Crónica de un adiós forzado: el PP deja Génova, escenario de éxitos manchados por la corrupción

  • "No debemos seguir en un edificio cuya reforma se está investigando en los tribunales"

  • Pablo Casado pretende romper con el pasado más oscuro del PP y los casos de corrupción

  • La decisión llega precipitada, además, por el batacazo en las elecciones scatalanas

Gesto inequívoco de ruptura con el pasado en el Partido Popular. Su líder, Pablo Casado, ha anunciado hoy, en un 16 de febrero de 2021 que quedará marcado en el calendario de la formación, que abandonan su sede central en Génova 13, Madrid. Lo hacen , ha explicado, para intentar soltar el lastre de la corrupción que representa el lugar: “Cambiaremos la sede nacional del PP de ubicación, pues considero que no debemos seguir en un edificio cuya reforma se está investigando esta misma semana en los tribunales”, ha dicho.

Concretamente, el lugar es ahora noticia porque se investiga si su reforma se pagó con el dinero de la caja B del PP, si bien han sido varias las polémicas judiciales que han rodeado al edificio, como aquel momento en que por orden judicial se realizó un registro en el marco del caso Bárcenas.

El batacazo en Cataluña precipita el adiós a Génova

Casado no quiere pagar por conductas poco ejemplares y presuntas acciones ilegales, y desvincula al PP actual de ese pasado: “Las hipotecas en política no son hereditarias. Esta dirección nacional no va a volver a dar explicaciones sobre ninguna cuestión pasada. No nos lo podemos permitir más con el calendario judicial que se avecina”, ha dicho, escenificando la ruptura con el pasado a través de este anuncio. Anuncio que, además, llega tras el varapalo en las elecciones catalanas, donde tan solo han conseguido tres escaños, es decir, menos que Ciudadanos (6) o Vox (11).

“El coste electoral ha sido y es tremendo”, ha dicho, y además ha dicho que la intención de voto del PP cayó en picado tras publicarse el escrito del extesorero a la Fiscalía: “Es la tormenta perfecta que nos habían preparado nuestros adversarios”, ha asegurado, señalando a una suerte de conspiración entre Fiscalía, CIS y los medios públicos contra el PP.

Autocrítica aparte, el batacazo en Cataluña ha terminado de precipitar una decisión que habría estado sobre la mesa desde hacía tiempo. En estos momentos, Génova representaba todo aquello de lo que Casado y los suyos se quieren alejar: buscan otro lugar que les cobije y que no se asocie con Bárcenas, ordenadores rotos, sueldos B o históricos dirigentes antaño queridos y hoy defenestrados; buscan huir de ese pasado oscuro, aun teniendo que renunciar también a lo que por otro lado fueron momentos de gran alegría en el partido.

Adiós a un escenario histórico

Para los populares, fuera de esa mancha imborrable de la corrupción, la de Génova también llegó a ser una historia de éxitos: los de un partido que al poco tiempo de fundarse se instalaba en esta céntrica calle e iba creciendo paulatinamente hasta vivir históricas victorias electorales. Entre ellas, las dos mayorías absolutas logradas en unas generales, –una de José María Aznar y otra de Mariano Rajoy–, que le dieron el Gobierno de España y también el poder territorial.

La última vez que asistieron en el lugar a una celebración electoral fue el 26 de mayo de 2019, cuando a gritos de "¡Sí se puede!" los simpatizantes del partido celebraban unos resultados muy ajustados –con pérdida de votos incluida– que iban a permitir al partido recuperar el Ayuntamiento de Madrid y mantener la Comunidad. Aquella noche ni siquiera se había instalado el famoso balcón, una gran estructura que se colocaba siempre para las grandes ocasiones y que Casado nunca ha podido utilizar como líder. Sí se instaló el 28 de abril de 2018, pero en esa ocasión no hubo nada que celebrar: el nuevo PP, con Pablo Casado al frente, registraba los peores resultados de la historia del partido. Cuando los comicios se volvieron a repetir en noviembre de ese año, fueron precavidos y no pusieron el balcón.

Quienes vivieron el éxito en esa estructura fueron otros como José María Aznar, que ganó las generales de 1996 y el 2.000, y celebró en otras convocatorias, así como Mariano Rajoy, no solo en su aplastante victoria de 2011, sino también en las de 2015 –tras las que no hubo investidura– y 2016 y en otros comicios municipales, autonómicos y europeos.

Innumerables son las imágenes de aquellas celebraciones, y en la memoria de muchos reflotan momentos como aquel en el que resonó el "Pujol, enano, habla castellano" que se escuchó en 1996 con la primera victoria de Aznar. También aquel "que bote Mariano" de 2011, cuando a petición del público el aparentemente reservado líder del PP besaba a su mujer y saltaba para celebrar que por fin había ganado las elecciones, y encima con mayoría absoluta, en su tercer intento como candidato.

En todas esas fotos, en todas esas celebraciones, aparecen rostros del pasado: desde Esperanza Aguirre a Rodrigo Rato, pasando por María Dolores de Cospedal o Soraya Sáenz de Santamaría, figuras del partido que por un motivo u otro ya no están en la política activa.

Para bien y para mal, Génova ha sido la casa del PP, y su actual líder, Pablo Casado, decide abandonarla en un cambio de rumbo para mirar hacia adelante e intentar desvincularse de todo lo que hicieron mal; de los casos de corrupción que envuelven a la sede y al partido.