SUEÑO INFANTIL

María Leyva, experta en sueño infantil: "Se puede poner remedio a que tu hijo duerma mal, con los míos lo logré"

María Leyva cuidando de un bebé. CEDIDA
  • María Leyva creó su gabinete de sueño tras sufrir el agotamiento que suponía que sus hijos no durmieran bien

  • Nos da una serie de consejos sobre las rutinas de sueño de nuestros hijos con la llegada de las vacaciones de verano

Compartir

María Leyva vivió en sus propias carnes la falta de sueño porque ninguno de sus tres hijos dormía del tirón y sabe, por experiencia propia, cómo las noches en vela afectan a una familia. La desesperación la llevó a contratar un plan de sueño a una de las pocas asesoras de sueño que encontró en Madrid. Y experimentó como, en sólo un mes, su vida pegaba un cambio de 180 grados. Ahora, María nos da una serie de consejos sobre las rutinas de sueño de nuestros hijos, sobre todo con la llegada de las vacaciones de verano.

Esta profesora de educación infantil y madre de tres hijos conoce muy bien el agotamiento extremo. “Mis tres hijos dormían fatal. Por experiencia propia, la falta de sueño me llevó a indagar en la materia, leí todo lo que cayó en mis manos, y como seguía sin conseguirlo, decidí contratar a una coach de sueño. Me cambió tantísimo la vida en apenas un mes que decidí formarme yo como asesora de sueño en Family Sleep Institute”, cuenta en una entrevista con Informativos Telecinco.

PUEDE INTERESARTE

Y así, la que fue una madre ojerosa, convertida en experta, fundó en 2022 su propio gabinete de asesoría de sueño: 'Siete y a dormir'. Desde entonces, ha acompañado a cientos de familias que, como ella en su momento, no encuentran descanso. “Quiero transmitir que no hace falta aguantar porque ‘te haya tocado’ un niño que duerme mal, que es lo que te dice tu suegra, tu pediatra o incluso tu madre. Que se puede poner remedio”, afirma Leyva.

Uno de los grandes errores que detecta esta asesora es que, durante el embarazo, el sueño del bebé no suele estar entre las prioridades. “Antes del nacimiento de un niño se prepara la habitación, la ropita, la madre lee todo acerca de la lactancia si ha decidido hacerla, pero del sueño de su hijo apenas sabe nada. Parece que, si el niño duerme bien, te ha tocado la lotería y si no, qué mala suerte, habrá que aguantar hasta que crezca. Y eso no es así, no hay que aguantar”, advierte.

PUEDE INTERESARTE

Por ello, insiste en que “el sueño no es un lujo, es una necesidad fisiológica para toda la familia”. Como tal, debe aprenderse y respetarse. “Dormir es una habilidad que se enseña, igual que caminar o hablar. El niño, fisiológicamente, está preparado para dormir, pero no sabe conciliar el sueño”.

Su metodología se basa en la constancia. “Cuando actuamos diferente cada día, creamos refuerzos intermitentes y confundimos a nuestros hijos”, asegura. Según Leyva, muchos padres tienen miedo a tomar decisiones o mantenerlas: “La opción más cómoda, que sería cogerles en brazos cada vez que lloren, no es la que beneficia a nuestros hijos a largo plazo”.

En este sentido, la paciencia es otra de las herramientas clave: “Cuanto antes se empiece, menos cuesta conseguir que el niño aprenda a dormirse sin apoyos externos, como los brazos, el pecho o un biberón”. Así, cuanto mayor es el niño, más esfuerzo requerirá revertir hábitos instaurados.

Cada niño es un mundo

Muchas familias llegan con ideas preconcebidas basadas en la experiencia de otros. “Me vienen muchas familias recomendadas por una amiga que siguió un plan de sueño con su hijo y me dicen: ‘Hemos intentado seguir las pautas que les diste y no me están funcionando’. Yo les explico que tiene su lógica: cada familia tiene unas circunstancias diferentes y cada bebé tiene su temperamento distinto y necesita dormir más o menos horas”.

María advierte que “hasta los cuatro o cinco años lo lógico es que se despierten alguna vez durante la noche”. “Es lógico que lloren en según qué situaciones y mientras tú acompañes el llanto, lo valides y empatices con él, la relación de padres e hijos no se va a resentir. Tienen que confiar”.

Una de las tareas más importantes que nace de su labor es desmontar mitos que damos por válidos en cuanto al sueño de nuestros hijos se refiere. A continuación, Leyva analiza y comenta los diez mitos más extendidos sobre el descanso de los bebés:

1. “Si mantienes despierto al bebé todo el día, te dejará dormir por la noche”.

Falso. Según María Leyva, este consejo es totalmente contraproducente: “Un bebé muy cansado duerme muchísimo peor. El sueño diurno está completamente relacionado con el sueño nocturno, así que cuanto mejor duerman por el día, mejor van a dormir por la noche”.

2. “Si lo duermes en brazos y despierta, llorará. Mejor que aprenda a dormir en su cuna”.

Verdadero. Leyva no está en contra de dormir a un bebé en brazos de vez en cuando, pero advierte sobre la creación de dependencias: “Es mejor si aprende a dormir en su cuna. ¡Ojo! No es malo dormir de vez en cuando al bebé en brazos, es un placer que cualquier madre ha experimentado, pero no se puede convertir en una costumbre habitual porque puedes generar malos hábitos y, si lo haces siempre, a la larga va a ser difícil que se duerma de otra manera”.

3. “Déjale llorar para que aprenda a dormir solo”.

Falso. Esta técnica, muy extendida, no tiene cabida en los métodos de Leyva: “Es uno de los métodos menos respetuosos con tu bebé. Ahora, a la hora de cambiar un mal hábito, lo normal es que se frustren, que lloren, que se pongan nerviosos, que no estén de acuerdo con lo que estás haciendo, pero nunca hay que dejarles llorar hasta que se cansen”.

Cada familia tiene unas circunstancias diferentes y cada bebé tiene su temperamento distinto y necesita dormir más o menos horas

CEDIDA

4. “Es mejor que se duerma con ruido, así se acostumbrará”.

Verdadero y falso. La asesora hace una distinción clara según la edad del bebé: “Cuando son bebés, sí es recomendable que los tres primeros meses duerman con ruido y con luz para enseñarles a diferenciar el día de la noche”. Pero también advierte: “Si tu bebé ante un ruido se despierta más veces o no es capaz de dormir en un ambiente con ruido o con luz, lo mejor es recrear un ambiente tranquilo”.

Aunque también recomienda algo de flexibilidad: “De vez en cuando prueben a hacer la siesta fuera de casa… si acostumbras a un niño a dormir en el silencio absoluto y en la oscuridad total, cuando tengas algún plan en el que no se den esas condiciones, lógicamente tu bebé no va a saber dormir”.

5. “Hacer colecho con el bebé fomenta malos hábitos de sueño”.

Falso. Es una opción válida, pero con fecha de caducidad, con límite de tiempo, ya que advierte que “dormir con uno de los progenitores no es bueno ni para el niño ni para la pareja a largo plazo”. Y añade: “Serán niños que no querrán dormir en casa de los amiguitos, no querrán ir a campamentos”.

6. “Si no toma pecho ‘a demanda’ aguantará más tiempo dormido.”

Verdadero. Aunque reconoce que puede generar debate, Leyva lo respalda: “Yo no soy partidaria de, cada vez que el bebé llore, ofrecerle el pecho, porque si tu única manera de calmarlo y regularlo es con el pecho, es un hábito difícil de cambiar. Casi todas las familias con las que trabajo vienen con ese problema, la pediatra y la matrona insisten en ‘a demanda’ y muchas veces que sea todo a demanda, se da de bofetadas con el descanso”.

7. “Si toma cereales en el biberón, dormirá más horas”.

Falso. Para Leyva, este es un mito muy arraigado pero sin base: “Un mito en toda regla, con o sin cereales, si el niño no duerme bien, no dormirá”.

8. “No es necesario mantener una rutina para que aprenda a dormir”.

Falso. Las rutinas son una piedra angular en su método: “Creo al cien por cien en las rutinas porque aportan seguridad a padres y a hijos y preparan al bebé para que descanse mejor. Es uno de los puntos que más trabajo con las familias, tener una buena rutina de sueño, para que los niños vayan interiorizando cuál es el momento del sueño y qué va a ocurrir en las horas previas”.

9. “Se despierta porque tiene hambre, se ha hecho caca, echa de menos los brazos, etc.”

Verdadero. Aunque con matices: “Sí, pero muchas veces se despiertan porque tienen un gas, porque tienen hambre o porque están acostumbrados a conciliar el sueño con cualquier tipo de apoyo: biberón, brazos, pecho… no saben dormir solitos”.

Si tú realmente quieres y eres consciente de que lo mejor para tu hijo es que duerma en su habitación, lo harás

CEDIDA

10. “Acuéstalo tarde, así no te despertará temprano”.

Falso. Este mito puede tener el efecto contrario al deseado: “Cuanto más tarde se duermen, más cansados están y además se despiertan a la misma hora o incluso antes”. Sobre el horario de sueño ideal, sostiene que “entre las 19.30 y las 20.30 el cuerpo empieza a generar melatonina y deberían aprovechar para dormir. A las 22h no se dormirá con la misma facilidad”.

Enseñar a dormir es una inversión emocional

Para María Leyva, “enseñar a dormir es una inversión emocional”, no una batalla. “Dormir es un proceso fisiológico, está comprobado que cuando nuestros bebés están dentro de la barriga de la mamá, duermen, pero la forma en que empiezan a dormir, cómo se inicia el sueño, dónde y con qué ayudas, se aprende”, explica.

Por todo ello, la asesora dice que siempre debe haber esperanza. “Si tú realmente quieres y eres consciente de que lo mejor para tu hijo es que duerma en su habitación, lo harás. Te costará más o menos, pero quien tiene que estar preparado para que su hijo salga de la cama, eres tú. El niño no se va a marchar por propia iniciativa”.

Las nuevas rutinas con la llegada de las vacaciones de verano

Ahora, con la llegada del verano y el fin del curso escolar, las rutinas cambian, lo que supone un nuevo reto para muchos padres. “Es normal que las familias se relajen un poco con los horarios. Yo misma lo hago, pero con ‘cuidado’. Aunque ya no haya que madrugar tanto, los niños siguen necesitando entre 10 y 12 horas de sueño para descansar bien y estar tranquilos y de buen humor durante el día”.

También advierte de que, una idea muy común es pensar que, “si los acostamos más tarde, dormirán hasta más tarde… pero en la práctica no suele ocurrir”. “Por mucho que se acuesten a las 22:00, la mayoría se sigue despertando a las 7:00 u 8:00, como mucho a las 9:00. Solo unos pocos ‘afortunados" duermen hasta las 10:00”, comenta.

Por eso, lo ideal es ajustar los horarios de forma flexible pero mantener cierta coherencia: “que haya una rutina estable y predecible antes de dormir (baño, cena, cuento…), aunque sea media hora más tarde. Así ayudamos a que su reloj biológico no se altere del todo y que el descanso siga siendo de calidad, algo que necesitan igual en verano… ¡o incluso más, con tanta actividad al aire libre!”, explica.

¿En qué consiste un plan de sueño?

Leyva ofrece dos tipos de intervención: consultas puntuales o planes de sueño personalizados. “Las consultas de sueño se las recomiendo a familias que tienen un problema puntual. Por ejemplo, quieren retirar el chupete, eliminar las tomas nocturnas, solucionar una regresión, pero son bebés que generalmente duermen bien”.

En cambio, los planes de sueño están destinados a familias con dificultades más profundas. “Marcamos objetivos semanales para evitar malos hábitos y conseguir que se duerman solitos y que prácticamente no se despierten por la noche. En los planes de los seis meses en adelante el seguimiento es diario”, explica.

La clave del éxito, según ella, está en el acompañamiento constante: “Durante el plan de sueño, la asesora está disponible de nueve de la mañana hasta la hora de dormir al bebé. Me aseguro de que todo se vaya cumpliendo. Puedes estar al tanto de las dificultades, saber si el bebé se está resistiendo, si la familia lo está haciendo bien o si hay que cambiar alguna pauta porque no está dando resultado”, concluye.