Los festivales de música, el nuevo motor económico de nuestro país

  • Los aficionados a los festivales superan a los del fútbol o el motociclismo

  • Su impacto económico tiene un gran efecto multiplicador en otros sectores

  • Un reto para el futuro: igualdad de hombres y mujeres en los escenarios

Este fin de semana ha tenido lugar en Madrid el Mad Cool Festival, la próxima semana se celebrará el Festival Internacional de Benicàssim (FIB); España está en plena época de festivales musicales y pocos escaparemos de pisar alguno de ellos. Como diría Elton John, “La música tiene poder sanador, tiene la habilidad de sacar a la gente fuera de sí misma durante unas horas”, parece que es este “efecto sanador y terapéutico” de la música en directo el que atrae a millones de personas a los festivales.

Los festivales se han constituido desde los años 90 como los eventos de música en directo que atraen a un público interesado en vivir una experiencia única y compartir momentos de ocio y cultura. El primer festival masivo español fue el Espárrago Rock que se celebró en Granada en 1989 y desde entonces el número de festivales y la afluencia de personas a estos no ha dejado de crecer. Pero el auténtico “boom de los festivales” ha tenido lugar en la última década alcanzando los 1.000 festivales musicales al año.

Según recoge Natividad Buceta, profesora de la OBS Business School en su informe El hit de los Festivales de Música en España, los festivales se han convertido en la principal forma de consumo de música en directo en el país haciendo que los aficionados a estos superen a los del motociclismo o el fútbol. A esta tendencia se le ha denominado como el 'Fenómeno de la Festivalización'.

En los últimos años los festivales han ido creciendo como la espuma y con ellos todo lo que les rodea convirtiéndose en una fuente de riqueza y desarrollo económico y social. Ticketmaster, la compañía de venta y distribución de entradas asegura que en 2018 el número de turistas musicales en nuestro país tuvo un incremento de un 116%. Solo los 10 principales festivales atraen a 1.6 millones de personas, entre ellos destacan el Arenal Sound, celebrado en Burriana (Castellón), el Rototom Sunsplash y el Festival Internacional de Benicassim (FIB) ambos celebrados en Benicàssim, el Primavera Sound en Barcelona o el Viña Rock en Villarrobledo (Albacete).

Un impacto económico de 5.600 millones

El impacto económico total estimado en nuestro país alcanza los 5.600 millones de euros, concentrando Cataluña el 44 % del mismo y los 10 festivales más grandes alrededor de 400 millones según recoge la profesora de la OBS Business School, Natividad Buceta, en un segundo informe Los Festivales de Música en España. Solo con la venta de entradas se alcanzaron el pasado año 334 millones de euros y se estima que la media de gasto por asistente es de 500 euros en los principales festivales de España aunque depende de la procedencia.

Este fenómeno de la festivalización y su impacto económico se sitúa dentro de lo que algunos economistas denominan 'Economía Naranja'. Se trata de la economía relacionada con las Industrias Culturales y Creativas (ICC) cuyos bienes y servicios se basan en la capacidad innata de las personas de imaginar y crear, potenciando así la diversidad cultural, el empleo, turismo y desarrollo del lugar en el que se llevan a cabo haciendo uso además de la revolución digital.

La dimensión de esta nueva economía naranja a nivel internacional es mayor que el gran sector de las telecomunicaciones, supera la economía de la India y genera más empleo que Corea del Sur. Dentro de estas industrias se encontraría desde la artesanía y la moda, hasta el teatro, la radio o la publicidad.

El gran impacto económico de los festivales no se queda solamente en este sector sino que tiene un gran efecto multiplicador. En la organización de estos eventos participan numerosos grupos de interés o stakeholders, asistentes, patrocinadores y entidades locales constituyen el principal público objetivo de un festival. Potencian el atractivo turístico de las ciudades en las que se celebran y mejoran su imagen, tanto que FITUR, la Feria Internacional de Turismo vuelve a convocar por segundo año un especial dedicado a los Festivales de Música en nuestro país.

300.000 puestos de trabajo y un gran efecto multiplicador en otros sectores

Así, la gran afluencia de visitantes que reciben repercute positivamente en otros sectores como el hotelero, restauración y, en consecuencia, la creación de empleo. Se estima que los festivales de música en directo generan en España 300.000 puestos de trabajo, con un promedio de 360 empleos por festival, 130 empleos directos y 230 empleos indirectos.

Detrás de los festivales hay un gran estrategia de marketing en la que su principal herramienta son las redes sociales y una de sus principales fuentes de financiación son los patrocinadores, solo detrás de las entradas y el consumo y merchandising. Las marcas -sobre todo las de bebidas alcohólicas- se pelean por ser los patrocinadores de estos eventos y ayudar a crear una imagen de marca. La mayor parte de financiación que requieren estos eventos es privada.

Los festivales tienen otros efectos o impactos no tan visibles pero que sí que tienen lugar a largo plazo, son los relacionados con la atracción de nuevos residentes, empresas e inversiones, la mejora de las infraestructuras y la visibilidad e imagen de la zona. En muchas ocasiones, la celebración de estos eventos hace situar en el mapa a los municipios y ciudades en los que tienen lugar. Es el caso del Viña Rock, que tiene lugar en Villarobledo, un municipio de la provincia de Albacete que apenas supera los 25.000 habitantes.

El Viña Rock, la simbiosis perfecta entre vecinos y festivaleros

Durante el pasado puente del 1 de mayo se celebró su XXIV edición a la que acudieron más de 240.000 personas, multiplicando así la población de Villarobledo por diez. Un año además en el que el festival ha sido declarado de Interés Turístico Regional con intención de conseguir la distinción Nacional en un futuro. El Viña Rock, uno de los festivales más veteranos del panorama español en el que coexisten diferentes estilos musicales como el Rock, Reagge, Rap o Ska entre ellos, celebrará en 2020 su 25 edición.

La empresa promotora de este multitudinario evento señaló que el impacto económico ha sido de en torno a 22 millones de euros y en total se generaron 3.000 puestos de trabajo.

Este festival de música destaca sobre los demás por la simbiosis perfecta entre los vecinos de Villarrobledo y los 'viñarockeros'. El evento se celebra en el Auditorio Municipal de la localidad –además de las zonas cercanas de acampada habilitadas- donde los vecinos de los alrededores que conviven con los miles de visitantes agudizan su ingenio para hacer negocio. Habilitan sus garajes, patios y casas para ofrecer duchas de agua caliente, un lugar donde cargar dispositivos móviles o vender comida.

La imagen de marca es uno de los factores más importantes para obtener éxito como festival edición tras edición y esto es algo que el Viña Rock ha conseguido con creces. Se posiciona como el festival por excelencia de los miles de amantes de la música alternativa, de espíritu rebelde y reivindicativo que no se suele escuchar en los medios de comunicación.

Sin embargo, en el mundo de los festivales, no es oro todo lo que reluce, a pesar de ser un potente motor de desarrollo económico, social y cultural, tienen varios retos futuros, entre ellos, uno muy importante: conseguir que tanto en sus escenarios como en el mundo de la música en general las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres.

Un reto para el futuro: la igualdad de hombres y mujeres en los escenarios

Con el auge del movimiento feminista, en los festivales empezaron a sonar canciones que defendían la lucha de las mujeres y condenaban la violencia contra ellas y la sociedad patriarcal a la que están sometidas. Actualmente, en la mayoría de ellos encuentras un punto violeta al que acudir en caso de agresión sexista y casi todas las bandas y cantantes hacen algún tipo de mención de caracter feminista.

A pesar de estos intentos de compromiso con la lucha feminista, los festivales no escapan del dominio de la sociedad patriarcal. Echando la vista a sus escenarios –y al mundo de la música en general- están plagados de hombres, la presencia de las mujeres es mínima y es que en este ámbito también tienen limitadas las oportunidades.

Con el objetivo de visibilizar y combatir las dinámicas machistas en el sector musical para alcanzar un escenario de equidad nació Mujeres y Música (MYM), un espacio formado por cuatro mujeres músicas que investigan, informan, divulgan y reflexionan sobre la situación de la mujer en el mundo de la música mediante una lucha activa.

En relación con la presencia de las mujeres en los escenarios de los festivales, MYM, ha recogido durante 3 años datos sobre el número de mujeres músicas presentes en los principales festivales de España. En 2017, primer año del recuento, solo el 11% fueron artistas femeninas en los festivales españoles, en 2018 la mejora fue mucho menor de lo esperado, el porcentaje de mujeres tan solo creció dos puntos. Las bandas mixtas aumentaron en muchos eventos pero en la mayoría de los casos, se trataba de bandas de hombre con una vocalista femenina por lo que la media no aumentó demasiado. El mayor porcentaje de mujeres se registró en el Bioritme.

Ya inmersos en el 2019, el recuento muestra una mejora sorprendente, en casi todos los festivales ha aumentado la presencia de mujeres y la media de representación femenina en los carteles ha alcanzado un 19’17%.

Este año, destaca el aumento del Sansan que ha pasado de un ínfimo 2,41% a un notable 16,29% y el Primavera Sound, que ha establecido una programación casi igualitaria y sin precedente en festivales de música de gran formato donde el 44,70% fueron artistas femeninas. Otros como el Viñarock reducen la brecha pero a pequeños pasos y otros la aumentan como el Iboga o el Rock Fest.

En general, la evolución de los festivales de música en España ha sido positiva. No solo se han convertido en un fuerte motor económico generando riqueza, empleo y contribuyendo al crecimiento de otros sectores como el turismo, comercio, hostelería, restauración y transporte por su efecto multiplicador sino que también se han convertido en encuentros sociales y culturales que generan clímax tan especiales entre sus asistentes que crean una cierta adicción. Los asistentes coinciden en que viven unos días ausentados de la rutina, los problemas, rodeados de 'buen rollo', alegría y en familia, los festivales "son una medicina".