El efecto Corinna: Juan Carlos I no se sentará en un banquillo, pero no se libra de la Justicia

  • Sus conversaciones con Villarejo sacaron a la luz las conductas del emérito, que hasta ahora no se ha sentado ante ningún tribunal

  • Su demanda contra él en Londres por acoso, puede ser el último golpe a la imagen de Juan Carlos I

  • Se trata de un procedimiento civil, sin peticiones de cárcel, pero definitivo para su imagen porque sí puede ser condenado

Todo empezó con Corinna Zu Sayn-Wittgenstein-Sayn y todo acaba con ella. Sus confidencias a Villarejo sobre los negocios del rey emérito, grabadas por el comisario y localizadas por la Fiscalía, fueron lo primero que puso en aprietos con la Justicia Juan Carlos I. De esas dificultades ya se ha librado, por decisión de la Fiscalía del Supremo, pero hay un juez en Londres que sí está dispuesto a investigar si acosó a la mujer que fue su pareja en la sombra durante años. El magistrado se llama Matthew Nicklin y este jueves declaraba "no inmune" a Juan Carlos I ante la Corte Penal londinense.

El martes habrá vista en el juzgado de Nicklin, que decidirá sobre el futuro de la demanda de Corinna. En cualquier caso, nadie cuenta con ver en el banquillo al monarca abdicado, porque hablamos de una demanda civil que no le obligaría a ir al juzgado, ni el martes ni otro día..

No hay cárcel en juego, pero sí puede ser 'condenado' a pagar una indemnización millonaria y su nombre podría acabar escrito en una sentencia junto a la palabra "culpable". Sería el último reproche penal y moral para Juan Carlos I, al menos de momento.

Prólogo: el golpe de imagen de Botsuana

En España, el nombre de Corinna Zu Sayn-Wittgenstein-Sayn sonó por primera vez en 2012. Una caída del entonces rey estando en Botsuana para una cacería, desembocó en el escándalo al saberse que estaba allí con una 'amiga entrañable'. Lo que cualquier español podía intuir tomó cuerpo y se empezó a escribir con todas las letras a partir de ese 13 de abril.

Ese viaje no tuvo implicaciones penales de ningún tipo. Pero la imagen del rey emérito quedó empañada. De ese episodio fue consecuencia el famoso "Lo siento mucho, no volverá a ocurrir", que dijo ante las cámaras tras ser operado de la cadera.

Lo cierto es que para entonces, Corinna Zu Sayn-Wittgenstein-Sayn y Juan Carlos I, ya no eran pareja, pero su contacto no había terminado, ni mucho menos.

Ambos se conocieron en 2004, durante una cacería y pronto empezaron un romance que se alargó hasta el año 2009. Durante esos cinco años, se veían en una casita de El Pardo; ella hizo viajes camuflada en la delegación real; y hasta se llegó a hablar de matrimonio.

Después todo quedó en una amistad que ahora está más que rota. Su relación ha acabado en los juzgados, con ella como demandante y él como demandado por acoso a través del que fuera jefe del CNI, Félix Sanz Roldán.

Capítulo 1: Las conversaciones

En junio de 2015, un año después de la abdicación de Juan Carlos I, la relación ya estaba totalmente rota. En ese contexto, Corinna Zu Sayn-Wittgenstein-Sayn se entrevistó con el comisario jubilado José Manuel Villarejo ante el que se desahogó sobre su antiguo amante.

En aquella charla -que no fue la única- ella habló con Villarejo de posibles comisiones por conseguir que la adjudicación un tramo del AVE a la Meca fuera a parar a un consorcio español. No sólo eso. Con Villarejo, Corinna habló de testaferros; de operaciones sospechosas; del dinero que se traía "en maletas" de Emiratos Árabes; y de las amenazas que había recibido del emérito a través de Sanz Roldán. Lo que probablemente ella ignoraba es que en el bolsillo de Villarejo había una grabadora registrando aquella charla.

Así que cuando el comisario fue detenido en 2017 y sus ordenadores revisados hasta el último chip, se encontraron estas grabaciones entre otros cientos de conversaciones de numerosos personajes públicos.

En 2018, salió a la luz la primera charla entre Corinna y Villarejo, lo que supuso el primer aprieto judicial para el rey emérito. Se abrió una investigación en el la Audiencia Nacional e incluso se intentó llevar el caso al Supremo, pero no se admitió, por la inmunidad de Juan Carlos I durante el tiempo en que reinó.

Judicialmente quedaba liberado, pero eso de la "inmunidad" no le dejaba fuera del alcance de la sospecha, sólo del de la Justicia.

Capítulo 2: Las Fiscalías

Sin embargo, la Fiscalía Anticorrupción no aparcó definitivamente el caso y siguió mirando lo que había ocurrido con el AVE a la Meca. Así, volvieron a tropezar con la relación entre Corinna y Juan Carlos I, que quedó trazada en una transferencia de 2012, de él a ella, por valor de 65 millones de euros. A su vez, el emérito lo había recibido del rey saudí Abdalá. La pregunta que se planteaba la Fiscalía española eraa: ¿La transferencia del rey saudí fue un regalo a su 'hermano' Juan Carlos o una comisión?. A su vez, la Fiscalía suiza se planteaba: ¿La transferencia de él a Corinna era un regalo o la iba a utilizar como testaferro?.

Eran de nuevo casos relativos a la época en que era "inviolable" ante la ley, pero las cuentas examinadas empezaron a poner el foco judicial sobre el rey emérito y finalmente, Anticorrupción envió la causa a la Fiscalía del Supremo, que es el tribunal ante el que está aforado Juan Carlos I.

A esas diligencias, se sumaron otras por el uso de tarjetas opacas y por los regalos que le hizo su primo Álvaro de Orleans, después otras por una supuesta fortuna en un paraíso fiscal.

Juan Carlos I, con la imagen definitivamente 'tocada' se subió a un avión en 2020 y se fue a Emiratos Árabes, a esperar la decisión de la Fiscalía. La resolución llegó el 2 de marzo de este año. Los fiscales no le sentaron ante un tribunal, pero hicieron un escrito de exoneración en el que sí había reproche penal: unos posibles delitos no se podían investigar por la inmunidad; otros por la prescripción; otros porque quedaron perdonados con dos regularizaciones fiscales que suponían admitir el delito pero lo anulaban; y otros porque no se pudieron probar.

Para entonces, la Fiscalía Suiza también había cerrado su investigación por la transferencia a Corinna Larsen, que ya había dado decenas de entrevistas hablando de su relación con el emérito.

De nuevo, Juan Carlos I se libraba del paseíllo judicial, pero no de las informaciones que siguen poniendo en duda su conducta, que hasta el Gobierno ha rechazado públicamente en más de una ocasión.

Capítulo 3: El acoso

Parecía, a principios de mes, que Juan Carlos I ya tenía el camino despejado para volver a España. Sin embargo, la Casa Real informó de una carta a su hijo en la que le expresaba su deseo de seguir en Abu Dabi, donde lleva desde el 3 de agosto de 2020, porque allí había encontrado "la paz".

Pero aún le quedaba un fleco que podía estropear esa paz. Una demanda de Corinna en un juzgado de Londres, donde le acusa de acosarla a través Félix Sanz Roldán por medio de llamadas, amenazas e incluso visitas a su casa de Londres. El acoso, según ella, empezó en 2012 y se extendió hasta 2019.

Ella siempre ha dicho que el exdirector del CNI le dijo que no podía garantizar su seguridad "ni la de sus hijos", si no se mantenía en silencio y que incluso en una ocasión en que la visitó, se encontró que le había dejado un ejemplar de un libro sobre Ladi Di, la princesa de Gales que murió en un accidente de tráfico del que siempre hubo sospechas.

La defensa del rey emérito alegó "inmunidad" para ser juzgado en Gran Bretaña, pero el juez le ha dicho que no, que eso sería como aceptar que puede entrar en una joyería en Londres y "robar un anillo de diamantes" sin posibilidad de ser juzgado.

Así que el caso seguirá adelante y, esta vez sí, Corinna será la enemiga directa de su examante en los tribunales. Si le gana, será el último golpe a la imagen de Juan Carlos I, por mucho que no haya posibilidad de que acabe en la cárcel.