Dra. Valentina Stamati, experta en estrés: "La piel es una extensión del sistema nervioso y del intestino"

La Dra. Valentina Stamati, autora del libro 'Regula tu estrés', nos explica cómo poder detectarlo en la piel y cómo ponerle remedio
Sequedad, falta de luminosidad, ojeras... ¿Qué señales avisan de una piel estresada?
Como ya sabemos, el estrés también se puede reflejar en nuestra piel. ¿Cuáles son las señales principales? Las descamaciones, las erupciones, las ojeras o la falta de luminosidad son solo algunos de los que señalan las expertas. No debería de extrañarnos, ya que la piel es un reflejo de nuestro eje intestino-cerebro-piel. El acné, la psoriasis, la rosácea o la dermatitis suelen aparecer en momentos de mucho estrés o situaciones en las que no estamos estables emocionalmente.
"Cuando el intestino está bajo estrés, la microbiota, esa comunidad de bacterias presente en el intestino que regula nuestra inmunidad y bienestar, se altera. El exceso de cortisol aumenta la permeabilidad intestinal, lo que conocemos como 'intestino permeable': sustancias que no deberían pasar al torrente sanguíneo lo hacen, y el sistema inmune reacciona con inflamación. Esa inflamación se expresa de muchas formas: cansancio, niebla mental, alergias… y también problemas cutáneos. Por eso hablo tanto del eje intestino–cerebro–piel". Quien habla es la dra. Valentina Stamati, autora de 'Regula tu estrés' (editorial Bruguera, 2025), una guía en la que te ayuda a reducir los síntomas del estrés crónico y a escuchar a tu cuerpo.
Esta especialista en el tratamiento de la inflamación y desajustes hormonales y del sistema inmune subraya que, como ocurre con el intestino, la piel también está invadida por millones de microorganismos, que se llaman dermobiota, es decir, las bacterias, hongos, virus y ácaros que habitan la superficie y las capas más profundas de la piel. Tanto el equilibrio de la dermobiota como de la microbiota son claves para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Como señala la doctora, es probable que, si una se altera, la otra también lo haga. Por lo tanto, ambas están relacionadas.
"La piel es uno de los órganos más sensibles al cortisol. Cuando hay estrés sostenido, aumenta la producción de sebo, se inflama y se debilita la barrera cutánea"
La rosácea y su relación con una microbiota desajustada
¿Tienes rosácea o has tenido algún brote alguna vez? Quizá no te hayas parado a pensar que puede estar relacionada con la salud intestinal. "La rosácea también suele presentarse con brotes, con periodos de remisión y exacerbación, y se ha vinculado con alteraciones gastrointestinales, como el colon irritable, la celiaquía, la enfermedad inflamatoria intestinal (Crohn o colitis ulcerosa), la infección por Helicobacter pylori y el SIBO. A pesar de que la evidencia es aún controvertida, curiosamente, es una de las patologías de la piel más frecuentes en personas con afectación del tubo digestivo. Por ello, los medicamentos para erradicar el SIBO y Helicobacter pylori proporcionan una respuesta terapéutica eficaz y prolongada en la rosácea, mientras que la terapia convencional suele no ser suficiente", explica en su libro la doctora Stamati. La razón podría ser la hipermeabilidad del intestino. Es decir, hay sustancias y microbios que pasan del intestino a la sangre, provocando esas alteraciones.
En estos casos, ella recomienda trabajar cuatro ejes principales: cuidar la alimentación (suprimiendo las bebidas y alimentos que irritan el intestino como el alcohol o el café), hacer ejercicio (que este incluya el ejercicio de fuerza), aprender a gestionar el estrés, una de las maneras más recomendadas es crear comunidad, y, por último, dormir bien. También conviene revisar los niveles de cortisol, conocida como la hormona del estrés. Esto se puede hacer a través de análisis de sangre, de orina o de saliva. Según la experta en inflamación, el cortisol es un acelerador del envejecimiento. Los niveles de cortisol a los que hayamos estado expuestos durante nuestra vida pasarán, antes o después, factura a nuestra piel. ¿Se puede ver en la piel? Sí, ella lo explica de esta manera: "Si tus niveles han sido demasiado altos, probablemente tengas un aspecto más envejecido, más arrugas, la piel más fina y con hiperpigmentación y manchas.
"La piel es uno de los órganos más sensibles al cortisol. Cuando hay estrés sostenido, aumenta la producción de sebo, se inflama y se debilita la barrera cutánea. Eso se refleja en brotes de acné, eccemas, picores, dermatitis. Incluso condiciones autoinmunes como la psoriasis pueden empeorar bajo estrés emocional o digestivo. Y es que la piel es una extensión del sistema nervioso y del intestino: lo que ocurre dentro, se refleja fuera", añade a la web de Informativos Telecinco la doctora.
¿Qué tipo de alimentos ayudan a una piel estresada?
La base es siempre una alimentación antiinflamatoria y rica en antioxidantes. En la dieta occidental actual, consumimos mucho más omega-6 (proinflamatorio) que omega-3 (antiinflamatorio).
Por eso recomienda:
- Pescados grasos pequeños (sardinas, caballa, salmón salvaje).
- Semillas de chía, lino y nueces.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Frutas y verduras ricas en polifenoles (arándanos, granada, té verde).
- Aguacate muy alto en vitamina E con gran poder antioxidante
Además, cuidar los micronutrientes que “alimentan la piel”: zinc, selenio, vitamina C y colágeno. Y por supuesto, hidratarse adecuadamente: a veces confundimos fatiga y hambre con deshidratación.
