El ascensor de Begoña, un histórico elevador bilbaíno que no sube ni baja desde hace 11 años

Un litigio judicial ha dejado 11 años parado el ascensor. Asociación Patrimonio Industrial Vasco
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BilbaoPor encima de los tejados de las casas que conforman el Casco Viejo de Bilbao se levanta una torre de hormigón de 54 metros de altura. El ascensor de Begoña lleva 11 años sin subir ni bajar, convertido en poco más que un lienzo para grafitis y acumulando polvo. Este histórico edificio, a sus 82 años de edad, lleva en desuso desde 2014, víctima de una disputa judicial. Una jubilación forzosa que le llevó en julio de aquel año a realizar su último trayecto.

La empresa concesionaria del servicio, Ascensores de Begoña S. A. y el Gobierno Vasco han estado más de una década enfrentados en los tribunales mientras el ascensor languidecía en mitad de la urbe. Sin embargo, el ascensor podría volver a la actividad si, finalmente, el Ayuntamiento empieza a gestionarlo y lo integra en su red de ascensores municipales.

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El 8 de julio de 2014, tras 72 años en funcionamiento, el ascensor de Begoña dejó de subir y bajar, dejando un poco huérfanos a los vecinos de los barrios más altos de Bilbao, precisamente se había construido para facilitar la comunicación entre el Casco Viejo y el barrio de Begoña en expansión.

Una obra emblemática

Y así, parado, se ha quedado todo este tiempo. El ascensor, de 54 metros de altura fue construido en 1942 por el arquitecto Rafael Fontán, para salvar la subida por la larga escalera de las Calzadas de Mallona.

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La familia Aranguren le hizo el encargo y el ascensor se convertiría en una de sus obras más emblemáticas, “uno de los grandes ejercicios del Movimiento Moderno tanto en la arquitectura española como en la europea”, según la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública.

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Quienes saben de arquitectura la califican de “singular” e “insólita”, no solo por el tipo de edificación, sino también porque dejaba su estructura a la vista. En este sentido, la esbelta torre de hormigón visto de 54 metros fue “un gran símbolo del maquinismo”. Fontán remató el ascensor con una galería-mirador que ofrecía unas inmejorables vistas de la Villa desde las ventanas de la pasarela en la parte más alta.

El ascensor de Begoña, fue durante mucho tiempo una de las edificaciones más altas de la ciudad, lo que la hacía visible desde distintas ubicaciones. Algo así como un faro en pleno corazón del Botxo, al que un litigio entre su concesionaria y la administración vasca dejó en desuso hace más de una década. El paso de los años parecía abocar a este histórico edificio a la ruina, con su imponente presencia de hormigón asemejando a un gigante en letargo, que para llevar la contraria a los más escépticos, podría despertar de nuevo.

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