La contaminación de Madrid se agrava por la inversión térmica, pero ¿qué es?

Marcos Fernández 21/11/2017 10:47

Por resumir, todo parte de un anticiclón. La inversión térmica está relacionada con la temperatura que tenemos en zonas llanas y en montaña. Durante los días en que nos acompaña un anticiclón potente ocurre que en las zonas más altas, en picos montañosos, las temperaturas son más altas que en zonas bajas. Así podemos registrar en los valles y en municipios urbanos mínimas bajo cero mientras que a 2.000 metros la noche se queda con valores sobre cero y por el día podemos pasear casi en mangas de camisa. Extraño, ¿verdad?

Eso es la inversión térmica: en la montaña hace más calor que en el llano. Y las capas de aire que quedan (su peso, más bien) nos afectan más de lo que pensamos. ¿Por qué? Porque tanto el cálido como el frío pesan; el segundo más que el primero. Como decimos, no podemos verlo pero sí sentirlo y la inversión térmica viene asociada a ese aire frío que se instala y se queda con nosotros durante todo el periodo que el anticiclón esté sobre nuestras cabezas.

Al no soplar el viento ni entrar masas nubosas y, mucho menos, llover, el aire frío se queda encajonado en las zonas más bajas (la meseta madrileña, en este caso). Nada lo va a mover de ahí hasta que la atmósfera nos traiga novedades, como la entrada de un frente o la llegada de una borrasca.

Para hacernos una idea, podemos imaginar el vaso lleno de agua sobre el que volcamos cierta cantidad de aceite. Ambos nunca llegarán a mezclarse. Sin embargo, el agua queda siempre por debajo. Esta sería el aire frío. Sobre ella quedaría el aire cálido, que sería el aceite.

Ese aire cálido campa a sus anchas en las zonas más altas donde las temperaturas que se alcanzan no son las propias de áreas montañosas sino de zonas llanas. Podemos tener noches frías y sin heladas y jornadas verdaderamente agradables. Son, por ejemplo, días muy cómodos para practicar el ski aunque la nieve se resiente por la ausencia de las bajas temperaturas.

También es el responsable de la boina negra que se forma en ciudades como Madrid cuando el tiempo soleado en invierno se prolonga más de la cuenta. Y a la inversión térmica también debemos, en ocasiones, las cencelladas en zonas llanas, que cubren todo de un paisaje blanco sacado de un cuento de Navidad.

Asimismo, cuando decíamos que el aire nos afecta, estamos en lo cierto. Normalmente, un anticiclón potente que persiste muchos días nos provoca dolores de cabeza. Esto es lógico si tenemos en cuanto que el aire (cálido) pesa. Y si, además, tenemos una situación de inversión térmica, el aire frío al pesar más va acentuar problemas de jaqueca o, también, dolores en articulaciones o en lesiones que hemos sufrido hace tiempo.