Estudiar por la noche o por la mañana: qué dice la neurociencia sobre el mejor momento para aprender
El mejor momento para estudiar depende del tipo de tarea y también del cronotipo personal de cada uno
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MadridAprender es un proceso continuo y muy personal. Desde hace años, educadores y científicos intentan responder a una pregunta: ¿es mejor estudiar por la mañana o por la noche? La evidencia científica más reciente ha revelado que no hay una única respuesta para ello. Depende de distintos factores como el ritmo circadiano individual, el tipo de tarea que se realiza y también, el estado físico y emocional del estudiante.
Según investigaciones como las de la London School of Business and Finance o la Universidad de Putra de Malasia, la elección del horario de estudio puede marcar una diferencia significativa en el rendimiento cognitivo. Algunos estudiantes encuentran su pico de concentración por la mañana, mientras que otros descubren que su productividad se dispara por la noche.
La mañana: el momento ideal para el aprendizaje teórico
Los estudios de la London School of Business and Finance destacan que, tras una buena noche de descanso y un desayuno equilibrado, el cerebro suele estar en su punto óptimo de funcionamiento. Por lo que, la mañana es, generalmente, un momento de alerta mental que es favorecido por la exposición a la luz natural. Esto no solo ayuda a mejorar el estado de ánimo y la salud visual, sino que también potencia la concentración.
La Universidad de Putra señala que los primeros compases del día, sobre todo entre las 8 y las 12 de la mañana, son especialmente útiles para tareas que necesitan asimilación de conceptos complejos o resolución de problemas lógicos, como pueden ser las matemáticas. Además, establecer rutinas de estudio matutinas favorece la regulación del ciclo del sueño, lo que también mejora el rendimiento general y previene la fatiga cognitiva.
Por la noche: concentración, silencio y creatividad
No todos los cerebros funcionan de la misma manera. Para muchas personas, sobre todo adolescentes y jóvenes adultos, el momento de máxima lucidez llega a partir del atardecer. La Universidad de Nevada-Reno publicó en Frontiers in Human Neuroscience un estudio que sugiere que los picos de rendimiento de muchos estudiantes se produce a esta hora. Este hallazgo cuestiona el modelo tradicional de clases a primera hora de la mañana.
Estos serían los denominados night owls (aves nocturnas) y según los investigadores de la Universidad de Putra, pueden beneficiarse de un entorno más silencioso y con menos interrupciones. La noche puede favorecer la creatividad, la asociación libre de ideas y el enfoque profundo. Esto es especialmente relevante para actividades como la escritura, un estudio más reflexivo o la resolución de problemas complejos.
Dormir poco después de estudiar también tiene sus ventajas: se ha demostrado que el sueño ayuda a consolidar la memoria a largo plazo, siempre y cuando el descanso sea de calidad (entre ocho y nueve horas). La London School of Business and Finance apunta que estudiar de noche es ideal para aquellas personas que viven en hogares compartidos o tienen hijos pequeños, donde las mañanas pueden ser caóticas y ruidosas.
El ritmo circadiano y su relación con la productividad personal
El ritmo circadiano es un ciclo biológico de aproximadamente 24 horas y es el encargado de regular muchas funciones del organismo, como la temperatura corporal, la producción hormonal, el estado de alerta y el sueño. Este reloj interno influye directamente en la capacidad para concentrarnos, retener información y rendir académicamente. Su funcionamiento varía dependiendo del cronotipo de cada persona, es decir, si se tiende a estar más activo por la mañana, por la noche o en un punto intermedio.
Muchos estudios muestran que el cerebro humano tiene picos de alerta y rendimiento cognitivo en dos franjas clave: entre las 10:00 y las 14:00 y entre las 16:00 y las 22:00. Fuera de estos márgenes, la atención suele disminuir, a menos que se trate de personas con cronotipos específicos que alcanzan su mejor rendimiento en horarios menos convencionales como a primera hora de la madrugada, por ejemplo.
Entender este funcionamiento es fundamental para poder planificar el estudio de una manera más eficaz. En vez de seguir un horario impuesto o tradicional, lo ideal es que se ajusten las sesiones de estudio a los momentos de mayor lucidez personal, lo que va a favorecer la concentración, pero también la motivación y la calidad del aprendizaje.
Además, seguir un ritmo circadiano coherente con las necesidades internas de cada uno contribuye a mantener un mejor estado de ánimo, reduce la fatiga y previene el agotamiento mental. Cuando se trata de los estudiantes adolescentes, que suelen tender de forma natural a un cronotipo más vespertino, los horarios escolares tempranos pueden chocar con su biología, haciendo que les sea difícil mantener la atención durante las primeras horas del día. Por eso, cada vez más investigaciones apuestan por una educación más flexible, que tenga en cuenta los ritmos individuales de aprendizaje de cada alumno.