Ahorrar por objetivos: cómo utilizar tus debilidades para mejorar tu economía

Tressis 07/06/2018 11:12

Ahorrar no se trata simplemente de ir reservando dinero hasta que consigamos la cantidad que necesitamos para pagar algo, hay muchos otros factores que están involucrados y que, dependiendo de cómo los gestionemos, nos ayudarán a alcanzar nuestra meta o, por el contrario, nos harán fracasar estrepitosamente. Estos factores están relacionados con nuestra naturaleza humana y la tendencia que tenemos a dejarnos llevar por ciertos comportamientos.

Desde Tressis queremos que aprendas a identificarlos y los tengas muy en cuenta ya que, dependiendo de cómo los utilices, pueden alejarte de tus objetivos o, por el contrario, puedes utilizar estas debilidades en tu propio beneficio.

A la hora de tomar decisiones económicas, aunque creamos que se trata de algo totalmente racional, los humanos tenemos ciertas peculiaridades que demuestran todo lo contrario. Por ejemplo, ante una pérdida o una ganancia de la misma magnitud, sentimos el doble la pérdida de lo que nos alegra la ganancia, y de ahí nuestra aversión a las pérdidas, que hace que muchas veces no hagamos algo porque el miedo a fracasar nos asusta más de lo que nos ilusiona poder salir triunfadores, optando por el inmovilismo, que nos permite progresar.

También tenemos una relación complicada con la inversión a largo plazo ya que, por una cosa llamada valor intertemporal del dinero, preferimos recibir una recompensa inmediata en lugar de invertir nuestro dinero en algo que nos garantice una mayor rentabilidad esperando más tiempo para recibirlo. No te preocupes, es algo inevitable porque, en estos casos, es la parte más arcaica de nuestro cerebro la que decide por nosotros, movido por las pasiones y el placer inmediato.

A todo esto le dedicaron mucho tiempo dos psicólogos muy listos, los padres de las finanzas conductuales, Daniel Kahnemann y Amos Tversky. Estos dos israelíes se dedicaron a derribar el mito de que el inversor es un ser racional que se pasa el día midiendo funciones de utilidad. En realidad, tenemos todo tipo de sesgos, como nuestra tendencia a seguir a los demás (¡compra punto coms!), aferrarnos a las decisiones que hemos tomado (ya puede olvidar sus acciones de Terra, déjelas ir), dejarnos influir por los recuerdos más vivos o por un precio de referencia y el efecto anclaje…

Kahneman ganó el Premio Nobel de Economía y años después lo hizo uno de sus discípulos, Richard Thaler, famoso por su teoría del “empujón” y esto ya le interesa a usted mucho más, porque le puede ayudar a conseguir su crucero, el fantático reloj y el posgrado de sus hijos.

En resumen, entre las cosas que propone Thaler, es que es mejor automatizar muchas de nuestras decisiones para que lleguen a buen puerto, y esto también incluye a las decisiones financieras. Cuanto más fácil nos lo pongamos a nosotros mismos, mejor. Es más fácil tener “opciones por defecto” que tener que ejercitar nuestra fuerza de voluntad constantemente, porque es una cosa muy cansada y la pereza puede llevarnos a abandonar estas opciones, olvidando nuestro objetivo, que jamás llegaremos a alcanzar. Así que, si quiere ahorrar, es mejor que lo haga de forma regular y que ordene una transferencia periódica y automática a un fondo o cartera de fondos o a un seguro o un plan. Es la forma más indolora de prescindir de esa cantidad de dinero que, poco a poco, irá creciendo en su cuenta de ahorro.

Pero cada persona es diferente, cuenta con una situación personal y finaciera distinta, y tiene unas preferencias que hay que tener en cuenta a la hora de elegir el mejor método de ahorro. Y es aquí cuando cobra valor la figura del asesor financiero, que analizará cada detalle para ayudarte a elegir la táctica de ahorro que mejor se adapte a tus circunstancias.

En función de tu perfil de riesgo y de tus objetivos, la inversión a medio y largo plazo te ofrece además eso tan bonito del interés compuesto, es decir, vas generando intereses sobre el capital inicial, pero luego vas generando intereses sobre los intereses y tu dinero trabaja por ti, que ni siquiera tienes que darle al botón de transferencia.

Eso sí, ten en cuenta que los plazos deben ser siempre razonables. Sólo en el medio y largo plazo te puedes beneficiar de las primas de riesgo. Rentable sin riesgo no hay nada de nada en este mundo y por eso es mejor plantearse objetivos razonables a medio y largo plazo. Recuerda: ahorro regular, automatizado, diversificado y con un plazo razonable. Pues nada, a planificar.