En Vitoria se detiene el tiempo: el reloj más icónico de la ciudad deja de marcar las horas y esta es la razón
El reloj por piezas será restaurado en un taller de Vitoria y no volverá a funcionar durante tres meses
Lo que dice tu reloj sobre ti
Vitoria-GasteizEn Vitoria, esta semana han logrado detener el tiempo. Bueno, no exactamente el tiempo, aunque para muchos comprobar que el reloj más icónico de la ciudad ha dejado de marcar las horas les ha provocado esa misma sensación.
El tic, tac, tic, tac, del reloj más famoso de Vitoria, el que da la hora desde lo alto de la torre de San Miguel, se ha detenido esta semana. No se trata de un fallo, sino de una parada prevista y programada para acometer los trabajos de restauración del cronómetro. Unas labores que frenan las manecillas para, a su vez, poner freno al desgaste y “riesgo de deterioro irreversible” del icónico reloj, de 168 años y al que no se sacaba lustre desde hace un cuarto de siglo.
El Ayuntamiento ha confiado el trabajo a la empresa vitoriana Relojería Miriam-Hermanos Suescun. El primer paso para acometer la rehabilitación de este “bien cultural emblemático de la ciudad”, como lo define el concejal de Hacienda, Jon Armentia, era detener las manecillas.
Desde este pasado lunes, cualquiera que alce la mirada hacia lo alto de la torre comprobará que el reloj ya no marca las horas. Lo que es invisible a la vista, son los trabajos de desmontaje de las piezas que se llevan a cabo tras los muros. Posteriormente, serán trasladadas a un taller donde se reproducirán los componentes que permitirá la restauración.
Fabricado en Madrid, en 1857
La tarea no es sencilla, ya que habrá que fabricar nuevos engranajes con materiales de mayor calidad, utilizando para ello técnicas de tallado del siglo XIX; recuperar y aprovechar piezas originales halladas recientemente; además, el proyecto también pretende recuperar la decoración original del reloj. Los trabajos de restauración tendrán un coste de 30.250 euros y se alargarán durante tres meses.
El icónico reloj de Vitoria es en realidad, originario de Madrid. Allí lo fabricó, en 1857, por encargo Tomás de Miguel con un mecanismo "fuerte" y una esfera de 2,5 metros de diámetro. La última actuación para mejorar su estado se remonta al año 2000, cuando la empresa encargada del mantenimiento realizó una serie de trabajos para hacer frente a la suciedad, óxido y desgaste de la maquinaria.