La demanda eléctrica sigue en caída libre pese al crecimiento económico: ¿Cuáles son las causas?

  • La reducción del consumo por parte de la industria y los hogares, las suaves temperaturas y el impulso del autoconsumo explican el descenso

  • Los precios de la electricidad repuntan ligeramente respecto a abril, pero son un 58% más bajos que hace un año

  • El gas ha llegado este jueves a situarse por debajo de los 30 euros por megavatio hora en el mercado de futuros TTF, el nivel más moderado desde finales de 2021

Desde que el pasado agosto quedara marcado en el calendario como el mes con los precios de la luz más caros de la historia la demanda eléctrica no ha dejado de caer. El pasado mes de abril fue un 9,7% inferior a la registrada en el mismo mes del pasado año, un 7,7% si se descuentan los efectos de la temperatura y de la diferencia de días laborables, según los datos de Red Eléctrica.

Las caídas son de una magnitud, explican los expertos, solo comparable a las registradas durante la pandemia, pero se están produciendo en un contexto completamente diferente. Entonces la demanda eléctrica se recuperó según lo hacía la actividad económica, ahora, el consumo está cayendo a pesar de que la economía ha mantenido un destacado crecimiento. Estamos en un nuevo escenario.

“La demanda energética, tanto eléctrica como de gas, está cayendo de forma importante, sobre todo, por un descenso de la demanda del sector industrial. Los altos precios de la electricidad han hecho que determinadas empresas estén optimizando sus consumos, e incluso que algunas, de gran consumo eléctrico y de gas, como la siderurgia y fertilizantes, hayan parado parte de su producción por no resultar rentables”, explica Juan Antonio Martínez, analista del Grupo ASE. 

Este motivo no es el único que provoca una reducción de la demanda. También los hogares, señala, están tendiendo a ser más eficientes en sus consumos y en el uso de los aparatos eléctricos. Y, además, las suaves temperaturas registradas este año han contribuido igualmente a ese descenso, tanto en España como en el resto de Europa. 

“Hay un componente más, que está teniendo mucho impacto, y es el aumento del autoconsumo de energía fotovoltaica. Muchas empresas y hogares han optado por colocar instalaciones que permiten que en las horas de mayor radiación se observe una caída muy importante de la demanda. Si en abril cayó hasta un 14% en las horas centrales del día, la mitad podía deberse al desarrollo del autoconsumo”, calcula Martínez.

Según los datos del Ministerio de Transición Ecológica la velocidad con la que el autoconsumo se está desarrollando en España ha hecho que la potencia instalada se haya multiplicado por 20 desde el año 2018 y que ya supere los 5 gigavatios.

Descenso de los precios

El retroceso de la demanda eléctrica, que se sitúa en el 6,4% en mayo, según las estimaciones del Grupo ASE, se refleja en la evolución de los precios, que mantienen una tendencia a la baja en lo que llevamos de año. En la primera quincena del mes, el precio diario del mercado mayorista se ha situado en los 78 euros por megavatio hora (MWh). Es un ligero aumento del 6% respecto al mes de abril -en el que los precios de la electricidad marcaron su nivel más bajo en tres años-, pero supone un descenso de 58% respecto a los registrados en 2022.

“Estamos recogiendo los efectos de las señales de aquellos precios altos. Todos los procesos que han ido poniendo en marcha las empresas para ser más eficientes llevan su tiempo, no son actuaciones que se puedan realizar de forma inmediata. Han tenido que hacer números para sustituir su maquinaria por otra más eficiente o para diseñar procesos de eficiencia energética. El impacto de esas decisiones no es inmediato, tiene un retardo sobre la producción y el consumo, que estamos viendo ahora”, destaca Martínez, que estima que la demanda seguirá marcando descensos en los próximos meses.

Y explica, reiterando la diferencia con la situación tras la pandemia, que hay que contar con que buena parte de ese descenso de la demanda eléctrica no se va a recuperar, lo que acabará provocando cambios en el mercado.

“El consumo que una empresa ha dejado de realizar de la red porque ha invertido en una instalación fotovoltaica ya no se va a recuperar. Y en el escenario actual, de desarrollo del autoconsumo, la inercia de estos procesos se mantendrá, incluso aunque los precios caigan”. Unos precios que, recuerda, a pesar del descenso registrado con respecto al pasado año, se mantienen aun en niveles que doblan a los registrados en la media histórica. 

El gas, de vuelta a niveles de 2021

Los precios del gas han mostrado también una importante caída desde finales del pasado año, que se ha intensificado en las últimas semanas. Este jueves, en el mercado de futuros de referencia, el TTF neerlandés, el gas llegaba a situarse por debajo de la barrera de los 30 euros por megavatio hora, algo que no sucedía desde finales de 2021. En España, el precio diario del Mibgas ha caído un 17% en la primera quincena de mayo y lleva más de una semana por debajo de ese nivel de los 30 euros.

“La caída de los precios del gas en estos momentos se debe a que hay una sobre oferta de gas natural licuado (GNL). Está llegando a Europa procedente de Estados Unidos de manera masiva, porque ha habido un incremento de la producción y porque Asia ha reducido su consumo por la ralentización económica”, explica Martínez.

Con el descenso de la demanda por el menor consumo industrial, de pymes y de hogares (un 4,6% interanual en abril, según Enagás; y un 6,2% en la primera quincena del mes, según los cálculos de ASE); y con las reservas en niveles muy elevados (por encima del 92%, tal y como indican las cifras de Gas Infrastructure Europe), no es descartable que los precios sigan cayendo. Pero la tendencia podría cambiar de signo, advierte el experto, si alguna de esas circunstancias varía.

“Es verdad que los precios han bajado de forma muy brusca, las temperaturas han sido suaves, se ha reducido la demanda, pero quizá no estemos ante una bajada estructural, sino fruto de unos factores puntuales. En cuanto en cuanto aumente la demanda en invierno o se active la economía, sobre todo la asiática, lo más probable es que Europa vuelva a sentir la tensión de los precios”.