Educación

El arte de "negociar" con tus hijos: las frases que los expertos usan para evitar rabietas y conflictos

Las frases empáticas y validadoras ayudan a calmar durante una rabieta
Frases empáticas y validadoras ayudan a calmar durante una rabieta. Freepik
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MadridQuien tenga un niño pequeño sabe que las rabietas no avisan, pueden aparecer en cualquier sitio: en medio del supermercado, cuando se sale de casa o justo cuando el cansancio y el hambre crean una combinación explosiva. En estos momentos, muchos padres sienten que solo tienen dos opciones: imponerse para cortar ese comportamiento o ceder para que la rabieta termine rápido. No obstante, los especialistas en educación y crianza recuerdan que existe un camino intermedio que, cuando se aplica bien, puede reducir la tensión y mejorar la relación con los hijos: la negociación.

Negociar no quiere decir que se les tenga que dar la razón o que los padres tengan que ser una amigo permisivo. Se trata de establecer un diálogo donde los límites sigan presentes, pero se reconozcan las emociones y lo que quiere decir el niño. Es enseñarles a cooperar y a resolver conflictos de forma constructiva. Esto puede evitar discusiones domésticas, pero también pueden ser de gran ayuda en el colegio, durante la adolescencia y la vida adulta.

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¿Por qué negociar con tus hijos (y cuándo no hacerlo)?

Desde que comienza el desarrollo infantil, los niños empiezan a cuestionar todo y a buscar su autonomía. Esta etapa de desafío y negociación es algo muy natural, y también beneficiosa: fomenta el pensamiento crítico, las habilidades verbales y sociales y apoya una mejor salud emocional a largo plazo.

Cuando se negocia, no se debe ceder siempre, hay que ofrecer opciones dentro de los límites que se han establecido de manera clara. Una crianza que se basa en la autonomía responsable permite a los niños sentir que su opinión importa, algo que reduce en gran medida los conflictos, promueve la cooperación y fortalece la relación afectiva.

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Sin embargo, algunos expertos también advierten sobre los riesgos de evitar decir “no” a toda costa, una tendencia que puede derivar en pérdida de autoridad y desequilibrios en casa.

Las frases clave para calmar rabietas con empatía

Las rabietas forman parte natural del desarrollo infantil. Son una expresión intensa de emociones que el niño todavía no es capaz de regular por sí solo, y que muchas veces son desencadenadas por frustración, cansancio, hambre o necesidad de atención. Los expertos en crianza respetuosa coinciden en que la forma en que respondemos como adultos puede marcar mucho la diferencia entre un conflicto que escala y uno que se resuelve de manera constructiva.

En vez de reaccionar dando órdenes, amenazas o frases que puedan invalidar como “deja de llorar”, “no pasa nada”), los psicólogos aconsejan utilizar un lenguaje que reconozca la emoción del niño, mantenga los límites y abra la puerta al diálogo.

Algunas frase recomendadas por especialistas serían:

“Veo que estás enfadado/a y entiendo que te moleste”

Esta frase funciona porque valida la emoción sin juzgarla, lo que puede ayudar al niño a sentirse escuchado y comprendido. Al validar esta emoción, reduce la intensidad emocional y mejora mucho su disposición a escuchar y cooperar.

“Puedes enfadarte, pero no está bien hacer daño a los demás ni a ti mismo”

En esta frase podemos ver cómo se diferencia entre sentir y actuar, enseñando autocontrol. El niño puede aprender que todas las emociones son aceptables, pero lo que no son aceptables son ciertos comportamientos, sobre todo, los que pueden afectar a otras personas haciéndoles daño.

“Vamos a calmarnos juntos antes de seguir hablando”

En ella podemos ver cómo se transmite la idea de equipo y de regulación emocional conjunta. Según estudios de la Universidad de Harvard, cuando el adulto se muestra disponible para calmarse junto al niño, se fortalece el vínculo y se modela la regulación emocional.

“Cuando estés listo/a, me cuentas lo que ha pasado”

En esta frase se evita la confrontación directa en el pico de la rabieta y da espacio al niño para que pueda recuperar el control. Estas palabras promueven la autonomía y la comunicación diferida.

“Podemos buscar otra forma de conseguir lo que quieres”

La frase introduce la idea de negociación y de resolver los problemas, habilidades fundamentales para la vida. Además, ayuda a que el niño pueda entender que no siempre va a poder conseguir lo que quiere, pero que existen alternativas.

“Te escucho, pero ahora no puedo decir que sí”

Se establece un límite sin cerrarse por completo al diálogo. Es muy útil cuando el niño está pidiendo algo que en ese momento no se le puede proporcionar, pero que puede considerarse más adelante.

“Todos nos enfadamos a veces; vamos a ver cómo podemos solucionarlo”

Con estas palabras se normaliza la emoción, le quita dramatismo a la rabieta y dirige la atención hacia la búsqueda de soluciones.

También hay unas frases que los expertos recomiendan evitar durante una rabieta, y en general. La primera sería el famoso “porque lo digo yo”, el cual directamente está anulando la posibilidad de mantener una conversación e invalida cualquier argumento que pueda tener el niño. Por otro lado está “no tienes motivos para llorar”, con ella se invalida su emoción, haciéndole ver que es más importante estar quieto que expresar lo que siente. Por último, “si no paras, te dejo aquí”, es una amenaza en toda regla que puede provocar inseguridad y miedo, haciendo que el niño pierda poco a poco la confianza.