Una perla, el ‘tesoro’ que una joven de Muros se encontró en un plato de almejas
El curioso hallazgo se produjo en un restaurante de la localidad
Natalia Freire, de 22 años, es la afortunada que la encontró
Se trata de una pequeña bola dura y de color morado
A CoruñaCualquier molusco puede crear valiosas perlas, de esas que se utilizan para crear joyas, pero lo difícil es encontrarse con una. Pues eso fue, precisamente, lo que Natalia cuenta que le ocurrió mientras se comía una fuente de almejas.
La joven relata que había ido a degustarlas al restaurante Casa Sampedro, en Muros (A Coruña), establecimiento en el que también trabaja como camarera. “Tenía antojo de almejas a la marinera y fui a cenarlas”, cuenta a NIUS esta joven de 22 años.
Natalia asegura que se encontró con la sorpresa nada más llevarse el primer molusco a la boca. “Sentí algo duro entre los dientes”, afirma. No era el resto de una concha. Se trataba de una pequeña bola de color morado.
“La dejé sobre la barra, me acabé toda la fuente y, después, busqué información en Google de qué podía ser”, explica. Entonces no sabía que aquello podía ser un valioso ‘tesoro’.
Alto valor económico
Su sorpresa fue mayúscula al leer artículos relacionados con el tema en Internet. “Yo pensaba que solo las ostras podían crear perlas”, asegura la joven.
En esa consulta rápida no solo se enteró de que las almejas también podían formarlas, sino que esa pequeña bolita podría tener un alto valor económico. “Leí noticias de perlas muy parecidas a esta que valían más de 4.000 euros”, afirma.
Las perlas naturales se forman en el interior de los moluscos cuando un cuerpo extraño se introduce en el interior del cuerpo del molusco. Es su forma de reaccionar a la intrusión de ese agente. Todos los moluscos tienen la capacidad de crear gemas preciosas, pero es muy raro encontrarse con ellas.
Las perlas son de tamaño, color y forma variables. Tardan aproximadamente unos 10 años en crearse.
Su intención es venderla
Natalia guarda desde entonces la perla como un ‘tesoro’ en un pequeño cofre. Junto a esa gema, también conserva la concha de la almeja en la que la encontró. "Tiene una pequeña marca y me imagino que ahí es dónde estaba la perla", explica.
Tras ver el valor de otros hallazgos recientes, su intención es venderla. “Tengo que ir a un tasador de joyas o de perlas, experto en eso, para saber cuán puede ser su valor”, explica.
El bivalvo en cuestión, de especie japónica, procedía de los bancos marisqueros de Muros y Noia. “Mi pareja y mi padre son mariscadores y están sorprendidísimos”, asegura la joven.
Si se confirma que es una perla, en esa ría, famosa por la alta calidad de sus mariscos, ya podrán decir que cultivan joyas.