Chantajes, errores y represalias: cómo se ha enredado España en el laberinto del Magreb

  • Argelia recula en su represalia comercial contra España tras la visita del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, a Bruselas

  • Marruecos y Argelia llevan años embarcados en una carrera de armamentos que hace temer un conflicto armado.

  • Por errores de cálculo o mala gestión España se ha visto arrastrada al conflicto creciente entre los dos países que se disputan la hegemonía del Magreb, dicen los expertos

Marcha atrás de Argelia, en parte. En un comunicado crítico con la Comisión Europea, afirma que no ha congelado sus transacciones comerciales con España –como anunciaron sus bancos el miércoles- y que el suministro de gas está garantizado. En cuanto a la suspensión del tratado de cooperación con España, considera que es un convenio "político" bilateral que queda fuera del Acuerdo de Asociación Argelia-UE.  

El comunicado de la delegación argelina se ha difundido después de que España acudiera a la Comisión Europea en busca de apoyo ante las represalias económicas de Argel por el giro de la posición española sobre el Sáhara Occidental. “La medida unilateral de Argelia viola el acuerdo de asociación con la Unión Europea”, ha declarado el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que se desplazó el viernes de urgencia a Bruselas para tratar el contencioso con Argelia.

"Máxima preocupación" en Europa

El previsible respaldo de la UE se ha concretado en un comunicado conjunto de los responsables de Comercio y Exteriores europeos en el que expresan "máxima preocupación” y apuntan que la decisión sobre las transacciones comerciales "en principio" podía vulnerar el acuerdo de Asociación del país magrebí con la UE.

Serán los exportadores españoles los comprobarán en breve si se han suspendido o no los mecanismos bancarios que permiten sus transacciones con Argelia, último capítulo de una crisis diplomática que el Gobierno pudo minusvalorar por errores de cálculo, de gestión o por una mala lectura del momento y la situación que atraviesan las relaciones entre Argelia y Marruecos en los últimos años, según expertos en el Magreb. Las señales eran más que evidentes. Y España, tercer vértice de esta delicada relación triangular, no podía ignorarlas.

Tambores de guerra

Hace años que Marruecos y Argelia emprendieron una carrera armamentística que hace temer un enfrentamiento militar entre estos dos rivales que se disputan la hegemonía del Magreb. “Sería irresponsable no plantearse que el deterioro de la relación pueda desembocar en un conflicto armado, aunque no parece que sea el escenario más plausible a corto plazo”, señala Haizam Amirah Fernández, especialista en Mediterráneo y Oriente Medio del Real Instituto Elcano.

Rearme militar

Argelia y Marruecos cuentan con el segundo y el tercer ejército más grande de África. Argelia es el sexto importador de armas del mundo. Marruecos elevó un tercio su presupuesto militar el año pasado y figura entre los diez países del mundo con más gasto militar en relación a su PIB, según cifras de The Economist. Rusia es el gran suministrador del armamento argelino y EE.UU. tiene en Marruecos a su principal aliado en el norte de África.

“Yo no veo un conflicto de alta intensidad que vaya más allá de unas escaramuzas en la frontera”, opina Itxaso Domínguez, experta en Magreb de la Fundación Alternativas. “Me parece que son dos perros que se ladran muy fuerte, que tienen armas y aliados internacionales, pero una guerra sería un torbellino para ambos y toda la región”.

Marruecos reconoce a Israel

Amirah Fernández enumera otras señales inquietantes: “Las fronteras llevan cerradas desde 1994, pero en 2021 Argelia corta las relaciones, cierra el gasoducto que pasa por Marruecos y llega a España, prohíbe los sobrevuelos, hay amenazas cruzadas, acusaciones de terrorismo de estado y campañas de ridiculización de los gobernantes del país vecino”. No sólo eso, apunta este experto, la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel desde finales de 2020 refuerza una cooperación en defensa y de inteligencia que “Argelia entiende como una alteración de los equilibrios regionales y una amenaza para su seguridad nacional”.

Trump sacude el tablero

Fue el 10 de diciembre de 2020 cuando Marruecos se convirtió en el segundo país árabe que reconocía a Israel. A cambio obtuvo una gran victoria estratégica. El presidente Trump, derrotado en las urnas y a falta de semanas para agotar su mandato, reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Ese mismo día Rabat suspendió la reunión prevista con el Gobierno español, un movimiento que se interpretó como una forma de presionar a España para que revisara su neutralidad sobre el Sáhara.

“Marruecos venía de una tendencia agresiva en su política exterior, pero el punto de inflexión fue el apoyo de Donald Trump”, sostiene Itxaxo Domínguez. “La declaración de Trump ha sacudido el Magreb y ha hecho que Marruecos se sienta más fuerte para llevar a cabo una política exterior más bravucona”, valora Amirah Fernández. El presidente Biden no se han vuelto atrás, pero ha frenado el entusiasmo de su predecesor. Ni consulado en el Sáhara ni maniobras militares conjuntas en las aguas saharauis.

España: dos decisiones polémicas

En este ambiente poco propicio, el Gobierno de Pedro Sánchez en vez de mantenerse al margen, toma dos decisiones que le arrastran al avispero magrebí: la acogida por razones médicas del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, el 18 de abril de 2021 y, un años después, el giro de su posición histórica sobre el Sáhara en marzo de 2022.

Ambas se toman en secreto, ambas son desveladas por Marruecos y ambas provocan un conflicto diplomático, primero con Rabat y después con Argel: dos vecinos del sur cuya cooperación necesita España para controlar la inmigración irregular, el terrorismo islamista y garantizarse el gas natural.

“Creo que se han cometido errores”, dice Itxaso Domínguez. “Lo de Gali no se hizo bien, no tanto por acogerle como por no tomar las medidas adecuadas como informar a Marruecos. Pasó algo similar con Argelia. España dijo que había informado del cambio de postura a Argelia, pero no parece que eso esté completamente alineado con la realidad”.

Marruecos fuerza la mano 

La acogida humanitaria y temporal de Gali fue el pretexto que buscaba Marruecos para presionar aún más a favor de sus tesis. Retiró a su embajadora en Madrid, lanzó una avalancha humana contra Ceuta y prolongó el cierre de fronteras en Ceuta y Melilla. Al final, Rabat consiguió su objetivo.

Un año después España abandonó su neutralidad histórica sobre el Sáhara y valoró la posición autonomista de Marruecos como “la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso”. Así figuraba en la carta de Pedro Sánchez al rey de Marruecos cuya difusión por parte de Rabat pilló desprevenido al Gobierno español.

“Ha habido una voluntad de zanjar una crisis con Marruecos sin calibrar el impacto que eso podía tener en las relaciones con Argelia”, según Miguel Hernando de Larramendi, experto en el Magreb y catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha. “En Argelia molestó mucho cómo se dio a conocer el giro español”.

Argelia se siente “ninguneada”

Los expertos en el Magreb consultados por NIUS subrayan que la respuesta de Argelia ha sido gradual, que ha estado enviando señales en espera de explicaciones o de un gesto. “Argelia suele dar la oportunidad para que los países enmienden sus errores”, dice Ixaso Domínguez. En vez de eso, Sánchez va al Congreso a explicar el giro sobre el Sáhara y apenas se refiere a la vertiente argelina del conflicto. “Creo que se pronunció tres veces la palabra Argelia”, comenta Domínguez. “Ese ninguneo ha sido percibido como un ataque al orgullo nacional”, añade Hernando de Larramendi.

Nada más terminar el debate, el enfado de Argelia dio un salto considerable: suspendió el tratado de amistad y cooperación y congelo las cuentas bancarias de importación-exportación con España. Un cierre de facto de las transacciones comerciales que ha negado dos días después ante Bruselas. El gas ha quedado en todo momento al margen, pero no la inquietud por si el próximo paso en la escalada diplomática podía afectar a las importaciones de este imprescindible recurso natural. El gas natural argelino ha supuesto en los últimos años un 40% del importado por España.

El giro histórico de España

El Gobierno de Pedro Sánchez recuerda que el conflicto del Sáhara Occidental lleva medio siglo enquistado, desde que España abandonó su antigua colonia y Marruecos intentó anexionarse el territorio. 47 años sin referéndum de autodeterminación y sin que aparezca a la vista una “solución justa, duradera y aceptable para ambas partes”, como reclama la ONU.

El Ejecutivo argumenta que su nueva posición está en sintonía con la que han adoptado recientemente otros países como Alemania y EE.UU. en favor de Marruecos para avanzar hacia una solución definitiva. Amirah Fernández discrepa. Públicamente ni Alemania ni los EE.UU. de Biden han ido tan lejos como España al decir que el plan de autonomía que propone Marruecos es “la base más seria, creíble, realista”.

“Alemania no ha dicho en ningún momento que la opción marroquí sea la MÁS deseable”, dice, enfatizando el 'más'. “Y en su reciente visita el secretario de Estado norteamericano Anthony Blinken ha dicho que el plan de autonomía marroquí es serio, creíble y realista y UNO de los enfoques potenciales para cumplir las aspiraciones del pueblo saharaui”. Uno de los enfoques, no el mejor. España, sin embargo, ha abandonado su neutralidad declarada y ha exhibido públicamente que su “solución preferida, que es la que propone Marruecos”.

Fin de un consenso de estado

Con su decisión Sánchez ha roto con un consenso político y diplomático de 40 años. Hernando de Larramendi recuerda cómo se llegó a la posición de neutralidad española: “El franquismo pensaba que lo mejor era que Argelia y Marruecos estuvieran enfrentados para que no se inmiscuyeran en cuestiones territoriales como el Sáhara Occidental. Cuando España se va de la colonia, vienen los años más complicados, Marruecos y Argelia tratan de acercar a España a sus respectivas posiciones. Es a partir de los 80 y 90 cuando se impone la idea de que la defensa de los intereses españoles pasa por la reconciliación entre Argelia y Marruecos y por la integración económica regional”.

"La política hacia el norte de África había sido una política de estado bastante bien llevada. Creo que se han cometido errores no sólo de forma, el giro respecto al Sáhara es un error de fondo por las responsabilidades que tiene España”, apunta Itxaso Domínguez. "Sea por falta de cálculo o por mala gestión, no quiero especular, pero el resultado ha sido que España se encuentra en el centro de esas rivalidad histórica, que es incluso previa al conflicto del Sáhara Occidental", concluye Hernando de Larramendi.

Encontrar la salida del laberinto magrebí no será fácil. La recuperación del equilibrio por parte del Gobierno español con sus dos vecinos enfrentados del sur se presenta complicada, gobierne quien gobierne.

Coda: La teoría conspirativa, ¿fue Sánchez chantajeado?

En medio de este panorama, Moncloa ha revelado que el presidente Sánchez fue espiado con el sistema Pegasus. Le extrajeron ni más ni menos que 2,6 gigas de su teléfono móvil. No sólo el presidente, también fueron espiados la ministra de Defensa, el de Interior y el de Agricultura (y antiguo embajador en Rabat).

El Gobierno dice desconocer quién le espió, pero el rastro de la sospecha apunta a Marruecos. Por las fechas de la intromisión en los móviles del Gobierno -coinciden con la crisis migratoria en Ceuta- y por los antecedentes. En julio de 2021 se publicó que el reino alauita también habría utilizado el sistema de espionaje de origen israelí para entrar en el móvil del presidente francés Emmanuel Macron. Marruecos lo negó (y Macrón no dio una rueda de prensa para confirmarlo o desmentirlo). De rumor mediático y tuitero, la sospecha ya se ha elevado al Congreso de la mano del Partido Popular.

Sobre esta cuestión, el presidente del Gobierno contestó en el Congreso: “No tengo ningún problema con mi móvil. Ninguno. A diferencia del señor Rajoy”. En el debate, el PP cargó contra Sánchez por la ruptura de Argelia, pero no aclaró si iba a revertir el acercamiento de Sánchez a las posiciones de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Unos días antes en Bruselas, el nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se había visto con el primer ministro marroquí. El complicado triángulo de relaciones seguirá siendo el primer quebradero de cabeza de la política exterior española durante muchos años.