé a coger el gusto y, gracias a eso, me compré mi propio mi equipo. El punto de inflexión fue cuando me fui a trabajar a Sierra Nevada, allí aprendí de nuevo a esquiar.
Yo recomiendo el deporte a personas con discapacidad y sin discapacidad, es una herramienta que tiene que estar presente en la vida de cualquier persona
P: Y empiezas a competir…
R: Lo de profesionalizarlo fue más por lo que me aportaba que porque yo quisiera competir. Al final competir significaba que me cerraban una pista de esquí para mí, en la que solo me tenía que preocupar de pasar una serie de puertas y de llegar a un cierto tiempo; no tenía que preocuparme de que se me cruzara nadie porque son pistas libres. Gracias a eso y a ir cogiendo el gusto de entrenar, empecé a competir y, sí, he ganado algún campeonato de España, he estado en campeonatos de Europa y me lo he pasado muy bien con el esquí.
P: Lejos de pensar que una persona con discapacidad no pueda hacer deporte, tú le das completamente la vuelta. Siendo un referente para muchas personas que piensan en tirar la toalla ante una situación de discapacidad o de enfermedad.
R: Yo recomiendo el deporte a personas con discapacidad y sin discapacidad, es una herramienta que tiene que estar presente en la vida de cualquier persona, y cuando te digo deporte no es necesario irse a una montaña a esquiar, puede ser sencillamente estar en un gimnasio o salir a correr. El deporte tiene una serie de efectos en nosotros que son necesarios y en mi caso me sirvió para poder afrontar la situación que estaba viviendo, y me ayudó a enfocar mi vida de una forma diferente.
P: ¿Qué importancia ha tenido para ti la amistad en tu proceso de recuperación? En el libro hablas mucho de tus amigos, de cómo acudieron al hospital y cómo te acompañaron en tu casa cuando no querías salir…
R: Para mí un pilar básico es la familia que uno elige. Ellos me eligieron a mí en un momento en el se podían haber bajado del barco. He tenido la suerte de que se bajaron muy pocos, la gran mayoría se mantuvieron ahí y les estaré eternamente agradecido porque fueron un punto de apoyo súper importante para mí en todos aquellos momentos tan difíciles que tuve que afrontar. Y me siguen acompañando, han formado parte de ese camino que yo he ido reinventando, como dice el título del libro, ellos forman parte de todo eso y no solo me han seguido acompañando y siguen siendo parte de mi vida muchos de ellos que los considero casi como hermanos.
P: En ocasiones nos sorprende que personas con discapacidad física tengan mucha más fuerza y voluntad que personas que no la tienen, ¿de dónde crees que sale toda esa fuerza? ¿Amas más la vida ahora que antes?
R: Cuando uno le ve las orejas al lobo, la vida cobra un sentido diferente. Creo que cuando uno vive momentos duros en los que tiene que mirar a la cara a estas situaciones también se da cuenta del valor que tienen otras muchas. Yo reconozco que ahora valoro mucho más cosas sencillas que antes no lo hacía, también la edad tiene algo que decir seguro, pero la combinación de la edad y lo que he tenido que ir afrontando sí me hace focalizar en ciertas cosas que antes igual pasaba por alto. Y que quizá me ayudan a seguir adelante con esa, llamémosle, fuerza de voluntad, que te ayuda a afrontar ciertas situaciones que igual vistas desde fuera, se ven muy difíciles, pero también porque no forman parte de tu día a día.
Es verdad que cuando tienes una discapacidad puedes tener más dificultades para tener pareja, pero también te digo que seguramente la persona que encuentres sea mucho más auténtica
P: En tu caso, explicas que tuviste que lidiar con la depresión, eso es lo normal aunque no se suele hablar demasiado de la depresión que padecen personas con discapacidad…
R: Hay más estudios en relación al estrés postraumático, pero al final la depresión… Si tú interpretas que tu vida está muy limitada por una cierta afectación física que tienes, como puede ser, en mi caso, una lesión medular, cuando esa persona interpreta que su vida está limitada por esa discapacidad, afecta de forma negativa en esa depresión. Por es tan importante el trabajo con todos esos pensamientos alrededor de la situación, porque te pueden ayudar a reinterpretar esa realidad que estás viendo de otra forma, que esto no quiere decir que no vayas a tener ciertas limitaciones, porque yo las sigo teniendo, pero te pueden ayudar a aceptar esas limitaciones. Gracias a la aceptación, puedes disfrutar y vivir de forma saludable otras facetas de tu vida que no están limitadas por esas afectaciones.
P: Desde las redes sociales, también hecho visible la discapacidad desde un enfoque más positivo y cotidiano. En tu Instagram podemos ver los distintos límites que puedes tener en tu día a día y cómo finalmente los resuelves. ¿Habrás ayudado a mucha gente, no?
R: Reconozco que yo no tengo haters, y si tengo no me lo dicen. Recibo muy buen feedback, intento naturalizar mi día a día, que se normalice. Si puedo ayudar en ese sentido, y en la salud mental, pues me siento muy gratificado.
P: Al inicio del libro, cuando estás contando el después del accidente una de las cosas por las que te lamentas (una creencia limitante, completamente) es que piensas que no vas a encontrar el amor. ¿La has encontrado?
R: Con las personas que trabajo con discapacidad, siempre tratamos este tema. Es verdad que cuando tienes una discapacidad puedes tener más dificultades para tener pareja, pero también te digo que seguramente la persona que encuentres sea mucho más auténtica, porque va a estar contigo por tí mismo. Te quitas de enmedio mucha superficialidad.